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El número de fumadores sigue bajando en el mundo pese a las maniobras de la industria

Una de cada cinco personas mayores de 16 años consume tabaco, frente a una de cada tres en el año 2000, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud

Un hombre fuma un puro en una carrera de caballos en Los Ángeles.
Un hombre fuma un puro en una carrera de caballos en Los Ángeles.MediaNews Group/Pasadena Star-Ne (MediaNews Group via Getty Images)
Pablo Linde

El tabaco sigue en declive en prácticamente todo el mundo. Si en el año 2000 una de cada tres personas mayores de 16 años fumaba, en 2022 esta porción había bajado a una de cada cinco, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se ha publicado este martes. Esto quiere decir que todavía 1.250 millones de personas mantienen el hábito que más muertes evitables causa, con una industria tabacalera que hace lo que está en su mano por mantener esta cifra lo más alta posible, según la propia OMS.

“En los últimos años, se han logrado buenos avances en el control del tabaco, pero no hay lugar para la autocomplacencia. Estoy asombrado de hasta dónde llegará la industria tabacalera para obtener ganancias a expensas de innumerables vidas. Vemos que en el momento en que un gobierno cree que ha ganado la lucha contra el tabaco, la industria aprovecha la oportunidad para manipular las políticas sanitarias y vender sus productos mortales”, afirma en una nota difundida por el organismo Ruediger Krech, director de Promoción de la Salud de la OMS.

A pesar de todo, la gran mayoría de los países del mundo (150 de los 165 con datos fiables) están avanzando en la batalla contra el tabaco. El informe destaca el éxito de dos de ellos: Brasil, con una reducción del 35% desde el año 2010, y Países Bajos, que lo ha reducido en un 30% en este tiempo. Han usado la estrategia que la OMS denomina MPOWER, siglas que en inglés se corresponden con la primera letra de los seis pilares en los que descansa: vigilar el consumo de tabaco, proteger a la población del humo, ofrecer ayuda para el abandono, advertir de los peligros, aumentar los impuestos y hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio.

Por regiones, el Sudeste Asiático sigue siendo la que tiene más prevalencia del tabaquismo (26,5%), aunque es también la que más ha conseguido reducir el número de fumadores desde 2000, cuando más de la mitad de la población fumaba. La sigue muy de cerca Europa (25,3%, algo por encima de España, donde es de un 24,9%), con un declive mucho más lento, que la convertirá en la región mundial más fumadora en 2030, según las proyecciones de la OMS; para entonces, todavía fumará el 23,1% de su población. En el lado contrario está África, donde solo mantiene ahora el hábito un 9,5% de la población, seguida a distancia por las Américas (16,6%).

El descenso del tabaco se produce en ambos sexos y en todos los tramos de edad. Pero parten de puntos muy diferentes: fuman un 34,4% de los hombres, frente a un 7,4% de las mujeres. En otras palabras, el sexo masculino aporta 1.024 millones de fumadores, mientras son 224 millones en el femenino.

Interferencia de la industria

La OMS urge a los países a acelerar los progresos con las mencionadas políticas y que luchen contra la interferencia de la industria. Sobre esto, publicaron un extenso informe el año pasado la organización STOP y el Centro Global por las Buenas Políticas de Control de Tabaco. Concluía que la industria está “intensificando la interferencia en las políticas de salud pública”.

“Ante la ausencia de medidas preventivas, se repiten tácticas que le han funcionado bien a la industria en el pasado, como hacer contribuciones de responsabilidad social corporativa para acceder a altos funcionarios, bloquear las restricciones y obtener impuestos más bajos para los nuevos productos de tabaco, que enmarca como menos dañinos y libres de humo”, reza este documento.

Incide en uno de los puntos débiles de la reducción del número de fumadores: el uso de vapeadores y cigarrillos electrónicos. El estudio publicado este martes por la OMS no hace estimaciones globales de estas nuevas formas de fumar por la falta de datos homogéneos para todos los países. Este documento tiene el valor de recopilar y homogeneizar datos globales para señalar las tendencias mundiales, pero no aporta nuevos datos para los países en concretos. Se alimenta de encuestas ya publicadas, como la Europea de 2020, en la que se basa para los países europeos, incluida España.

Lo que dicen los sondeos en estos países es que hay una tendencia creciente en los adolescentes en el uso de estos dispositivos, por lo que los expertos señalan que se está convirtiendo en una puerta de entrada al tabaquismo, y no una forma para dejar de fumar, como vende la industria. Se aprovecha de que la legislación no es tan restrictiva para este tipo de productos como para el tabaco convencional. Esto les permite promocionarlas en festivales, venderlos en tiendas donde no se podría comprar cigarrillos normales, o hacer campañas con influenciadores de redes sociales.

España es parte de esta tendencia y el Ministerio de Sanidad ha anunciado que recuperará un plan contra el tabaco que ya debería estar en marcha y que lleva dos años guardado en un cajón. Incluye una nueva regulación a los nuevos dispositivos para fumar que los equipare con el tabaco convencional y sus responsables han anunciado que están estudiando ampliar los espacios libres de humos (lo que podría incluir las terrazas) y aumentar impuestos, medida que se ha comprobado como la más efectiva para reducir el consumo.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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