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La reelección de senadores demócratas en cuatro Estados clave ratifica la debilidad de Harris frente a la marca Trump

Los candidatos del Partido Demócrata al Senado triunfan en Wisconsin, Míchigan, Nevada y Arizona a pesar del descalabro de la vicepresidenta en estos territorios

Jacky Rosen Elecciones Estados Unidos
La senadora demócrata Jacky Rosen habla con los medios en Las Vegas (Nevada), el día de las elecciones en Estados Unidos.CAROLINE BREHMAN (EFE)
Luis Pablo Beauregard

Sam Brown era, sobre el papel, un candidato perfecto para los republicanos. Este capitán retirado del Ejército, un héroe de guerra que fracasó en 2022 en su intento de llegar al Senado por el Estado de Nevada, volvió a intentarlo en las elecciones del 5 de noviembre, con la esperanza de que la campaña presidencial de Donald Trump lo impulsara para derrotar a la demócrata Jacky Rosen, cuyo puesto en el Senado quería disputarle el Partido Republicano. Brown sirvió en Afganistán y fue condecorado con el Corazón Púrpura después de quedar desfigurado en 2008 por una bomba de los talibanes. Su campaña, centrada en su entrega al país y valores conservadores, no fue suficiente. Rosen mantiene ese escaño demócrata en el Senado. Además, Brown finalmente obtuvo 69.000 votos menos que Trump, quien sí triunfó en ese Estado clave del oeste. No es el único caso de voto dual: electores que votaron mayoritariamente la candidatura republicana en la papeleta presidencial, pero que optaron por los representantes del partido de Kamala Harris para el Senado. En las elecciones del pasado 5 de noviembre, la Cámara alta renovaba un tercio de sus miembros.

Trump venció en los siete Estados clave (Wisconsin, Míchigan, Carolina del Norte, Pensilvania, Georgia, Nevada y Arizona), pero los aspirantes demócratas al Senado vencieron a sus contrincantes republicanos en cuatro de los seis territorios bisagra en los que había escaños de senadores en juego. Ello deja en evidencia la debilidad de la candidata presidencial de Kamala Harris, que salió derrotada en esos Estados. Solo en el caso de Pensilvania, la victoria del presidente electo coincidió con la del candidato republicano al Senado, David McCormick. El expresidente de Bridgewater, uno de los fondos de inversión más grandes de Estados Unidos, le arrebató el escaño a Bob Casey, quien lleva en la Cámara alta desde 2007. En Georgia y Carolina del Norte no hubo puestos del Senado en juego. En el segundo, no obstante, un demócrata fue elegido gobernador después de que un escándalo hundiera a su rival republicano.

Los republicanos controlarán desde enero de 2025 el Senado y tienen altísimas posibilidades de retener la Cámara de Representantes, aún pendiente del final del escrutinio. Los votantes se decantaron por Trump en una elección marcada por el desencanto con la economía y el castigo a la Administración de Joe Biden por la gestión de la migración, pero en los territorios clave se resistieron a dar un cheque en blanco al republicano y optaron por equilibrar las papeletas de un lado y otro con la opción del Senado.

Thom Reilly, profesor de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Arizona, explica que esto se debe al peso de los electores considerados independientes. “Tradicionalmente, reparten las papeletas y responden más a los candidatos y a los temas que más les preocupan, a diferencia de los votantes partidistas, que siempre optarán por los candidatos de su organización”, indica el académico.

Los votantes registrados como independientes apoyaron a Harris en un 50% frente al 45% de Trump, según una encuesta a pie de urna de Edison/Reuters. “Fue una historia completamente diferente en los Estados clave”, señala Reilly. El republicano se ganó a los independientes en Arizona, Nevada, Ohio, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, donde le dieron la victoria”, asegura. Biden conquistó a los independientes por 13 puntos hace cuatro años.

