Retorno
Veo el primer capítulo de la precuela de ‘Juego de tronos’ y nada me resulta sorprendente en ella, pero sí, vulgar, indigno de lo que fue una serie justificadamente mitológica
Huyendo de ese calor que no solo te empapa sino que también atormenta al frágil estado de nervios y a la pesadumbre, viajo a distintos lugares del norte para alimentar la amistad ancestral con mi gente. Las conversaciones son gozosas e igualmente los compartidos silencios. La visión del mar y de las montañas, poder dormir como Dios manda e incluso la presencia de hipnóticos bebés adquieren facultad de bálsamo. Y en ninguna de esas casas se enciende la chillona, histérica, y apocalíptica televisión. Los adultos que me rodean, aunque dispongan de las nuevas tecnologías, solo las utilizan lo justo. No es preciso ni grato seguir al minuto las agobiantes y temibles noticias del mundo. Y como en esos hogares hay de todo lo bueno, evito salir a las calles para que me embistan los ejércitos de ultracuerpos ensimismados con la pantalla de un móvil.
El regreso a la gran ciudad es duro. Y vuelvo al hábito u obligación de encender el televisor, repasar frenéticamente con el mando los clónicos canales, apagarlo con hastío a los pocos minutos, compadecer a esa deteriorada tercera, cuarta o quinta edad con dificultades o imposibilidad para salir de casa y que intentan matar su tiempo en permanente compañía del monstruo. Imagino que necesitarán ansiolíticos después de esa lamentable experiencia cotidiana. Sería mejor que recurrieran a sus recuerdos más felices.
Veo el primer capítulo de la precuela de Juego de tronos (qué aburrimiento las secuelas y precuelas, exprimir hasta el infinito las ubres de esas vacas que fueron tan rentables) y nada me resulta sorprendente en ella, pero sí, vulgar, indigno de lo que fue una serie justificadamente mitológica. Como las plataformas han descubierto que debe de crear más negocio exhibir solo un capítulo a la semana, no me veo con ansias para seguir en su compañía. Tampoco espero orgasmos con la hiperpublicitada serie sobre El señor de los anillos. Ojalá que me equivoque.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.