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La cuarentena, una oportunidad para cómicos en las redes

El humor dispara el seguimiento en Internet de humoristas que narran entre chistes su día a día

La cómica canaria Omayra Cazorla, en un vídeo subido el 20 de marzo en su cuenta de Instagram.
La cómica canaria Omayra Cazorla, en un vídeo subido el 20 de marzo en su cuenta de Instagram.

La cómica Marta Martínez, más conocida como Martita de Graná, ha pasado de subir dos vídeos a la semana —“bueno según, que yo soy más de si me viene una idea buena a la cabeza, la hago”— en Instagram, donde tiene más de 542.000 seguidores, a cuatro. Desde que comenzó la cuarentena, Martínez ha doblado el número de fieles. Y como ella, diversos cómicos que usaban las redes como herramienta para darse a conocer han notado un aumento en su relevancia. En una era sin teatros ni rodajes, sus pequeñas pantallas se han convertido a la vez en inyección de risas para el público y, para ellos, una lanzadera.

“Creo que ahora las redes sociales se utilizan casi más que la televisión”, explica Marta por teléfono, desde Granada, donde está estos días. “Lo primero que hacemos, antes que encender la televisión, es coger el móvil. Y en la tele están todo el rato hablando del coronavirus, de cifras, de la curva. Abrir las redes y ver otro tipo de contenido, aunque esté relacionado con el tema, pero con un toque de humor, es bonito e importante”. Vídeos como el que subió el pasado 23 de marzo junto a la frase “Estoy bipolar, ustedes cómo andan?”, donde recorre de forma divertida todos los estados de ánimo por los que pasamos encerrados en casa, ya se han paseado por el teléfono de la mayoría de los españoles.

“Aquí teletrabajando, pero sin la palabra trabajar, solo tele”, responde el cómico lanzaroteño Kike Pérez cuando se le pregunta cómo está pasando estos días. “Antes el trabajo no me permitía tener tanto tiempo libre para subir contenido en redes. Yo tenía una media de subir vídeos cada dos o tres días, y ahora es casi diario”. Pérez ha notado el aumento de la repercusión en cada contenido. Antes, sus seguidores subían una media de entre 200 y 300 a la semana, “a lo mejor 500, dependiendo de lo que publicara”. Desde el comienzo de la cuarentena este aumento es diario. “Los cómicos nos alimentamos de la actualidad, y la actualidad hoy en día es monotemática”, confirma. “El 90% de los vídeos que hacemos tienen que ver con la cuarentena, con el coronavirus, con estar en casa. Son los temas que están de moda y opacan todo lo demás”. A este cómico estos contenidos también le sirven como “soporte emocional”. “También me funciona como terapia, para estar entretenido y tener la cabeza ocupada”.

El pasado 15 de marzo, Raúl Massana publicó en su cuenta de Twitter un vídeo junto a su mujer y sus dos hijos, mellizos de tres años, con la intención de que lo viese el resto de su familia y amigos. En él contaban con humor cómo estaba pasando el cómico los días de confinamiento. Ahora esa publicación tiene más de 7.000 reproducciones en Instagram y casi 17.000 en Twitter. “Antes de todo esto yo era cero redes sociales”, comenta el cómico. Al poco se animó a hacer una serie con ese contenido. El sexto capítulo, donde la familia recreaba la película de Bill Murray Atrapado en el tiempo, lo compartió la cómica de moda e incipiente presentadora de su propio programa en Movistar + Susi Caramelo en su cuenta de Instagram y se hizo viral, con más de 168.000 reproducciones. Massana tenía 3.000 seguidores en Instagram y ahora casi 7.000.

¿Dónde está el éxito de estos vídeos? “El secreto son los niños”, tiene claro Massana. “No es porque sea cómico, eso es un aliciente porque soy creativo. La idea es que es una familia en su casa con niños contando cosas muy cercanas, es casi un reality”. Todo esto desde un punto de vista positivo. “El humor es un arma más para enfrentar los problemas. ¿Hay algo mejor que mostrar el dolor y luchar contra él a través del humor? Durante una crisis es cuando es más necesario”, argumenta. Hace unos días una mujer, cuyo padre acaba de fallecer debido al coronavirus, le escribió para contarle que su padre le pedía que le pusiera los vídeos para ver a los niños. “Es muy ilusionante, que algo tan sencillo que hacemos en casa pueda hacer que la gente sonría”.

El contenido que comparte Luis Álvaro Rodríguez, madrileño de 40 años, es algo diferente. No sube vídeos —con excepciones como la canción Es tendencia (el coronavirus)—, se sirve de chistes en forma de frases cortas en su cuenta de Twitter “que no llevan mucho tiempo”, bromea. “A todo el mundo le apetece contar cómo se siente y hacer humor con la situación. Yo estoy tirando más de Twitter y escribo ahí algunas líneas”, comenta para referirse a chistes de una sola frase. Por ejemplo: “He aprendido a valorar las pequeñas cosas, especialmente las microscópicas”, “La final será entre el último virus y Amancio Ortega” o “No son calles vacías, son verbenas en negativo”. Comenta al teléfono: “La gente está más receptiva a contenido sobre la cuarentena, no es buen momento para hacer chistes sobre otra cosa. Hay mucha atención y sí que suben los seguidores”. No sabe la cifra exacta.

La canaria Omayra Cazorla defiende que ella sigue haciendo “exactamente lo mismo”. “Vas cambiando el contenido, claro, según lo que esté ocurriendo en tu día a día. No se puede hacer siempre lo mismo”, matiza. Sí ve un cambio en la interacción de la gente, “que ahora está pegada al móvil, no hay otra cosa que hacer tampoco”. En Facebook, antes tenía 182.000 seguidores, ahora la cifra ronda los 200.000. Sin embargo, para Cazorla, más que ayudarla a sobrellevar esto, supone una presión. “El hecho de estar expuesta y de tratar que estar a la altura todos los días me crea ansiedad y es complicado. A mí me está costando gestionarlo”, admite.

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