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La noche en que Plácido Domingo desapareció del Met sin dejar rastro

Solo una breve nota daba cuenta de la salida por la puerta de atrás del español, que canceló su aparición en el Macbeth después de 51 años de éxitos en el teatro neoyorquino

Carlos E. Cué
Placido Domingo en el centro deportivo y cultural 'St Gellert Forum' en Hungría, el pasado 28 de agosto.
Placido Domingo en el centro deportivo y cultural 'St Gellert Forum' en Hungría, el pasado 28 de agosto.Attila KISBENEDEK (AFP)

Un minúsculo trozo de un folio encartado en la página 21 del programa dio cuenta, sin explicaciones, del final de 51 años de carrera de Plácido Domingo en el Metropolitan Opera de Nueva York, uno de los templos mundiales de la ópera. “En la representación de Macbeth de esta noche, el papel principal será cantado por Zelico Lucic, en sustitución de Plácido Domingo”, rezaba la escueta misiva. Dos líneas. Sin decir por qué, aunque todos los asistentes eran conscientes de que tras la decisión se encuentran las denuncias por acoso sexual de una veintena de mujeres, de las que solo dos han dado su nombre.

El tenor ya había anunciado que renunciaba en un comunicado enviado a The New York Times el martes, un día antes del estreno y presionado por la dirección del teatro y por algunos colegas, que primero le apoyaron y luego exigieron su renuncia. “Aunque rechazo firmemente las acusaciones en mi contra, y me preocupa el ambiente en el que la gente es condenada sin el debido proceso, tras reflexionar creo que mi aparición en esta producción de Macbeth quitaría atención al duro trabajo de mis colegas en el escenario y detrás del telón. Como resultado, he pedido ser retirado [del cartel] y doy las gracias a los responsables del Met por aceptar mi petición”, señalaba el texto.

El cantante español debutó en el Met con 27 años. En 2018, se organizó un gran homenaje por sus 50 años de triunfos, 21 de ellos como la estrella que abría la temporada, un récord que superó los 17 del mítico Enrico Caruso. Solo en el Met, el tenor ha cantado 700 veces con 52 papeles diferentes, según recordaba el programa que no dio tiempo a cambiar y que le tendrá ya para siempre como la estrella de este último Macbeth que nunca cantará. Su regreso parece imposible tras el escándalo.

Si alguien echaba de menos a Domingo, no lo hizo saber. El espectacular teatro se había llenado para asistir a la actuación del español y de la soprano Anna Netrebko, una estrella absoluta que enloqueció al público neoyorquino y triunfó con su cruel lady Macbeth como si nada hubiera pasado. Netrebko fue precisamente de las que apoyaron hasta el final que su compañero debía actuar, y lo dijo públicamente. Pero viendo la ópera y el montaje final, no es difícil imaginar los momentos de tensión que podrían haberse vivido en el público con algunas escenas del matrimonio Macbeth en la cama tramando sus crímenes. La posibilidad de que se produjera algún abucheo era real.

Todo indica, según el New York Times, que fueron representantes del coro y la orquesta del teatro los que más presionaron para que el tenor no actuara por respeto a las víctimas que han denunciado los abusos. Finalmente, el cantante y el teatro se pusieron de acuerdo en que la situación era insostenible y la carrera del español en uno de sus grandes templos de su arte se cerró por la puerta de atrás.

En los corrillos, algunos aficionados comentaban el parecido físico que guarda el sustituto, Lucic, con Domingo, pero no en la voz, que consideraban inferior. Desde lejos ambos se podían incluso confundir entre los espectadores menos informados, aunque los aficionados conocían perfectamente la situación, otro de los temas de conversación en los pasillos del fastuoso teatro de la élite intelectual y económica neoyorquina. Pero después de un arranque dubitativo y con muy pocos aplausos en las primeras arias —no es fácil sustituir a un gigante en el último momento— Lucic acabó triunfando. Menos que Netrebko, aclamada en pie y a gritos, pero fue un éxito al fin y al cabo. Solo se oyó un leve silbido de crítica que fue rápidamente acallado por los aplausos.

Si hubiera tenido tiempo, la organización seguramente habría borrado el nombre del tenor del programa impreso. Por delante, tiene una decisión más complicada. La leyenda de Domingo en este teatro es tan importante que en un lugar muy destacado, bajo la escalera principal, a la entrada del museo y a la vista de todos los que entran, hay un enorme cuadro del tenor en pose majestuosa, en el momento cumbre de su larga carrera. ¿Lo quitarán? El caso Domingo no ha hecho más que empezar.

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