El Proyecto 2025 y un Trump más radicalizado preocupan a los ambientalistas
Investigadores y activistas prevén un escenario más favorable para la lucha medioambiental con una victoria de Kamala Harris, pero resienten la falta de un plan concreto de la demócrata
Durante el Gobierno de Donald Trump, Estados Unidos se retiró de los Acuerdos de París contra el cambio climático, el Ejecutivo derogó cientos de regulaciones climáticas a nivel federal para dar vía libre a la explotación de recursos y el presidente repitió hasta el cansancio que el cambio climático era “un engaño”. Pero en un hipotético segundo Gobierno, según varios expertos en materia climática, iría aún más lejos. En un foro organizado la semana pasada por el Global Strategic Communications Council (GSCC), una red internacional de periodistas y comunicadores, los panelistas coincidieron que el llamado Proyecto 2025, un documento desarrollado por el centro de políticas públicas de corte ultraconservador The Heritage Foundation, representa una visión más radical del negacionismo que el exmandatario ha convertido ya en su bandera.
Aunque Trump se ha intentado desligar varias veces del Proyecto 2025, el Partido Demócrata y múltiples analistas dan por hecho que el documento fue redactado por figuras cercanas al candidato republicano, y que el expresidente sí tiene la intención de llevar a cabo los objetivos que plantea este texto si sale victorioso nuevamente el próximo 5 de noviembre.
Los periodistas especializados en medio ambiente Oliver Milman y Dharna Noor describen en un artículo en The Guardian algunas de las acciones más radicales que están entre los planes de Trump, de acuerdo con varios de sus exasesores que hablaron de forma confidencial. Según el diario británico, el expresidente planea “impulsar la producción de combustibles fósiles, marginar a los principales investigadores del clima y anular las normas que frenan las emisiones que calientan el planeta”. “En contraste con un primer mandato en la Casa Blanca a veces caótico, sería una segunda presidencia mucho más metódica”, se lee en el texto.
Frances Colón, directora de Clima Internacional del instituto de investigación Center for American Progress, afirmó en el conversatorio de GSCC que las 900 páginas del Proyecto 2025, además de despojar a los empleados del Gobierno de la protección laboral para que puedan ser reemplazados por políticos leales a Trump, expone una “total alineación con el negacionismo climático”. “Los programas de ayudas contra cambio climático y el financiamiento a la transición energética, al recorte de emisiones o la transición al aire limpio se desharían por completo. Hay un mandato para deshacer toda la acción climática en los Estados Unidos”, explicó la experta.
Los intentos de Donald Trump de hacer retroceder las regulaciones medioambientales federales en su primer Gobierno se vieron a menudo obstaculizados “por los tribunales, por falta de experiencia e incluso por la resistencia interna de los empleados del Gobierno”, apunta el diario The New York Times en un artículo titulado Lo que Trump 2.0 podría significar para el medio ambiente. Pero, advierten los autores, en 2025 la situación sería diferente. “Trump estaría en una posición mucho mejor para desmantelar las normas medioambientales y climáticas, con la ayuda de jueces más alineados y aliados conservadores que ya están diseñando formas de doblegar a las agencias federales a la voluntad del presidente”.
Una victoria de Trump podría representar, además, un obstáculo para la cooperación internacional en la lucha contra el cambio climático, según plantearon los expertos en el conversatorio de GSCC. Además de volver a salirse del Acuerdo de París —al que regresó su sucesor, Joe Biden—, señalaron como algo probable que redoble en la estrategia de su primera Administración de llevar la contraria en las Naciones Unidas a los aliados tradicionales de Estados Unidos en todos los temas medioambientales.
De acuerdo con Colón, todo esto comprometería el “liderazgo climático en la escena mundial” que ostenta Estados Unidos. En esto coincidió, en tono más diplomático, la directora general de la Fundación Europea del Clima, Laurence Tubiana, que dijo que Trump es “el peor caso” entre los dos resultados de la elección y que, si llegara a asumir un papel obstruccionista, China y Europa deberán tomar el liderazgo medioambiental en el mundo.
