Así se construyó ‘Shōgun’, la ‘Succession’ del Japón feudal, con un historiador apasionado y actores de teatro tradicional
La ambiciosa ficción histórica de Disney+ se ambienta en la era de los samuráis y relata el enfrentamiento entre varios líderes por un trono en juego, además de la llegada de los británicos y del capitalismo occidental al país asiático
El belga Frederik Cryns, profesor de Historia en el Centro Internacional de Investigación de Estudios Japoneses de Kioto, recuerda un antiguo dicho de su país de adopción: “un samurái que no sabe de poesía, teatro tradicional o ceremonia del té, no es samurái”. Esas y otras disciplinas, y no solo luchas con catanas, aparecen en Shōgun (Disney+), cuya trama está ambientada en la época de estos guerreros. Su título hace referencia a los líderes del gobierno militar que en esa época ostentaban el máximo poder en Japón, por encima del de los emperadores. [En este artículo puedes consultar el quién es quién de sus principales personajes]
Experto en cultura nipona, Cryns nació en Amberes hace 54 años y ha vivido dos tercios de su vida en Asia. Se ha pasado los últimos tres años asesorando a los creadores de esta miniserie estadounidense, que gira en torno a varios líderes militares en lucha por un trono que está en juego. La ficción histórica es, según ha explicado en varias ocasiones uno de sus directores, Jonathan van Tulleken, la Succession del Japón feudal.
Un curioso chirrido suena mientras el historiador pasea descalzo por el castillo de Nijo en Kioto, el complejo de edificios de 8.000 metros cuadrados que ha inspirado muchos de los escenarios interiores de la ambiciosa miniserie de 10 episodios. Cada vez que el belga pisa el llamado suelo ruiseñor del edificio del siglo XVII, el crujir de sus tablones de madera recuerda al canto de estos pájaros. “No hay registro oficial al respecto, así que hay quien interpreta que fue una ocurrencia meramente estética y hay quien cree que era un sistema defensivo, para advertir de la entrada de intrusos”, comenta minutos después Cryns a este periódico, durante un encuentro con la prensa internacional organizado por Disney+. La dualidad de esta curiosidad arquitectónica, a medio camino entre el hedonismo sensorial y los tiempos de guerra, es ejemplo perfecto del relevante momento bisagra en la historia de Japón que ambienta a Shōgun. El relato comienza en el año 1600, en los últimos compases del bélico periodo Sengoku y los instantes previos al luminoso periodo Edo.
La ficción adapta la superventas novela homónima de James Clavell publicada en 1975, que a su vez inspiró una primera miniserie en los años ochenta con Richard Chamberlain como protagonista. Los personajes principales de la versión televisiva son trasuntos de las grandes figuras japonesas de ese relevante momento en la historia del país: el encuentro entre un marino británico, William Adams (llamado John Blackthorne en la ficción), y Tokugawa Ieyasu (que en pantalla pasa a ser el señor feudal Yoshii Toranaga), uno de los impulsores de la reunificación japonesa. El líder tuvo como principal consejera a Hosokawa Gracia, aristócrata reconvertida al cristianismo rebautizada en el guion como Toda Mariko y que personifica el particular rol que la mujer desempeñaba en ese instante de la historia nipona.
Con este encuentro a tres bandas comenzó la influencia mutua entre el país asiático y Occidente que se prolonga hasta el presente. Es, en resumen, el instante en el que el capitalismo sembró su semilla en Japón, “cuando portugueses y españoles merodeaban por ahí”, recuerda Cryns, en referencia a los colonizadores que también aparecen como antagonistas de este relato. “Para nosotros era importante que, a diferencia de la primera serie, esta vez el punto de vista japonés tuviera el mismo peso que el occidental. En esa época, tantos unos como otros se veían como bárbaros”, puntualiza el consultor de Shōgun.
Disney+ lanza cada martes un nuevo episodio de este drama político, romance histórico, serie de acción asiática o varios otros subgéneros que confluyen en sus tramas. Según los propios datos de la compañía de entretenimiento, el primero de los tres capítulos ya disponibles ha superado los nueve millones de visionados a nivel global en sus seis primeros días en el catálogo de Disney+, Hulu o Star+ (dependiendo del país). El estándar que aplican las plataformas para contabilizar un visionado es el resultado de dividir el número de minutos reproducidos (en este caso 690 millones) entre la duración total del contenido (70 minutos de duración del capítulo piloto).
Casi todo en el castillo de Nijo está creado con la misma intención: demostrar el enorme poder de quienes lo habitaban. “Su arquitectura, los motivos de las pinturas de sus paredes, la disposición de sus invitados… todo tenía un significado que establecía jerarquías”, comenta el historiador. En el primer capítulo de la miniserie, sus creadores ya muestran que se vivían tiempos inmisericordes, al estilo de Juego de tronos, el otro clásico reciente de HBO con la que se compara habitualmente a Shōgun. El mínimo paso en falso en el Japón feudal suponía una cruel condena a muerte. O activaba el estricto código de honor que impulsaba el seppuku (lo que Occidente llama hacerse el harakiri). Era una forma de muerte voluntaria que consistía en rajarse el estómago y sacarse sus propias entrañas a modo de ofrenda para compensar una ofensa. El castigo imponía eliminar a la descendencia del infractor, para eliminar por completo su línea sucesoria.
