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Gambia da el primer paso para despenalizar la ablación, prohibida desde 2015

“Ver y escuchar a los hombres debatir hasta qué punto se deben mutilar los cuerpos de las mujeres y las niñas es realmente triste”, asegura la activista Fatou Baldeh

Ciudadanos gambianos protestan contra la despenalización de la mutilación genital femenina frente al Parlamento de Gambia, en Banjul, este lunes 18 de marzo.
Ciudadanos gambianos protestan contra la despenalización de la mutilación genital femenina frente al Parlamento de Gambia, en Banjul, este lunes 18 de marzo.Malick NJjie (REUTERS)
José Naranjo

El Parlamento de Gambia aprobó este lunes un proyecto de ley para despenalizar la mutilación genital femenina (MGF), prohibida en este país africano desde 2015. Aunque aún debe superar un último trámite, se trata del primer paso en firme hacia un cambio legal que tiene en vilo al país y que, para las personas que combaten esta práctica, supone una grave vuelta al pasado. De los 47 diputados que acudieron a la votación, 42 se expresaron a favor de la derogación de la ley, cuatro en contra y uno se abstuvo. “Es un retroceso de décadas del mucho y buen trabajo que se ha hecho hasta ahora. La gente está descorazonada, siente una enorme impotencia”, aseguró Adriana Kaplan, responsable de la ONG Wassu Gambia Kafo, que lleva décadas luchando contra la MGF.

Una vez aprobado en el Parlamento, el proyecto de ley pasa ahora a manos de una comisión integrada por diputados que recibirá recomendaciones sobre su contenido y se someterá a una última votación. De superar dicho trámite final, y todo apunta a ello tras la votación de este lunes, Gambia se convertiría en el primer país del mundo en prohibir la ablación y luego despenalizarla. La iniciativa surgió en 2023 de un grupo de líderes políticos y religiosos encabezados por el imam Abdoulie Fatty, un predicador conservador, quien lanzó una agresiva campaña contra la prohibición después de que tres mujeres fueran encarceladas por mutilar a ocho niñas de entre cuatro meses y un año, las primeras condenas que se producían en aplicación de la ley.

“La Constitución establece el derecho a practicar las religiones. Si se arresta a personas por practicar la mutilación genital femenina, eso significa que se les está privando de su derecho a practicar la religión”, aseguró este lunes el diputado Lamine Ceesay durante el debate parlamentario. “Prefiero dimitir que apoyar una ley que arrestará a mis madres y padres por practicar la mutilación genital femenina”, añadió. Precisamente la campaña lanzada por el imam Fatty y sus seguidores ha insistido sobre la idea de que la ablación que se practica en Gambia, a la que denomina “circuncisión femenina”, no es en realidad mutilación genital y que está amparada por el Islam.

Fatou Baldeh, activista gambiana contra la mutilación genital, expresó a través de la red X (antigua Twitter) que “ver y escuchar a los hombres debatir hasta qué punto se deben mutilar los cuerpos de las mujeres y las niñas es realmente triste. Al mismo tiempo, estos hombres continúan trivializando nuestros dolores y sufrimientos por la MGF”. A su juicio, “lo que hemos visto hoy ha sido una manifestación de desigualdad de género en todos los niveles. Cuatro hombres han debatido entre ellos y tres apoyan plenamente la derogación de la legislación. Para acabar con la mutilación genital femenina debemos acabar con todas las discriminaciones contra las mujeres, debemos tener más parlamentarias”.

Para muchas activistas, la despenalización tendrá un impacto muy negativo en Gambia y, además, amenaza con crear una onda expansiva hacia otros países. “Va a aumentar la MGF porque hasta ahora había un marco de referencia, que era la ley. Además, va a crecer la medicalización de la práctica. Lo que dicen estos religiosos es que las circuncidadoras deben entrenarse mejor y tener mejores instrumentos y que, si no, que se medicalice la práctica para hacerlo en condiciones más higiénicas. Y, lamentablemente, puede ser un ejemplo para otros países”, considera Kaplan.

76% de las gambianas, mutiladas

Un 76% de las mujeres gambianas entre 15 y 49 años han sufrido la mutilación genital femenina, según un informe de Unicef publicado el año pasado. La ley aprobada en 2015, cuya intención es acabar con esta práctica dañina para la salud de las mujeres, establecía penas hasta tres años y una multa de unos 773 euros tanto para quien la practique como para quien “la solicite, incite o promueva proporcionando herramientas o mediante cualquier otro medio”, así como la cadena perpetua si dicha ablación conduce a la muerte. Además, establecía una multa de unos 154 euros para quien, teniendo conocimiento de la práctica de la mutilación genital, no lo denuncie.

Sin embargo, hasta el año pasado nadie había ido a la cárcel en aplicación de la ley. Todo cambió en agosto, cuando un juez condenó a una circuncidadora y dos madres por practicar la ablación a ocho niñas. La multa impuesta a cada una de ellas fue de 217 euros o un año de cárcel. Aquí es donde intervino el imam Fatty, conocido por su homofobia, su defensa de la ablación como parte de la religión musulmana y su colaboración con el ex dictador gambiano Yahya Jammeh; pagó las multas para sacarlas de prisión, mientras animaba a los gambianos a continuar con esta práctica sin esconderse. “Si todos acuerdan hacerlo abiertamente, el Gobierno no puede encarcelar a un pueblo entero y mucho menos a todo un país”, dijo entonces.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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