_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Benidorm intelectual

Solo veo una cancioncilla petarda pensada para bailar en cualquier boda de pueblo a las tantas, justo antes de la conga

El dúo Nebulossa, que representará a España en Eurovisión tras ganar el Benidorm Fest, ha sido este jueves uno de los grandes protagonistas de la Gala Drag del Carnaval de Arrecife, en Lanzarote. Foto: EFE/Adriel Perdomo
Sergio del Molino

La ventaja de ser el último en opinar sobre la bronca del momento es que todas las tonterías están ya dichas y se pueden esquivar las más obvias. El inconveniente es que los bandos ya se han definido y todas las opiniones caen de un lado u otro del muro. Por eso lo astuto en estos casos es aprovechar que la pelea está en su clímax para salir por peteneras, alabando la última obra maestra de la tele estonia en el catálogo de Filmin. Pero el columnismo va de pisar charcos y pringarse hasta la rodilla, no de rodearlos y salir seco.

No me sorprende la politización porque en España se politizan ya hasta los andares, pero sí he asistido alucinado al simulacro de debate intelectual sobre Zorra, de Nebulossa. Me forcé a escuchar varias veces la canción por si me estaba perdiendo algo, porque leyendo a sus atacantes y a sus defensores, parecía que hablaban de una continuación inédita de El segundo sexo de Beauvoir. Hablaban de hito feminista y empoderado, incluso de resignificaciones semánticas y de complejas operaciones de activismo poético y filosófico, pero yo solo veía una cancioncilla petarda muy propia del Benidorm Fest y pensada para bailar en cualquier boda de pueblo a las tantas, justo antes de que el tío Rufino se quite la corbata y se la anude en la cabeza para encabezar la conga.

Y bien está. ¿Qué otra cosa cabía esperar? No creo que nadie vaya a Benidorm o a Eurovisión con el mismo ánimo de quien acude a un ciclo de conferencias de la Fundación March. Yo creía que el valor de todo este tinglado estaba precisamente en lo frívolo y en el jolgorio, en la celebración de lo cutre y lo hortera. ¿No era esa su fuerza carnavalesca? Lo hermoso de las fiestas es que no son clases, ni misas, ni mítines, pero me da la sensación de que quieren convertir todas las fiestas en clases, misas y mítines a la vez.

Siempre he deplorado el concepto de juego didáctico que tanto sufren los niños, a quienes no se les suele consentir el juego libre, sin objetivos ni aprovechamiento. Ahora parece que los adultos tenemos que pasar por el mismo aro y aprovechar bien el tiempo pecador, mezclando confesión y penitencia en la misma jarana. Diversión con mensaje, despiporre con autoconciencia, borrachera con anagnórisis, festivales de Eurovisión con bibliografía. Amén, pero conmigo que no cuenten.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_