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Victoria Rosell: “La cifra oculta de violencia machista ronda el 90%”

La delegada de Gobierno contra la Violencia de Género habla sobre violencia sexual y adelanta algunas cifras de un informe que prepara Igualdad

Isabel Valdés
Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, en el Ministerio de Igualdad.
Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, en el Ministerio de Igualdad.©Jaime Villanueva (EL PAÍS)

El discurso de Victoria Rosell (Murcia, 1968), la nueva delegada del Gobierno contra la Violencia de Género —organismo al que han cambiado la preposición, hasta hace apenas un mes era Delegación del Gobierno para la Violencia de Género— desde el pasado enero, gira en torno al futuro del tratamiento y la protección de las víctimas y cómo hacerlo desde las instituciones. Magistrada, ahora en excedencia, con más de dos décadas de carrera profesional y ligada a la defensa de los derechos humanos, ha sido portavoz adjunta de la asociación progresista Jueces y Juezas para la Democracia y fue juez de control del CIE de Barranco Seco, en Canarias, donde desarrolló toda su trayectoria y donde comenzó también en política, en 2015. Entonces, se presentó como cabeza de lista de Podemos para las Elecciones Generales y fue elegida diputada. Tuvo que dejarlo un año después cuando el exministro José Manuel Soria, su adversario en las Generales de aquel junio, presentó una querella contra ella por un caso que había dirigido. La causa fue sobreseída y el juez Salvador Alba fue condenado a seis años y medio de prisión, 18 años de inhabilitación y 60.000 euros de multa por conspirar contra Rosell. En marzo de 2019 regresó a la política, y volvió a ser elegida diputada en las Generales en abril y en noviembre. Renunció a su escaño para hacerse cargo de la Delegación el pasado enero. En esta entrevista habla sobre violencia sexual, sobre el anteproyecto de ley en ese ámbito y adelanta algunas cifras sobre violencia machista de un informe que prepara el Ministerio de Igualdad.

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Pregunta. Para conocer la realidad de la violencia sexual y poder plantear soluciones hacen falta datos. ¿Hay algún cambio en la recopilación y difusión de cifras que se esté planteando en ese informe que se prepara?

Respuesta. Hasta ahora hemos dependido del Ministerio del Interior, y la violencia sexual, quizás, sea el paradigma de lo que no puede cuantificarse por denuncias puestas en comisaría y excepcionalmente en juzgado de guardia. La cifra de violencia machista que no se denuncia ronda el 90%.

P. ¿Habrá más detalle, como la relación entre agresor y víctima?

R. La presencia de relaciones en el ámbito de las violencias sexuales es de un 82%. Y habrá datos sobre el tipo de relación.

P. Se tiende a creer lo contrario, que la violencia sexual la ejercen más los desconocidos.

R. Por eso, nuestra propuesta de ley integral sobre violencia sexual acompaña estos datos. Hay quien te dice, ¿por qué metes en la norma las facilidades laborales o alternativa habitacional? Este es el dato científico que avala que las soluciones no pueden ser meramente penales.

P. ¿Cómo se contrarresta ese vacío con la ley?

R. 16 años después de la magnífica ley que fue la ley integral contra la violencia de género de 2004, hay que superar ese cuarto título, que es el penal. Esa otra parte que había quedado colgando se acaba de solidificar. La de los otros títulos, las otras certificaciones de tu condición de víctima, que no son una sentencia penal ni una orden de protección.

P. Es ahí donde hay un discurso que disiente y arguye que se vulnera la presunción de inocencia.

R. Es una irresponsabilidad que la gente de un primer brochazo gordo hable de la presunción de inocencia. Los servicios especializados tratan con la víctima no con el agresor, no penan evidentemente al agresor.

P. ¿De todo el anteproyecto, qué resaltaría?

R. Su integralidad, la protección penal es tan limitada que solo actúa después de producirse el hecho delictivo. La reparación, hasta un nivel nunca visto en la legislación española. Entiendo que a las cabezas jurídicas tradicionales, que además han estudiado muy poco de derecho internacional, les extrañe, pero en unos años será un hito en la defensa de los derechos humanos de las mujeres.

P. ¿Qué le ha parecido el debate político que ha generado la ley tras pasar por el Consejo de Ministros [lo hizo el pasado martes]? ¿Cree que ha sido más fuerte la bronca política que el contenido de la ley?

R. Por ahora ha podido más el ruido que el contenido. Se está transmitiendo de una manera irresponsable un contenido incluso disuasorio.