El académico señala que este voto cruzado puede verse también en los referendos locales celebrados ese mismo día en varios Estados. En Arizona, por ejemplo, cerca de 1,7 millones de personas consideraron que el derecho al aborto debía ser elevado a la Constitución local. Harris recibió en ese mismo Estado 350.000 votos menos que esa iniciativa, a pesar de que su campaña se centró fuertemente en los derechos de las mujeres. “Muchos de estos votantes no apoyan a Trump, pero los demócratas no pudieron convencerlos de que su mensaje era mejor en varios temas, entre ellos la economía”, señala Reilly.

Este voto dual refleja el poder de Trump como marca política. El fenómeno republicano, sin embargo, no contagió a muchos de los aspirantes republicanos en los territorios que estaban en juego. Mike Rogers tenía la difícil misión de convertirse en el primer candidato conservador en ganar en la contienda al Senado en Míchigan, el único de los Estados decisivos donde Harris triunfó entre los independientes. El excongresista, sin embargo, fue derrotado por Elissa Slotkin, considerada una de las estrellas en ascenso dentro del Partido Demócrata. Slotkin se quedó con el puesto de una senadora que se retiró después de tres periodos legislativos.

Rogers no es ningún desconocido en Míchigan. Fue legislador federal entre 2001 y 2015. Aun así, registró 116.000 votos menos que Trump en su tierra. Es la mayor brecha entre el presidente electo y un aspirante republicano. En Wisconsin, el banquero y financiero Eric Hovde sacó 53.000 votos menos que el presidente electo y perdió la carrera al Senado tras dedicar la recta final de su campaña a atacar a su rival, Tammy Baldwin, y a su novia. Esta se convirtió en 2012 en la primera senadora abiertamente homosexual en el Capitolio.

Baldwin es una de las políticas más influyentes del Estado del medio oeste. Es una de las demócratas que tuvo un mejor desempeño en los comicios que Kamala Harris. La senadora logró la reelección con 4.500 votos más que la vicepresidenta. Adam Kunz, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Wisconsin, explicó la semana pasada la radio pública que Baldwin logró mejores resultados en 70 de los 72 condados del Estado de Wisconsin. “La senadora apela a un grupo de personas rurales y en los suburbios de las afueras de Milwaukee, Madison y Eau Claire. Harris no logró ser una candidata suficientemente atractiva en estas zonas de los márgenes”, aseguró Kunz.

Harris fue superada por varios candidatos demócratas. Elissa Slotkin, en Míchigan, la rebasó por casi 16.000 votos. La mayor distancia en un Estado bisagra se ha dado en Arizona. El congresista Rubén Gallego sustituirá a Kyrsten Sinema, quien abandonó el bando demócrata para declararse independiente y finalmente renunció a la reelección.

Elissa Slotkin
La demócrata Elissa Slotkin, vencedora de la carrera por el Senado en Míchigan. Mariam Zuhaib (AP)

Su oponente es la polémica Kari Lake, una antigua estrella televisiva que se sumó al trumpismo y es una de las más activas portavoces del inexistente fraude electoral de los comicios de hace cuatro años. “Alienó a muchos republicanos, simpatizantes de John McCain y moderados. Fracasó también en asegurar el apoyo de la exgobernadora Jan Brewer, importante entre los republicanos. Eso dañó sus posibilidades”, afirma el catedrático Thom Reilly.

Harris, no obstante, tuvo un sólido desempeño en varios bastiones demócratas, donde superó a nombres consolidados de la política estadounidense. El senador independiente Bernie Sanders recibió 5.000 votos menos que Harris en Vermont, el Estado que representa desde hace 17 años y por el que logró la reelección a la Cámara alta. Logró el 63,3% de los votos (Harris, el 64,4%). El miércoles, el legislador criticó severamente al Partido Demócrata al asegurar que nadie debía sorprenderse con el resultado, pues la organización se ha alejado de la clase trabajadora.


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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.
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