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Polémica en la iglesia alicantina por las misas sin mascarilla de un cura negacionista contagiado y por la vacuna del obispo

Nueve de las 11 monjas de clausura de la Santa Faz dan positivo en el monasterio que visitó el sacerdote ahora confinado, si bien no hay evidencia de que fuera el origen del brote, según fuentes eclesiásticas

Rafa Burgos
Operarios de una empresa contratada por el Ayuntamiento de Alicante desinfectan el monasterio de Santa Faz donde ha sido detectado un brote entre las monjas de clausura.
Operarios de una empresa contratada por el Ayuntamiento de Alicante desinfectan el monasterio de Santa Faz donde ha sido detectado un brote entre las monjas de clausura.Manuel Lorenzo (EFE)

Un sacerdote negacionista, Francisco Martínez Noguera, que se resistía a usar mascarilla tanto en el día a día como en los oficios eclesiásticos, se ha convertido en el principal sospechoso de dos brotes de covid-19 que han sembrado de contagios dos centros por los que él pasaba saltándose todos los protocolos de prevención. El primero, la Casa Sacerdotal de Alicante, su residencia habitual, donde 24 personas han resultado infectadas, entre personal y residentes. El segundo, el monasterio de la Santa Faz, donde impartió misa sin protección y en el que nueve de las once monjas de clausura que lo habitan han dado positivo en coronavirus.

Fuentes del obispado reconocen que a Martínez se le reconvino “en varias ocasiones” sobre su negativa a llevar la preceptiva mascarilla. Y también, que en estos momentos está “contagiado y confinado” en la habitación que ocupa dentro de la Casa Sacerdotal, como el resto de afectados. Insisten también en que tanto Martínez como el resto de personal laico y eclesiástico “recibieron numerosos comunicados internos en los que se les explicaba toda la normativa anticovid” seguida por la sede episcopal, “según las instrucciones marcadas” por la consejería de Sanidad Universal y Salud Pública de la Generalitat Valenciana.

Pese a todo, el párroco, que oficiaba misa en diferentes parroquias de la diócesis, se resistía a cubrirse la boca en el templo, en presencia de los feligreses, que, en diferentes momentos, expresaron su queja “de forma verbal, no por escrito” ante representantes del obispado. Sin embargo, las fuentes consultadas episcopales no creen que se pueda atribuir a Martínez el origen de los brotes detectados. “No hay ninguna evidencia, ni por nuestra parte ni por la de la consejería, de que esto sea así”, señalan.

Ni siquiera quieren confirmar que Martínez, tal como han publicado varios medios de comunicación locales, pasara por la Santa Faz, el templo en el que unas monjas de clausura custodian lo que la tradición dice que es una reliquia del paño que usó la Verónica para secar el rostro de Jesús durante el calvario. Sí admite la sede episcopal que “nueve de las once” hermanas agustinas que forman parte de la comunidad están infectadas. Y también, que “personas encargadas del culto” están igualmente “confinadas por contacto con positivos aparecidos en los últimos días”.

De momento, el cabildo de la Concatedral de Alicante, del que depende el monasterio, situado a unos ocho kilómetros de la capital y final de recorrido de una popular romería que tiene lugar el segundo jueves después del Jueves Santo, declara que esta situación ya ha sido puesta en conocimiento de Sanidad y que el santuario está cerrado desde el pasado sábado tras su desinfección, realizada por encargo del Ayuntamiento, patrono del templo.

El revuelo causado por el sacerdote negacionista se une al de la vacunación del obispo, Jesús Murgui, de 74 años, que obligó a una investigación de la consejería de Sanidad. En un comunicado enviado hoy, y firmado por el vicario general de la diócesis, Vicente Martínez, Murgui ha dado a conocer que “renuncia a recibir la segunda dosis de la vacuna” en la Casa Sacerdotal, considerada por el gabinete autonómico una “residencia de mayores”, aunque el jefe de la diócesis reside en un edificio aledaño. Según estas fuentes, Murgui “se pone en manos de la Sanidad Pública para completar su vacunación cuando y como determine la autoridad sanitaria”. El obispado subraya que la primera inoculación se produjo sin que el obispo buscara “ningún trato de favor”, sino “siguiendo la dinámica de las demás campañas de vacunación”, como las anuales de la gripe.

Otra nueva polémica en torno a las vacunaciones es la del secretario de Salud de la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT del País Valenciano, Jesús García, al que han administrado las dos dosis de la vacuna. Liberado sindical y enfermero de profesión, García fue inoculado en el Hospital Doctor Peset de València. El propio dirigente ha reconocido a El Periódico de Aquí que , como liberado sindical, se mueve por todos los centros sanitarios y en ese hospital en concreto le dijeron si quería vacunarse, así que lo hizo. García ha puesto su cargo a disposición del sindicato pero la dirección de la Federación de Empleados de Servicios Públicos, a la que pertenece, no tiene previsto aceptarla porque “entra y sale de hospitales y centros de salud” en el desempeño de su tarea sindical.

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