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Israel registra un nuevo pico de infecciones a dos días de vivir un tercer confinamiento estricto

El país, donde la vacunación arrancó hace cinco días, registra casi 4.000 positivos en 24 horas. Los ciudadanos no podrán alejarse más de un kilómetro de sus casas y cerrarán colegios y tiendas

Ambiente en una calle de Jerusalén este jueves, tres días antes del tercer confinamiento de Israel.
Ambiente en una calle de Jerusalén este jueves, tres días antes del tercer confinamiento de Israel.AMMAR AWAD (Reuters)

Israel vivirá a partir del domingo su tercer confinamiento, en pleno pico de infecciones por coronavirus, con casi 4.000 casos detectados en las últimas 24 horas, la cifra máxima desde hace casi tres meses, cuando el país se encontraba inmerso en su anterior encierro. Los efectos de la campaña de vacunación, que arrancó el pasado domingo, tardarán aún un tiempo en dar resultados, como recordó el director general del Ministerio de Sanidad, Hezi Levy, por lo que para bajar la curva, los ciudadanos no podrán desplazarse a más de un kilómetro de sus casas, y cerrarán colegios y la mayoría de los comercios durante dos semanas.

El Gobierno de Benjamín Netanyahu ha confirmado este viernes 3.958 nuevos positivos (un 4,1% de positividad) y 15 muertos, lo que sitúa los totales en 393.369 y 3.185, respectivamente, en un país con poco más de nueve millones de habitantes. El número de contagios superó los 3.500 por primera vez desde octubre este martes. Levy advirtió de que el cierre, que comenzará a las 17.00 hora local del domingo (una hora menos en la España peninsular), se podría extender dos semanas más si las infecciones no bajan a menos de 1.000 casos diarios. Hay casi un millar de enfermos de covid-19 ingresados, de los que 527 están graves, 167 de ellos en estado crítico, lo que supone “un incremento diario de 70-90 pacientes graves”, señaló Levy, citado por Efe.

“Sabemos que es duro volver a encerrarnos, pese a contar ya con la vacuna, pero no hay otro remedio”, declaró Netanyahu al anunciar la medida este jueves. Las comunidades más afectadas son los judíos ortodoxos y la minoría árabe del país, un 12% de la población general y los sectores más pobres de Israel, entre otros motivos, por seguir celebrando reuniones multitudinarias en bodas, festividades y entierros, en los cuales los participantes no cumplen con las normas sanitarias y el distanciamiento social.

El confinamiento tiene muy pocas excepciones, y, como en las dos ocasiones anteriores, provoca el desconcierto y el hartazgo de los ciudadanos debido a sus idas y venidas. Nunca habían conocido los israelíes tantos profesores en medicina, educación y otros expertos como los que pululan por los medios de comunicación y las redes sociales. La ruptura de la coalición entre el conservador Netanyahu y el centrista Benny Gantz en plena pandemia obligará a Israel a celebrar elecciones legislativas el próximo 23 de marzo, las cuartas en dos años.

El nivel de positivos entre la población general es mínimo, cerca del 2%, en comparación con los registros procedentes de ciudades ultraortodoxas y localidades árabes que, precisamente, habían logrado disminuirlo hace unas semanas. Por ello, la aplicación de las duras medidas a todos por igual, salvo alguna excepción, irrita a gran parte del público. “¡Qué lógica tiene todo esto!”, se quejan comerciantes israelíes y árabes ante la perspectiva del cierre.

Todo israelí que regresa del exterior es transportado desde el aeropuerto a los llamados “hotelitos” para una cuarentena de hasta dos semanas. El miércoles pasado se prohibió la entrada de extranjeros. A mediados de octubre, el país inició una desescalada gradual tras un mes de confinamiento, después de que los casos se dispararan hasta los 9.000 diarios. Pero la entrada en la tercera ola obligó al Gobierno a imponer un toque de queda nocturno el pasado día 9 entre las 19.00 y las 5.00, para tratar de frenar la propagación de contagios durante Januká —festividad judía familiar—, Navidad y Año Nuevo.

Las escuelas, que habían comenzado a recuperar su actividad, aunque con restricciones preventivas, están condenados a un cierre parcial. No podrán abrir comercios, ya al borde de la quiebra, se limita el transporte público y los ciudadanos solo podrán alejarse más de un kilómetro de sus domicilios para acudir a trabajar o comprar bienes esenciales. Estas medidas suponen un coste de unos 3.000 millones de shekels (767 millones de euros) a la semana, según el Ministerio de Finanzas.

Unas 210.000 personas han sido vacunadas con el medicamento de Pfizer y BioNTech desde el inicio de la campaña ―74.000 de ellas este jueves―, pero Sanidad advierte de que aún no se puede bajar la guardia y que quedan meses para alcanzar cierto nivel de inmunidad colectiva. Los primeros han sido el personal sanitario en contacto con pacientes de la covid-19, seguidos por los mayores de 60 años, comenzando con los ingresados en residencias, y sus cuidadores. La población susceptible de vacunarse, sometida a una fuerte campaña oficial, se cuenta por decenas de miles, y menos del 30% se resiste de momento a hacerlo.

El primer ministro, de 71 años, fue el primer israelí en vacunarse, el pasado sábado, “para dar ejemplo” a los ciudadanos de su país y convencer a los indecisos. La aplicación de la inyección a Netanyahu fue retransmitida en directo desde el hospital Sheba, próximo a Tel Aviv, en horario de máxima audiencia nocturna. Se calcula que en abril, habrán recibido las dos dosis del medicamento un 60% de los habitantes, israelíes judíos, árabes musulmanes y cristianos y miembros de otras minorías.

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