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¿Está prohibido que los menores de 21 años compren espráis de nata montada en Nueva York?

Un bulo de internet obliga a aclarar la intención de una ley que impide la venta a ese colectivo de cartuchos de nitrógeno, de efecto estupefaciente si se inhala

María Antonia Sánchez-Vallejo
Estudiantes universitarios preparan tartas con nata montada para una fiesta en Hamtramck (Michigan), en 2017.
Estudiantes universitarios preparan tartas con nata montada para una fiesta en Hamtramck (Michigan), en 2017.Carlos Osorio (AP)

Esta historia reúne desinformación, duendes de las redes sociales (los antiguos duendes de la imprenta, en versión actualizada), alta cocina y ciertas dosis de histeria como ingredientes. Afecta a los jóvenes menores de 21 años del Estado de Nueva York, a los cocinillas aficionados a la experimentación en los fogones y a un representante demócrata en el Senado neoyorquino, promotor de una ley que desde el año pasado prohíbe la venta de los cartuchos de nitrógeno para sifones culinarios a esa franja de edad.

Pero la mezcla de todos los ingredientes debió de indigestársele a alguien, quién sabe si por una rápida lectura o tal vez por un exceso de nitrógeno en sangre, y la prohibición de la venta de cargadores para evitar que el óxido nitroso (N2O) que contienen pueda ser inhalado como estupefaciente, se ha convertido estos días en una disparatada tendencia en Twitter. Y de tendencia a presunta noticia: los menores de 21 años tienen prohibido comprar nata montada en el Estado de Nueva York. Así de terminante, y asombroso, era el titular, repetido con insistencia y dando por bueno el bulo.

Confundir la parte con el todo, esa figura retórica de toda la vida llamada sinécdoque, ha obligado a intervenir al propio senador que promovió la legislación (ley S.2819A del Estado de Nueva York, aprobada por la Asamblea legislativa en 2021). Con un mensaje en Twitter, dónde si no, idéntico al colgado en su página web, el senador Joe Addabbo salió al paso aclarando que una cosa es la nata montada y otra muy distinta, el gas del cartucho que permite a los gastrónomos experimentar con texturas y volúmenes sifón en ristre y que, inhalado, tiene un efecto estupefaciente estimulante.

Serpiente de (finales de) verano o no, medios tan serios como el New York Times o la agencia de noticias Associated Press entraron al trapo de la no noticia, para desmontar el bulo y aclarar la prohibición. “Algunos interpretaron una ley destinada a frenar la inhalación de óxido nitroso por los adolescentes como una prohibición total de los espráis de nata batida”, apuntaba sensatamente el diario el miércoles.

Para justificar tan peregrina legislación, que entró en vigor en noviembre, el demócrata Addabbo explicó que en su distrito, Queens, abundaban entre la basura callejera los cargadores o cartuchos vacíos. “Están tirados por ahí en muchas áreas de mi distrito y otras muchas comunidades del Estado [de Nueva York] y la gente llamaba a mi oficina directamente para preguntar qué se podía hacer. Desde que la ley entró en vigor se ven muchos menos cartuchos en mi distrito”, explica para zanjar el polémico asunto. Addabbo, cuya oficina no ha contestado a la solicitud de declaraciones de este diario, recalca en el comunicado la peligrosidad de inhalar N2O e incide en la necesidad de impedir su uso por los jóvenes.

La aclaración de Addabbo, que calificó la polémica de “interpretación totalmente errónea de la ley”, y la comprobación de los medios, supone un alivio para afrontar la recta final del verano: grandes y chicos podrán consumir nata montada a voluntad, a granel. No habrá necesidad de mostrar el carné de identidad, como indicaban los portales pseudoinformativos que propalaron el error: un artículo que así lo afirmaba fue retuiteado más de 5.000 veces en horas. El paso en falso de usuarios de redes, medios de comunicación apresurados y dueños de negocios que denunciaron la supuesta prohibición añade otra muesca al descrédito creciente en el manejo de la información: otra noticia falsa, una más. Pero lo cierto es que el uso recreativo del óxido nitroso, comúnmente llamado gas de la risa, provoca un efecto euforizante y graves riesgos para la salud, y es esto lo que la legislación intenta prevenir, en un país azotado por la crisis de los opioides y en el que cualquier estupefaciente hace fortuna. Fue el lenguaje de la ley que describe los cartuchos como “cargadores de nata montada” lo que generó una confusión generalizada en internet y en las tiendas.

Del episodio, o culebrón si se prefiere, pueden sacarse varias conclusiones, no precisamente tranquilizadoras. Una, el hecho de que las noticias (y las no noticias también) resuciten tiempo después de producirse, como si tuvieran vida propia. Dos, que las serpientes de verano (noticias irrelevantes o sorprendentes para llenar la calma chicha informativa de la estación) ya no son monopolio de la prensa y han encontrado en internet un campo sin límites. Y tres, que la alambicada burocracia estadounidense —ríase la soviética— a veces resulta cuando menos original.

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