¿A cuánto está el kilo de bebé?
Ahora las señoronas (y señorones) de posibles pueden hacerse con bebés a la carta y sorteando a quienes se obcecan en hacer cumplir ciertos criterios para proteger a los menores, como si tener dinero no fuese suficiente, habrase visto tamaña desfachatez
Todavía van a tener razón los que afirman que antes había más libertad. Sin ir más lejos, hace 50 años, a Adela le robaron sus dos hijos con toda la libertad del mundo. No es malicioso pensar que tal vez su destino fuese una casa de más posibles que la suya, “gente de bien”, de esa a la que Feijóo dice que hay que dejar en paz, librar del escrutinio de progres que no hacen más que cercenar libertades con leyes que solo protegen a pobres y raros, “gente de bien” que no va a la Seguridad Social con zapatos del economato, sino a hospitales privados de Miami calzados por Chanel.
Ahora las señoronas (y señorones) de posibles ya no tienen que implicarse en pequeños hurtos, hay maneras más asépticas de hacerse con un bebé a la carta y sorteando a quienes se obcecan en hacer cumplir ciertos criterios para proteger a los menores, como si tener dinero no fuese requisito suficiente, habrase visto tamaña desfachatez.
Una de esas personas que consideran engorrosos los trámites para adoptar afirmó este miércoles en Espejo público que a su hija la había gestado “una mujer extraordinariamente bondadosa”, e insistió en que no lo había hecho por dinero, “sino por ayudar”, ayudar a una señora española que no conocía de nada, lanzo desde aquí la candidatura de esa muchacha al premio Princesa de Asturias de la Concordia. Sin embargo, y por las molestias, le había soltado 30.000 euros —curiosamente, esas mujeres tan abnegadas solo gestan para gente de parné—, la típica calderilla que llevas en el bolso por si tienes antojo de un niño rubio, de ojos verdes y sagitario con ascendente en aries. O un par de gemelos a repartir con tu pareja cuando se os rompa el amor, el pantonario de la amoralidad es infinito.
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