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El cardenal Cipriani dice que es inocente de las acusaciones de pederastia y arremete contra el Papa por castigarle “sin haber sido escuchado”

El exarzobispo de Lima, del Opus Dei, ataca a Francisco por apartarle en 2019, tras una denuncia, e imponerle el exilio de Perú. Por el contrario, el vicario de la Obra en el país pide perdón a la víctima por no haberle recibido

El papa Francisco y el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, en un encuentro en 2013.
El papa Francisco y el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, en un encuentro en 2013.ARZOBISPADO DE LIMA
Íñigo Domínguez

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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El cardenal peruano Juan Luis Cipriani, apartado por el Papa en 2019 y castigado con el exilio y otras medidas restrictivas tras ser acusado de pederastia, ha replicado que es inocente y ataca a Francisco por la decisión: asegura que se le impusieron estas penas “sin haber sido escuchado, sin haber sabido más y sin que se abriera un proceso”. Lo sostiene en una carta enviada hoy a este diario por correo electrónico, después de que EL PAÍS desvelara el caso este sábado. Este periódico intentó sin éxito recabar su versión de los hechos desde el miércoles por la tarde, pues el Opus Dei, al que pertenece desde hace 62 años alegó que no podía ponerse en contacto con él porque “no depende del Opus Dei, está incardinado en la Santa Sede”.

Por el contrario, el vicario regional de la Obra en Perú, Ángel Gómez-Hortigüela, ha divulgado un comunicado de tono muy distinto pidiendo disculpas a la víctima por no haberla atendido cuando acudió a verle en 2018, tal como relató a este diario: “Pido perdón de todo corazón si no he sabido atender con plena acogida a una persona que deseaba ser escuchada. En 2018, ante la solicitud de una entrevista con el denunciante, sabía que no podía interferir en una acusación formal ya iniciada ante la Santa Sede, que es la vía que corresponde cuando se trata de un cardenal. (...) Hoy me doy cuenta de que podría haberle ofrecido una acogida personal, humana y espiritual”.

Cipriani, que fue arzobispo de Lima entre 1999 y 2019, confirma la información publicada, pero asegura sobre las acusaciones del denunciante que “los hechos que describen son completamente falsos”. Un hombre de 58 años le acusa de haber abusado de él cuando tenía entre 16 y 17 años en 1983 en un centro del Opus Dei en Lima. Afirma que durante la confesión le hacía tocamientos en las nalgas por debajo de la ropa, le acariciaba y le daba besos. Esta persona mantiene que lo contó entonces a responsables de la Obra, pero no hicieron nada. El vicario de Perú de la entidad reitera hoy en su comunicado que “no hay registro de ningún proceso formal” en esa fecha, pero no descarta que se produjera la denuncia: “En esa época no se tenía la misma conciencia que hoy sobre los procedimientos más adecuados para acompañar a los implicados”. Admite que “hoy sería imposible que una denuncia quede sin registro”.

En 2018 esta persona decidió escribir al Papa con el relato de lo ocurrido, animado por la eclosión del escándalo de abusos en Chile y las medidas drásticas de Francisco en ese país. El Pontífice actuó de inmediato, envió a un sacerdote de confianza a reunirse con el denunciante y recabar la información. Además ya había llegado otra acusación contra el cardenal en 2002, que no tuvo recorrido. El Papa dio credibilidad a las acusaciones y forzó el retiro de Cipriani, que en diciembre de ese año cumplía 75 años y, por praxis, estaba obligado a presentar su renuncia a esa edad. Normalmente el Pontífice no la acepta, deja pasar unos años, pero en este caso la acogió en el momento y lo cesó. Luego le castigó con el exilio y le prohibió llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas.

Sin embargo, el cardenal Cipriani, que era uno de los máximos exponentes de la ultraderecha católica latinoamericana, se enfrenta ahora públicamente a las decisiones del Papa y rechaza cómo llevó el caso: “No he cometido ningún delito ni he abusado sexualmente de nadie ni en 1983, ni antes, ni después”. Después hace su reconstrucción de lo ocurrido, que coincide con lo publicado en este diario: “En agosto de 2018 fui informado de que había llegado una denuncia que no se me entregó. A continuación, sin haber sido escuchado, sin haber sabido más y sin que se abriera un proceso, el 18 de diciembre de 2019 el Nuncio Apostólico me comunicó verbalmente que la Congregación para la Doctrina de la Fe me había impuesto una serie de penas limitando mi ministerio sacerdotal y pidiendo que tuviera una residencia estable fuera del Perú. También se me pidió que guardara silencio, cosa que he hecho hasta ahora”.

El prelado opina que “resulta grave que se publique de manera parcial información que parece proceder de documentación reservada por la Santa Sede que ni siquiera yo tengo en mi poder”. En cuanto a la víctima, declara que “a pesar del dolor que todo esto me provoca, no guardo rencor al acusador, rezo por él y por todas las personas que han sufrido abusos por parte del clero católico, pero reitero mi completa inocencia”. “Por desgracia, no es la primera vez que se acusa a un cardenal en falso, con relatos llenos de detalles escabrosos”, afirma.

Traslado a Madrid

Cipriani añade que el 4 de febrero de 2020 tuvo una audiencia con el Papa y “me permitió reanudar mis tareas pastorales”. “Así lo demuestra mi amplia actividad pastoral realizada durante estos años, predicación de retiros espirituales, administración de sacramentos, etc. En estos años fuera de Lima viví en Roma dedicado a mis trabajos como cardenal miembro del Dicasterio para la Causa de los Santos hasta que cumplí los 80 años y me retiré de toda ocupación en la curia romana y me trasladé a Madrid”, resume.

El cardenal reitera en su escrito su “rechazo y repulsa total a los abusos sexuales a menores y personas vulnerables” y su compromiso “con la lucha de la Iglesia para erradicar esta lacra, siguiendo las indicaciones de Juan Pablo II, Benedicto XVI y el especial liderazgo del papa Francisco, poniendo en el centro a las víctimas”.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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