Pero Tubiana también afirmó que el Congreso y el Senado estadounidenses son los lugares “donde sucede la acción climática” y que son tan importantes como la Casa Blanca, por lo que la atención del mundo debe estar igualmente dirigida a los resultados legislativos.
Las promesas de Harris
Desde que asumió de facto la candidatura presidencial demócrata a mediados de julio, Kamala Harris se ha esforzado en mostrar un perfil progresista en temas ambientales. Sin embargo, la candidata ha sido objeto de críticas porque aún no ha presentado un plan de acción concreto (ni en medio ambiente ni en muchos otros temas). Tampoco ha dedicado grandes espacios al cambio climático desde que se convirtió oficialmente en la líder del partido en la convención demócrata.
El escepticismo incluso corre entre los mismos partidarios de Harris. Por ejemplo, el grupo ambientalista Sunrise Movement lanzó la semana pasada una campaña con el objetivo de contactar a 1,5 millones de estadounidenses de aquí a noviembre para pedir el apoyo a la vicepresidenta, pero decidió no dar el respaldo oficial a la candidata hasta que sus planes climáticos estén más claros.
En el foro de GSCC, Frances Colón dijo que en la Convención “se dijeron cosas a nivel general, pero no dieron detalles”. A pesar de esto, la experta cree que una Administración Harris tendría “una visión completamente diferente” a la de los republicanos. “Los demócratas hablan de aumentar las inversiones en fuentes de energía solar y eólica marina, desarrollar programas de empleo en el sector de la energía, que el sector agrícola llegue a cero emisiones netas en 2050, reducir las subvenciones al petróleo y al gas en decenas de miles de millones de dólares, reforzar las protecciones contra las perforaciones y la minería en el Ártico y apuntalar las infraestructuras resistentes al cambio climático”, explicó.
Además, Colón destacó que la elección del Tim Walz como compañero de fórmula es representativa de las intenciones de Harris en estos temas: “Como gobernador de Minnesota, Walz tiene un amplio historial de políticas progresistas en el Estado, como decenas de iniciativas que se centran en la energía limpia, el transporte, la calidad del aire y del agua”.
Los demás expertos coincidieron en que, aún con la especulación, Harris representa el mejor escenario para Estados Unidos y que sus políticas serán muy probablemente una continuación de las de Joe Biden. Para Bentley Allan, codirector del Net Zero Industrial Policy Lab de la Universidad Johns Hopkins y profesor asociado en ese mismo centro de estudios, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), el gran hito de la Administración Biden en materia de clima, puede ser interpretado como una guía sobre qué esperar de Harris.
“Está claro que hay muchas lecciones que aprender, pero para el segundo aniversario de la IRA ya se han inyectado 213.000 millones de dólares en infraestructura verde y en cadenas de suministro de energía solar, eólica e hidrógeno”, elaboró Allan. La candidata demócrata, según el académico, se ha posicionado “claramente como proveedora de cierta continuidad”.
La directora general de la Fundación Europea del Clima calificó el IRA como positivo para la “dinámica mundial” y dijo que este tuvo una “buena reacción en Europa”. Pero recordó que esta ley también incluye “ciertos incentivos” a la industria del petróleo y calificó como un “peligro” que Estados Unidos siga siendo el mayor productor de hidrocarburos del mundo. “El gran elefante en la habitación es la expansión del petróleo y el gas y cómo hacemos esto coherente con el compromiso de la COP 28 de abandonar los combustibles fósiles. Si Kamala Harris gana las elecciones, tal vez podemos esperar un debate interesante con Europa sobre toda esta revolución industrial verde”, añadió.
Tubiana hizo hincapié en que Estados Unidos no debe mirar solo a Europa, sino que tiene que plantearse mover fondos a países “del Sur Global” para el desarrollo de programas medioambientales. “Con una política realmente sólida se podría impulsar el desarrollo”, dijo. Pero en las propuestas de Harris, y ni qué decir de las de Trump, no ha habido ninguna mención a esto.
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