En cuanto a escenarios, esta superproducción ha reconstruido en un plató gigante de Vancouver varias de las estancias de varios castillos japoneses, eliminando todos los elementos creados con posterioridad a ese 1600. También han fabricado a escala real una parte de la ciudad de Osaka, para grabar escenas exteriores. “Hubiese sido imposible hacer algo así en Japón, porque los productores no hubieran encontrado un espacio lo suficientemente grande”, explica el consultor de la miniserie mientras recorre otro de esos edificios centenarios, el interior de la torre del castillo de Osaka. En pantalla aparece en negro, el de la oscura era Sengoku, en vez de mostrar el blanco actual. “En los comentarios de los tráilers de la serie que aparecen en YouTube hay quien protesta por ese tipo de cambios pensando que son errores, porque estuvieron allí el mes pasado y vieron que era blanco. Es al contrario, son cambios hechos para ser fieles a la realidad de ese momento”, comenta Cryns con sonrisa resignada.
Obsesión por la cultura japonesa
Ya en la guardería, Cryns vivía obsesionado con Japón, recuerda. Su mejor amigo era de allí. Cuando su compañero de clase regresó a Asia, mantuvieron contacto por carta hasta los veintitantos, pero su relación con Japón ha durado mucho más tiempo. Ha sido su hogar durante los últimos 35 años. Ver en su juventud la primera adaptación televisiva de Shōgun terminó por animarle a dar el paso de mudarse a su destino soñado. En este tiempo, se ha convertido en uno de los expertos en la era Sengoku de referencia para los medios de comunicación japoneses. Antes de comenzar a colaborar con la producción estadounidense, ya había investigado las huellas históricas de los tres personajes principales que inspiran a sus protagonistas y había publicado varios libros centrados en ellos. El próximo lanzamiento será un libro sobre el marino William Adams que prepara para el mes de junio.
El compromiso histórico de Cryns llega a tal límite que se ha preocupado de establecer el lugar en el que están colocados los personajes en cada escena, de definir la forma en que se mueven, se sientan o usan su catana. Para recrear en el capítulo piloto el primer encuentro entre el marino y el líder nipón rescató las cartas que Adams envió a su esposa narrando lo ocurrido. También ha redactado textos legales en el japonés de la época para los escritos que pasan por las manos de los actores. Y ha compuesto poemas imitando el estilo de las composiciones de la época que ha consultado en bases de datos. “Quería que sonaran más reales que los que aparecían en el libro de James Clavell, aunque en general hizo una brillante labor de investigación”, dice. No le importa que ningún espectador vaya a poder apreciar todos esos detalles “salvo que pulse al botón de pausa y congele la imagen”.
El belga inundaba de ideas al showrunner Justin Marks, que ha liderado la producción junto a su creadora, Rachel Kondo. Al parecer, este le dejó hacer con tal de ser lo más fieles posible a los hechos históricos. Si Cryns comentaba que siempre había un estanque en los jardines de los señores feudales, el responsable de la serie tomaba nota y lo incluía en al menos una escena.
Marks y Kondo también contactaron con el Teatro Nacional de noh de Tokio para una relevante secuencia que puede verse en el sexto episodio de la miniserie. El noh es una forma tradicional de arte dramático musical japonés —una de las más antiguas en activo en todo el mundo— que recurre a las máscaras y al simbolismo gestual para construir sus relatos. Al igual que esta ficción estadounidense, el karma es uno de los temas recurrentes de sus montajes. Algunos de los miembros de la compañía actual pertenecen a una saga de actores que llevan 20 generaciones interpretando esta disciplina. Viajaron a Vancouver con máscaras de hace 600 años, justo de la era histórica que recrea la serie. Y con una pieza de 10 minutos especialmente creada y coreografiada para conectar con una de sus tramas. El escenario del teatro noh se compone de un puente y un paisaje de pinos. Representa la unión entre la vida y la muerte; el encuentro entre los espíritus y los mortales. En el montaje final apenas ha quedado un retazo de una pieza que prácticamente inédita, que solo se ha representado para el equipo de rodaje de la serie.
Como le ocurrió al propio Frederik Cryns, el primer Shōgun televisivo disparó hace cuatro décadas el interés general por los estudios japoneses en las universidades, comenta el belga. “Ahora están en su punto más bajo, después de que China lo conquistara todo en lo que se refiere a la influencia asiática en Occidente”, lamenta el historiador, que espera que el año que viene se note el efecto de serie de Disney+ y su asignatura obtenga un renovado interés.
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