P. Pablo Iglesias habló después sobre el machismo alrededor del anteproyecto, ¿ha sentido machismo a lo largo de su carrera?

R. Sí, por supuesto que he sentido machismo a lo largo de mi carrera, más hace 20 años que ahora, pero por encima del que haya sentido yo, me preocupa, y es mucho más grave, el que hayan sentido víctimas de violencia de género y de violencias machistas a quienes se ha juzgado con unos prejuicios y unos estereotipos de género y unos sesgos machistas que han convertido algunas sentencias en paradigma de la injusticia patriarcal,

P. ¿Y durante la redacción de esta ley?

R. No, ni en el equipo interno que elaboró la proposición de ley al Congreso, al cual me sumo cuando entro en la Delegación porque en aquel entonces era magistrada, ni en los equipos con los que se ha negociado posteriormente, tanto de Justicia como de otros ministerios. Donde he sentido machismo ha sido en los comentarios posteriores y en gente que sin haber leído la ley y algunos sin tener ni idea de derecho o habiéndole dado un vistazo, nos ha tachado de incapaces o chapuzas cuando en realidad lo que se ha sacado de esta ley es poquísimo y el avance en términos de derechos humanos y de adopción del Convenio de Estambul por parte de las leyes españolas va a ser un hito en la protección de los derechos humanos de las mujeres a nivel mundial.

P. Volviendo a ese informe, ¿hay algún dato más que choque con la idea preconcebida de violencia sexual?

R. En los lugares. El sitio mayoritario donde se produce una agresión es en la casa del agresor, un 20,1%; después, donde vivía la entrevistada, un 18,5%, y en casa de una tercera persona, un 9,7%. Te acercas ya al 50% en domicilio, que es donde creemos que tenemos la parte más segura de nuestra vida.

P. En cuanto a las agresiones múltiples no hay consenso sobre si aumentan estas, las denuncias o ambas. ¿Cuál es su perspectiva?

R. No tengo esa respuesta y sería imprudente darla. Pero creo que hay datos para sospechar que están creciendo. Lo que tenemos ahora es que los delitos cometidos por más de una persona son un 12,4%.

P. ¿Hay números con los que comparar?

R. No. Podemos mirar a partir de ahora cómo evoluciona, pero dudo mucho que la sensación social sea un espejismo. La falta de una educación afectivo-sexual institucionalizada y de calidad y pública; los jóvenes que cada vez antes acuden al porno y el porno cada vez más brutal y más violento. No tiene nada de sexual ver en una imagen ver a un hombre golpeando a una mujer, sabes dónde va porque es porno, pero estás viendo dominación y poder, no sexo.

P. ¿Y en cuanto a las denuncias?

R. También lo creo, lo creo en general en los delitos de violencia sobre la mujer. Tanto por la acción, por movimientos tan liberadores como el Me Too o el Cuéntalo, como por la reacción del patriarcado más machista, radical y violento. Y radical lo uso a propósito, no somos nosotras las radicales de los derechos humanos, son ellos los radicales machistas. La reacción es claramente tratar de estigmatizar a las mujeres que denuncian y minar su credibilidad y eso es una forma de amparar y proteger y de encubrir la violencia sexual.

P. El contexto social en España ha cambiado desde aquellos delitos contra la honestidad, y se ha acelerado ese cambio en los últimos años. ¿Qué revisión hace?

R. Pese al dolor y la angustia que arrastramos y que no quiero obviar, si tuviera que resumir en cinco palabras la evolución de la Justicia diría lo que dijo la sentencia del Tribunal Supremo sobre La Manada: “No es abuso, es violación”. Y no fue el Supremo el que la inventó, fue la calle, fueron las mujeres intentando cerrar la brecha que nos separaba de la judicatura.

P. ¿Habrá otras reclamaciones del movimiento feminista que se materialicen en esta legislatura? ¿Por ejemplo esa estadística paralela que se comenzó con el anterior Gobierno para incluir a las mujeres asesinadas fuera de la pareja o expareja?

R. Sí, estamos en ello con toda la rigurosidad que precisan los datos. Y vamos a mantener por separado la de pareja o expareja. Si todas las víctimas de violencia de género se incluyeran en una sola estadística, se desbordaría. En esto, por cierto, soy contraria a dar solo la cifra anual, porque cuando te han asesinado a 30 de diciembre da la sensación de que la institución te deja de acompañar el 1 de enero, y eso es gravísimo, parece que se hace borrón y cuenta nueva. Me parece olvido institucional y es algo que no puede suceder.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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