Premiados en los Ortega y Gasset a la mejor investigación periodística: “Nuestro pensamiento está con las personas que han sufrido estos horribles crímenes”
El trabajo iniciado en 2018 por el equipo de redactores EL PAÍS, llevó al Congreso de los Diputados a encomendar al Defensor del Pueblo la investigación de la pederastia en la Iglesia Católica española
El manto de oscuridad que durante décadas ha cubierto la lacra de la pederastia en la Iglesia católica española empezó a agrietarse el día de 2018 en que la entonces directora de EL PAÍS, Soledad Gallego-Díaz, llamó a su despacho al periodista José Manuel Romero y le entregó una escueta carpeta, con una veintena de hojas, que contenía lo poco que se había contado al respecto en la prensa hasta esa fecha. Allí había una gran historia y el veterano periodista debía descubrir cómo contarla. Nacía la investigación sobre la pederastia en la Iglesia, cobertura galardonada con el Premio Ortega y Gasset a mejor historia o investigación periodística por sacar a la luz “hechos ocultos y ocultados durante décadas” y dar voz a personas adultas “quebradas por las terribles experiencias de la infancia”.
Se rastreó en los juzgados, se acudió a los estamentos religiosos y se chocó contra aquel manto de oscuridad. Hasta que, en octubre de aquel año, se puso en marcha un buzón de correo electrónico, idea de la directora adjunta Mónica Ceberio, que abrió al periódico una línea directa con la razón de ser de esta investigación: las víctimas. Tal y como ha reconocido el periodista Íñigo Domínguez durante la recogida del galardón: “Las personas que han sufrido estos horribles crímenes han acudido al periódico como su última esperanza ante la injusticia y la impunidad, y no les podíamos fallar”.
La respuesta fue apabullante. Emergía la verdadera dimensión de la historia. El manto de oscuridad se quebraba un poco más. Los periodistas Íñigo Domínguez y Julio Núñez, más veterano el primero, novato el segundo, pero ambos dotados con la pasión, el rigor, el tesón, el valor, la responsabilidad y la sensibilidad que requieren las grandes historias, se hicieron cargo de la investigación. “En el fondo, esta investigación habla sobre la fe”, explica Núñez. “La fe de cientos de personas que un día se sentaron a escribir un correo electrónico con la seguridad de que un periódico de su país les atendería”.
Por el equipo pasaron más periodistas con las mismas cualidades: Oriol Güell, Amaya Iríbar, Joaquín Gil, Paola Nagovitch, Lucía Foraster, Maite Nieto y Emilio Sánchez Hidalgo. Horas y horas de conversaciones con víctimas, de contrastar hechos, de unir cabos. “Son relatos que se quedan dentro de ti para siempre. Es como si un día sales a la calle sin paraguas y te cae una tormenta, y al llegar a casa empapado intentas secarte, pero es imposible: sigues mojado. Lo intentas al día siguiente y tu piel sigue húmeda, pero el agua no desaparece. Esas gotas son las pesadillas de estas víctimas que se adhieren a ti y no se van”, explica Núñez.
La información se fue sistematizando en una herramienta informática, con la ayuda de Daniele Grasso, periodista especializado en análisis de datos. Las víctimas contaban sus historias, algunas por vez primera. Los lectores las leían. Cada historia era otra lluvia de mensajes en la bandeja de entrada del buzón. Aquellas voces quebraban el manto de oscuridad, pero ni la Iglesia ni los poderes públicos parecían escuchar.
Fue entonces, en primavera de 2021, cuando se decidió que había que dar otro paso. Un salto cualitativo. Domínguez y Núñez pensaron que había que elaborar un dosier. Se pusieron a ello al frente de un equipo de la sección de Sociedad. Crearon la primera base de datos de referencia sobre los abusos en la Iglesia católica española. Hasta 251 miembros del clero y algunos seglares de instituciones religiosas acusados de abusos a menores. Sumados a los que ya se conocían hasta ahora y que ha contabilizado este diario, eran al menos a 602 casos —cada uno hace referencia a un acusado— y 1.237 víctimas desde los años treinta del pasado siglo.
Visto el silencio de la jerarquía eclesial española, se decidió acudir a la cima. El 2 de diciembre de 2021, el corresponsal de EL PAÍS en Roma, Daniel Verdú, enlace en El Vaticano del equipo de investigación, entregó al papa Francisco, a bordo de un avión, el dosier de 385 páginas, que también se hizo llegar el 10 de diciembre al presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan José Omella.
El dosier obligó a abrir una investigación sin precedentes en la Iglesia española. Los obispos encargaron una auditoría interna a un despacho de abogados. La Fiscalía General del Estado realizó un recuento del número de procedimientos penales en tramitación en los tribunales españoles. Y el 10 de marzo, con la única oposición de Vox, el Congreso de los Diputados aprobó encomendar al Defensor del Pueblo la investigación de la pederastia en la Iglesia Católica española.
La investigación de EL PAÍS, por su parte, continúa. Centenares de nuevas víctimas siguen escribiendo al buzón desde que se entregó el primer dosier, y los periodistas siguen escuchándolas como a las primeras. Y la apertura de un nuevo buzón para los países de América Latina ha empezado a funcionar. “Nuestro pensamiento está con las personas que han sufrido estos horribles crímenes”, concluye Domínguez. “Haber conseguido que este escándalo saliera a la luz, nos llena de orgullo, también trabajar en un periódico que lo ha hecho posible, a pesar de todas las dificultades, que han sido muchas. Lo hemos hecho por ellos y por todos nosotros, porque una de las aspiraciones más nobles de este oficio, que a veces te hace escéptico, cínico, descreído, te desilusiona, es hacer un mundo mejor. A veces llega a ocurrir, y compensa todo”.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es.
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