‘Bosé renacido’: qué desgraciadito tú eres, Miguel, teniéndolo ‘tó’
Tal vez el cantante piense que lo que más ha afectado a su carrera sean las mentiras que han publicado sobre él los medios, cuando nada le ha pasado más factura que las palabras que han salido de su propia boca
No ha habido un momento en las últimas cuatro décadas en el que Miguel Bosé haya interesado menos que cuando más información se nos proporciona sobre él. Desde 2021 ha publicado dos libros, se ha estrenado una serie sobre su vida y el 5 de septiembre llegó a Movistar Plus+ la serie documental de cuatro episodios Bosé renacido. Quiso el azar que lo que deberían haber sido acontecimientos mediáticos se hayan visto opacados por su protagonista. Cuando eran proyectos embrionarios, un virus arrasó medio mundo y su cruzada personal contra el sentido común convirtió en un meme al que un día fue el hombre más deseado de España. Tal vez piense que lo que más ha afectado a su carrera sean las mentiras que se han publicado sobre él, cuando lo cierto es que nada le ha pasado más factura que las palabras que han salido de su propia boca.
El material promocional de Bosé renacido avanzaba que el artista abría las puertas a su intimidad “como nunca lo había hecho”, aunque nada revela que no sepamos. Desde su debut en Esta noche... fiesta ante la mirada de sus padres —y de Gloria Fuertes y Dewi Sukarno, qué maravillosa era TVE— su presencia mediática ha sido constante. Y, aunque manejó discretamente su vida privada, últimamente ha generado más noticias ajenas a la música de las que podemos digerir.
Años más tarde, Miguel Bosé comentó con Íñigo su debut televisivo en 1977 en ‘Esta noche fiesta’. Fue en ‘Carta de ajuste’, en 2004. Aquí 👉 https://t.co/uHjMLMbYU7 #TesorosDirectísimo pic.twitter.com/E3mfjMx9cv
— Archivo RTVE (@ArchivoRTVE) June 4, 2020
Esas historias que mantuvo alejadas de los focos se nos revelaron ya en la entretenidísima Bosé, estrenada por SkyShowtime en marzo. Producida al igual que el documental por Shine Iberia y con Nacho Faerna como showrunner e Isabel Vázquez, Ángeles González-Sinde y Boris Izaguirre al mando de los guiones, la serie que este otoño emitirá Telecinco en abierto nos mostró detalles tan jugosos como su romance con el carismático político italiano Marco Pannella o una precoz paternidad truncada dramáticamente.
A falta de revelaciones de calado, los cuatro capítulos de Bosé renacido se nutren de entrevistas a amigos de lealtad inquebrantable. Desgranan anécdotas de su vida Alejandro Sanz, Mercedes Milá, Lolita o Boris Izaguirre, que también ejerce de guionista, ahora junto a María Fernández. El fervor de sus incondicionales nos regala momentos algo sonrojantes, entre ellos los intentos por venderlo como un artista rompedor. Ahí está para avalarlo Alaska que lo mismo bendice unos nuggets que extiende con su mera presencia un certificado de modernidad. Podemos endulzar la historia, pero no reescribirla. En sus inicios Miguel Bosé no se diferenciaba demasiado de los Leif Garrett o Shaun Cassidy que se paseaban por Aplauso; y sus canciones, estilismos y peinados eran intercambiables con los de Pedro Marín o Iván. Su gran mérito fue saber reinventarse una vez que el fenómeno fan no dio más de sí.
Si el retrato amable esbozado en Bosé dulcificó su imagen, Bosé renacido nos devuelve al tipo hosco y contradictorio. El que tuvo que escaparse a Nueva York para vivir su amor con Nacho Duato, pero declaró en El hormiguero que en la Transición teníamos más libertad que ahora. Evidentemente, se era más libre cuando podías tirar de pasaporte para vivir la vida que aquí te habría llevado a la cárcel. Que entre los entrevistados se cuele José Luis Gil, nuestro villano favorito del pasado verano gracias al documental sobre Locomía, nos hace imaginar sin necesidad de subrayados la clase de presiones recibidas por el cantante en aquella España supuestamente libérrima.
Destaca también el protagonismo de las casas en las que ha vivido, especialmente el chalet de Somosaguas, cuya prolija lista de desperfectos, rehabilitaciones y reformas me hizo temer que en cualquier momento apareciesen en pantalla los gemelos Scott instalando una práctica isla para seis comensales. Su Xanadú nos retrotrae una y otra vez a las cuitas familiares, a Dominguín y Lucía Bosé, cuyas alargadísimas sombras siguen vertebrando la nada pacífica existencia del cantante. “Muchos dicen que he sido un demente, les maldigo. Ojalá Dios les fulmine a todos”, atrona en un momento dado sin que venga a cuento y de la misma manera que podía haber gritado “¡yo os niego el Nidus!” como la enloquecida Belor de Dentro del laberinto.
A pesar de tanto Bosé quedan preguntas pendientes. La primera, el porqué de la amargura e insatisfacción que proyecta una persona cuya vida se nos antoja relativamente cómoda —también ha tenido sinsabores, como todo mortal, pero las desgracias se sobrellevan mejor abrazado a Helmut Berger o Giannina Facio—. Por qué alguien con buenos amigos, que ha querido y sido muy querido y cuyo éxito en un trabajo que le apasiona ha sido incuestionable, exuda tan mal rollo.
A veces diferenciar al artista de su obra es tan complicado como separar la yema y la clara de un huevo pasado, no es este el caso. Cuando se hace el silencio en pantalla y escuchamos Te amaré, Si tú no vuelves o Como un lobo —en la versión de la llorada Bimba, por supuesto— el señor enfadado se desvanece y sólo queda el único Bosé del que nunca hay demasiado.
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