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El sospechoso alemán de la desaparición de Madeleine, la última esperanza de un caso atascado tras 15 años

La Fiscalía germana sitúa el móvil de Christian Brückner, un pedófilo y violador que cumple condena por otra agresión, en el área del hotel del que se esfumó la niña en mayo de 2007

Elena G. Sevillano
Caso Madeleine
A Volkswagen camper van, used by a suspect who may be connected to the disappearance of the British child Madeleine McCann 13 years ago, is seen in this undated handout image released by the UK Metropolitan Police. UK Metropolitan Police/via REUTERS THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. MANDATORY CREDIT. Christian Brueckner, principal sospechoso de la desaparición de Madeleine McCann.REUTERS

Los padres de Madeleine McCann no pierden la esperanza. Saben que la probabilidad de encontrar con vida a su hija es “escasa”, pero se aferran a ella cuando se cumplen 15 años de su desaparición. “La incertidumbre crea debilidad; el conocimiento y la certeza dan fuerza, y de ahí que nuestra necesidad de respuestas, de la verdad, sea esencial”, dicen en una carta abierta publicada este lunes. Pasados 15 años, el caso sigue atascado y pendiente de un único hilo del que cuelgan las esperanzas de conocer la verdad de los McCann: un único sospechoso, un alemán de 45 años, llamado Christian Brückner, del que se saben muchas cosas pero que todavía guarda demasiados secretos.

El 3 de mayo de 2007, cuando tenía tres años, Madeleine McCann desapareció de la habitación en la que dormía con sus dos hermanos en un complejo vacacional de Praia da Luz, en el Algarve portugués, mientras sus padres cenaban con amigos en un restaurante cercano. La atención mediática y la desesperante falta de pistas sobre su paradero la convirtieron en cuestión de horas en la persona desaparecida más famosa del mundo. Intervino el Papa, el futbolista David Beckham, la escritora J. K. Rowling. Se publicaron decenas de teorías, la mayoría inventadas, sobre lo que le podía haber ocurrido a la niña. Pero con el paso de los años, el interés decayó. Apenas se hablaba ya del caso hasta que en 2020 un fiscal alemán soltó la bomba: tenían un sospechoso y estaban convencidos de que las pruebas permitirían condenarle.

Sin embargo, también se han sucedido los meses, casi dos años ya, de aquel sensacional anuncio, y Alemania sigue sin acusar formalmente a Brückner. Muchos se preguntan si el fiscal de Braunschweig, Hans Christian Wolters, dispone de algo más que pruebas circunstanciales contra él. El caso parece estancado de nuevo. Y los investigadores alemanes aparentemente no tienen prisa por acelerarlo. El sospechoso está en la cárcel y allí seguirá durante varios años más por una condena previa de violación. A diferencia de Portugal, donde este tipo de delitos prescriben a los 15 años, en Alemania se puede perseguir un asesinato décadas después de haberse cometido, como ha ocurrido recientemente con varios nonagenarios que participaron en los crímenes nazis de los campos de concentración. También para acusar a alguien de homicidio involuntario hay más margen: prescribe a los 20 años.

Wolters suele decirle a la prensa que hay tiempo para seguir investigando. El fiscal es muy cauto en sus declaraciones, pero ha trascendido que el rastreo del teléfono móvil de Brückner le sitúa en la zona la noche de la desaparición de la niña. La prensa alemana ha publicado que hay dos testigos que afirman que el sospechoso admitió haber tenido algo que ver con el suceso. Y se sabe también que la Policía científica ha registrado y tomado muestras en dos vehículos, especialmente en una autocaravana, que Brückner utilizó en la época en la que vivió cerca de Praia da Luz. Wolters está seguro de que Madeleine fue asesinada: “Asumimos que la niña está muerta”, dijo en 2020. Se le ha preguntado muchas veces qué pruebas tiene para afirmarlo, pero hasta ahora ha guardado silencio.

El pasado criminal de Christian Brückner encaja como un guante en la descripción del posible secuestrador de la niña. Abusos sexuales, pederastia, drogas, robos… Su expediente es tan abultado que la justicia alemana todavía tiene pendientes otros juicios contra él. El alemán vivió a temporadas en la zona del Algarve entre 1995 y 2007, y durante varios años residió en una casa situada entre Lagos y Praia da Luz, donde pasaba sus vacaciones la familia McCann. Allí trabajaba esporádicamente de camarero en bares y restaurantes, y cometía robos en hoteles y apartamentos turísticos. La primera vez que se instaló en Portugal lo hizo huyendo de la justicia en Alemania: siendo todavía menor un tribunal lo condenó a dos años de internamiento por abusar de un niño, pero se escapó con su novia al Algarve. Fue extraditado y cumplió condena en Alemania, y al salir volvió a Portugal. También allí fue condenado a cárcel, al menos en una ocasión por robar diésel en un puerto.

El alemán responde al perfil de un psicópata carismático y manipulador, según publicó Der Spiegel, que accedió a informes psicológicos de las autoridades. Ahora cumple condena en la prisión de Oldenburg, al norte de Alemania, por la violación de una mujer estadounidense en 2005, también en el Algarve. Brückner vivía entonces muy cerca de la casa de la víctima. Según la sentencia, se coló en la finca, al parecer para robar, pero acabó atacándola brutalmente y violándola. Los investigadores pudieron asociarle con el crimen gracias al análisis de ADN. Encontraron un solo pelo que fue decisivo para probar la autoría.

El sospechoso de la desaparición de Madeleine McCann ha sido condenado más veces por delitos sexuales. En 2016 por abusar de un menor. Como ya había hecho de adolescente, huyó a Portugal antes de entrar en prisión. Y de nuevo fue extraditado al año siguiente. Se le investiga por más casos aún sin resolver: la violación de una mujer irlandesa en un apartamento turístico del Algarve en 2004; el abuso sexual de una niña alemana en 2007 en la playa; abusos a cuatro niños en un festival en São Bartolomeu de Messines en 2017…

Aunque de vez en cuando la prensa sensacionalista inglesa publica supuestas cartas de Brückner desde prisión en las que asegura que es inocente, lo cierto es que apenas ha hablado con las autoridades alemanas de la desaparición de la hija de los McCann. Este lunes la cadena británica Sky TV publicó que Brückner tiene una coartada para la noche en la que la niña se evaporó de su habitación. Asegura, según este medio, que a la hora de la desaparición estaba muy lejos de Praia da Luz, de camino a Faro para llevar al aeropuerto a una mujer con la que se había acostado en su autocaravana, y que ella puede corroborarlo. El fiscal Wolters, preguntado por Sky, afirma que a ellos no les ha dado ninguna coartada.

Las policías portuguesa, británica y alemana siguen trabajando en el caso. La Fiscalía portuguesa calificó a Brückner como arguido (una figura por la que pasa a ser considerado sospechoso formal, aunque sin acusarle todavía de nada concreto) hace unos días para evitar la prescripción del caso, y pidió a las autoridades alemanas que le interrogaran en prisión. No quiso colaborar. Su abogado asegura que no hay pruebas contra él, sino únicamente indicios.

La Fiscalía alemana podría dar algún paso formal a finales del mes de mayo, como la imputación del sospechoso, pero Wolters ha dejado caer que la investigación continúa y que necesitará tiempo. Salvo que se produzca algún giro inesperado, el alemán constituye la última oportunidad para que los McCann puedan saber qué ocurrió con su hija y puedan tener el “cierre” del que hablan en su carta.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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