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Francia pide a Apple y a Google que limiten la privacidad de los usuarios para crear su ‘app’ de rastreo

Varios países europeos han empezado una búsqueda por su cuenta para crear una aplicación poscuarentena que cumpla sus expectativas

El presidente francés, Emmanuel Macron, asiste a una vídeollamada con miembros desde el Palacio del Eliseo en París este jueves.
El presidente francés, Emmanuel Macron, asiste a una vídeollamada con miembros desde el Palacio del Eliseo en París este jueves.IAN LANGSDON / POOL (EFE)
Jordi Pérez Colomé

La salida del confinamiento es un reto complejo para los países europeos. Una app de rastreo de contagios parece una parte esencial de la vuelta a una aparente vida normal para la mayoría de países. Nadie sabe con certeza aún cómo funcionará, si será eficaz, cuánta gente deberá descargarla para que sea útil, pero en el Reino Unido, Francia o Alemania ya tienen proyectos acabados o en pruebas. Las autoridades digitales de España, por ahora, no tienen nada en marcha: primero, esperan a saber cuáles serán las necesidades de salud pública del país y, segundo, ver cómo se resuelve la confusión europea sobre qué tipo de app se impondrá. También hay, al menos, dos países que han decidido prescindir por ahora de este tipo de aplicaciones: los Países Bajos y Bélgica.

El gran debate europeo sobre la privacidad se centra en cuánta información necesita conocer el Gobierno sobre los contactos de los infectados. Apple y Google pusieron hace dos semanas su tecnología al servicio de un protocolo descentralizado. El ministro de políticas digitales de Francia, Cedric O, ha dicho esta semana que ese sistema es insuficiente porque protege demasiado la privacidad de los ciudadanos: “Pedimos a Apple que elimine la barrera técnica y nos permita desarrollar una solución sanitaria soberana europea que esté ligada al sistema de salud”, dijo O a Bloomberg.

En un sistema centralizado, cuando un ciudadano da positivo, las autoridades son los encargados de avisar a la gente que ha estado en contacto con esa persona. En uno descentralizado, cada ciudadano sabe gracias a su móvil si ha estado cerca de alguien que se ha infectado, y debe encargarse de avisar a las autoridades.

Aplicar el sistema centralizado, el preferido por Francia, es más complicado en los teléfonos de Apple que en los que tienen el sistema operativo Android de Google. Los móviles de Apple no permiten que una app que no esté activa use el bluetooth (herramienta clave para el rastreo). Si la compañía no elimina esta limitación, para usar la aplicación francesa habría que tener la pantalla del móvil siempre activa y sin bloquear, lo que gastaría mucha batería y se convertiría en un problema grave en caso de robo. Android es más flexible para crear un sistema así. Europa tiene un 27% de usuarios de iPhone.

El comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, habló este miércoles con Tim Cook, presidente ejecutivo de Apple. “Hemos mantenido una buena conversación sobre la necesidad de asegurar que las apps de rastreo sean completamente anonimizadas, voluntarias, transparentes, temporales, seguras e interoperables”, escribió Breton en Twitter. Ninguno de esos adjetivos impide en principio la opción centralizada. Breton añadía en su tuit un detalle lingüístico interesante: se refería a las apps “de rastreo” como aplicaciones “de desconfinamiento”, algo socialmente más aceptable. El 16 de abril, Breton tuvo una reunión virtual con el CEO de Google, Sundar Pichai. “Las apps para rastrear contactos pueden ser útiles para limitar la expansión del coronavirus, pero su desarrollo debe hacerse con pleno respeto a nuestros valores y a la privacidad”, tuiteó.

Francia aspira a tener una aplicación a punto el 11 de mayo. El Reino Unido ya está en fase de pruebas con una suya, que también necesita que Apple rebaje la privacidad. Los británicos ya han hecho una prueba en una base militar. El mensaje que recibían los infectados desde el Gobierno en dicho test era: “Si está en un transporte público, vaya a casa por la ruta más directa y esté al menos a 2 metros de la gente si puede, encuentre una habitación donde pueda cerrar la puerta y evite tocar personas, superficies y objetos”. No está claro, según la BBC, que este vaya a ser el mensaje definitivo.

En Italia y Alemania hay otros proyectos en marcha. Junto a Francia, todos están bajo el paraguas de un consorcio formado el 1 de abril llamado PEPP-PT (Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad). Su cabeza visible, el empresario Hans Christian Boos, ha aparecido este jueves en el Frankfurter Allgemeine diciendo que los detalles de estas apps no deben ser debatidos abiertamente.

En Italia, un impulsor de la aplicación, junto a la empresa Bending Spoons, miembro de PEPP-PT, decía en el Corriere: “Hoy damos nuestros datos privados a empresas que nos dan servicio y mandan publicidad: Apple, Google, Amazon, Microsoft. Estamos en medio de una epidemia que mata a 500-600 personas al día y amenaza la salud de todos”. La prioridad ahora, parece insinuar, es acabar con la pandemia al precio de ceder los datos a empresas europeas, no norteamericanas. Fuentes de otro medio italiano, Il Sole 24 Ore, advertían de que la opción italiana en realidad iba a ser descentralizada.

Suiza, que no es miembro de la Unión Europea, apuesta por un sistema descentralizado impulsado por instituciones del país, liderado por una ingeniera española, Carmela Troncoso, y llamado DP-3T. Austria también parece que adaptará su app, lanzada por Cruz Roja y creada por Accenture, a DP-3T. Otros países europeos están en contacto con el sistema suizo y pendientes de su evolución, entre ellos España, aunque sin nada decidido. España tiene el problema añadido de que hay Administraciones autonómicas que están investigando por su cuenta. La desventaja de una solución autonómica está en que si las apps no trabajan sobre un protocolo único no funcionarán cuando se crucen dos personas de lugares distintos.

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Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

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