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Pavel Giroud: “Cuba era un país occidental en el mejor de los sentidos y ahora es más caribeño que nunca, en el peor”

El cineasta cubano debuta en la literatura con la novela ‘Habana Nostra’, que se presenta esta semana en Madrid y en Miami

Pavel Giroud presenta 'El Caso Padilla' en el BCN Film Festival, en abril de 2023 en Barcelona.
Pavel Giroud presenta 'El Caso Padilla' en el BCN Film Festival, en abril de 2023 en Barcelona.Xavi Torrent

Diseñador, pintor, cineasta, guionista y ahora también escritor. A sus 51 años, desde Madrid, Pavel Giroud (La Habana) debuta en la literatura con Habana Nostra. Una novela histórica inspirada en la visita del gánster italoestadounidense Lucky Luciano a la capital cubana, entre diciembre de 1946 y marzo en 1947, que documenta hechos reales y ficciona la vida íntima de sus personajes. “Cuba y su mafia, sus intrigas y cruces de conspiraciones son las claves de esta novela cautivadora”, anuncia en su portada la escritora española María Dueñas.

Pavel Giroud escribió Habana Nostra durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus, a la par de la realización de su última película, El caso Padilla, que explora uno de los capítulos más oscuros de la historia de la represión política contra intelectuales en la Cuba de Fidel Castro. Habana Nostra fue entonces una suerte de descanso de la película, que permitió a Giroud rescatar la historia de su primer guión, que nunca ha podido llevar al cine. En 2022, el manuscrito resultó finalista del Premio Azorín de Novela de la Editorial Planeta, y este año sale publicado con la Editorial Traveler. Su lanzamiento está programado para este viernes, en el Hotel Bastardo, en Madrid, y el 19 de noviembre, en la Feria del Libro de Miami.

Pregunta. ¿Qué significa la publicación de Habana Nostra: un suceso excepcional o el inicio de una carrera de escritor?

Respuesta. El fin de un ciclo, de un objetivo que me propuse, y no un antojo de convertirme en escritor. Soy un cineasta que ha escrito una novela. Nunca soñé con ser escritor, pero tampoco con ser director cinematográfico ni guionista. La vida me ha ido llevando por estos senderos y yo me he dejado llevar. No sé si esto es el inicio de un camino o el final de una determinación puntual.

P. El caso Padilla muestra un profundo trabajo de investigación histórica. ¿Podemos esperar lo mismo de Habana Nostra?

R. Aquí la investigación ha sido más intensa, porque la he ejecutado con intermitencia durante más de tres lustros. Eso sí, no es un libro de Historia. Yo me valgo de la Historia para generar un relato lleno de especulaciones. He leído casi todos los libros escritos sobre el tema e incluso he encontrado pruebas que se contraponen a tesis ya escritas y avaladas. Hoy es mucho más fácil investigar, eso es verdad, pero hay que saber investigar. He leído cada documento emitido por el FBI, la CIA, he entrado en cada hemeroteca accesible, he encontrado fotos y archivos maravillosos, muchos de los cuales no pude usar en el libro, que también tiene testimonios gráficos, por cuestiones de derechos.

P. ¿Cuánta información de la que encontró tuvo que dejar fuera?

R. Es un entrenamiento que da el cine. Yo tengo una sentencia para mi trabajo en el cine y la apliqué a esto: “No te puedes enamorar ni de un plano ni de un diálogo ni de un personaje. Cuando sobra, por mucho que te haya costado rodarlo, debe ir a la basura.”

P. ¿Qué distingue a Habana Nostra de otros libros sobre la mafia en la Cuba republicana, anterior a 1959?

R. De Lucky Luciano, de Meyer Lansky y de la mafia en La Habana se ha escrito y lo he leído casi todo. Creo que si algo distingue mi libro es la narrativa. Te identificas con los personajes, todos tienen un arco de transformación. Hay una premisa dramática que cuestiona hasta dónde eres capaz de llegar por ostentar poder. Además, desmonto algunas tesis, y seguramente las mías serán desmontadas, y cuento la historia de personajes que hasta ahora eran meros decorados.

P. ¿Qué podría decir su novela sobre la Cuba actual y sus relaciones con Estados Unidos? ¿Cree que ayude a entender el presente y a dar alguna pista sobre el futuro de la isla?

R. A lo español y africano que cimentaron nuestra identidad, hay que sumar lo norteamericano. Yo creo que en la novela se siente ese flujo natural que siempre hubo entre Cuba y Estados Unidos, que luego, con la llegada de Fidel Castro al poder, se cortó de tajo y dejó a los cubanos enfermos de nostalgia y añoranza. No todo lo que vino de Estados Unidos fueron gangsters y turistas a disfrutar de los negocios de estos gangsters. El tambor de Chano Pozo cambió la ruta del jazz, los banjistas del sur que integraban las tropas de color durante la intervención influyeron mucho en la música del oriente cubano. Y eso mismo pasó en el deporte, en la ciencia, la tecnología, en el trazado arquitectónico de buena parte de la capital. ¿Éramos un laboratorio social? Probablemente. Pero lo cierto es que Cuba era un país occidental en el mejor de los sentidos y ahora es más caribeño que nunca, en el peor. Estoy lejos de ser un anexionista, pero creo que retomar esa retroalimentación no es contra natura.

P. Los personajes centrales son personajes históricos y controvertidos, como los gánsters Lucky Luciano y Meyer Lansky y el periodista Harry Wallace.

R. En cada personaje hay mucho de real y mucho de ficción. A Harry Wallace, por ejemplo, periodista de Kentucky radicado en Cuba, lo fui armando a partir de sus textos y de un reportaje que encontré en la revista Life, para la que también trabajaba, sobre su rutina de vida en Cuba. En algunos libros se le menciona como el periodista que develó la presencia de Lucky Luciano en Cuba y que, a la postre, provocó su expulsión del país, pero no fue así. En el libro cuento quién fue el que dio la noticia al mundo. Pero hay otros fascinantes, como Eunice Carter, la única mujer y la única persona de raza negra que integraba el equipo anticrimen del Fiscal Dewey, que se llevó el mérito de encarcelar a Luciano por proxenetismo, aunque el mérito de encontrar ese delito fue de ella.

Otro personaje fascinante es Beverly Patterno, una celebridad del Café Society de New York, que se nombra en muchos libros pero que, entre todos, no suman una página. Yo le seguí la pista a esta mujer que una noche, de la nada, conoce a Lucky Luciano en una fiesta en una casona de la avenida Paseo, en El Vedado, lo sedujo y lo guió a exhibirse públicamente. Lucky Luciano estaba obligado a permanecer clandestino en La Habana y fue ella y su afán de protagonismo quien lo devolvió a Sicilia. Muchos creen que esto fue en contubernio con Meyer Lansky y yo me apunto a esa tesis. La historia de ella no ha sido contada nunca.

P. ¿No le asusta que le acusen de romantizar la mafia?

R. Después de las acusaciones que he recibido por El Caso Padilla no me asusta nada. Hay muchas oraciones empapadas de sangre en la novela antes de que lleguemos a leer sobre este romance. Creo más conveniente el término humanizar y no romantizar.



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