La fiesta de la independencia de América Latina se vive en todos lados
Sin importar qué tan cerca o lejos estén de su país, las fiestas patrias unen a los latinos bajo un mismo sentimiento
América Latina se llena de banderas y fuegos artificiales en septiembre. Desfiles, comida, música y reuniones con familia y amigos son actividades comunes para celebrar la independencia de Brasil, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, México y Chile. Y aunque algunos como Nicaragua y Honduras hayan pasado la fecha entre manifestaciones, es un motivo de unión para los latinos, sin importar qué tan cerca o lejos estén de su patria. “Es importante que los ciudadanos de los respectivos países conmemoren sus independencias, es el inicio de su recorrido como país, como nación independiente y yo creo que eso per se sí merece ser conmemorado”, sostiene Roberto Breña, profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México.
Los mexicanos celebran con “el día del grito”, los chilenos lo conocen como “el 18”, y los centroamericanos lo conmemoran bajo un mismo nombre. Además de que algunos movimientos coinciden en que iniciaron en el mismo mes, o incluso en el mismo año de 1810, los festejos pueden tener otras similitudes, pero para Breña el más característico es el de México debido a cómo se desarrolló: “Quizá el más peculiar de todos sea el mexicano porque no empieza en la capital, empieza en una provincia; porque tiene un carácter popular muy marcado desde el principio, porque al frente están un sacerdote y luego otro sacerdote; porque el territorio de la Nueva España se mantiene prácticamente intacto cuando se declara la independencia y en cambio hay muchas que se subdividen en muchos territorios en América del Sur”.
En la actualidad, la fiesta de los mexicanos empieza la noche del 15 de septiembre cuando se reúnen en plazas importantes para recordar el grito de independencia que dio el cura Miguel Hidalgo y que marcó el comienzo del proceso de descolonización nacional. Entre comida típica, música de mariachi y tequila, la celebración se extiende hasta el 16 de septiembre con actos cívicos como desfiles. Al igual que en México, pero el día 18 de septiembre, los chilenos sacan sus banderas con orgullo a las plazas, se reúnen en fondas para festejar con sus seres queridos y comparten pisco, asado y empanadas.
La forma de festejar de los países latinoamericanos podrá ser similar, pero el experto en independencias hispanoamericanas asegura que los eventos que conmemoran no son iguales. “[Lo que pasa en México] es un levantamiento popular dirigido por un sacerdote, que no se parece en nada a lo que pasa en el cabildo abierto de Santiago de Chile, en donde la élite criolla controla todo lo que pasa. Y tampoco se parece a lo que sucede en Quito dos días después, porque en esa reunión del 20 de septiembre ellos deciden seguir obedeciendo a la regencia de España, otra cosa es que después cambien de parecer”.
Aun así, explica que no se pueden ver las independencias de manera aislada, pues todos esos territorios se estaban separando del imperio español y por lo tanto había muchas similitudes en términos de idioma, de religión, de sistema político entre un territorio y otro, “no podía haber muchas diferencias porque estamos hablando de un solo imperio”.
Una independencia por casualidad
Los países de Latinoamérica no se pusieron de acuerdo para iniciar al mismo tiempo la lucha por su libertad. Sin saberlo, Napoleón Bonaparte ayudó a que estos procesos iniciaran, pues la conmoción que causó la invasión de su ejército a España en 1808 llegó hasta la América española, y los que empezaron como levantamientos para guardar la soberanía de Fernando VII, terminan en movimientos de independencia.
“Estamos a principios del siglo XIX entonces no hay ninguna especie de gran conspiración ni nada por el estilo. Para 1810 la América española ya tenía dos años de haber empezado a agitarse porque lo que empieza todo es la invasión napoleónica de España y eso es en 1808, entonces para cuando suceden esas cosas en América, América ya tenía un tiempo de que las cosas estuvieran revueltas”, aclara Roberto Breña.
Según el investigador, ninguno de los movimientos de América comienza siendo independentista, sino que en el camino se fueron dando cuenta que la crisis de la monarquía española era tan grande que podían aprovechar la situación. Y en vez de guardarle la soberanía a Fernando VII, los territorios se comenzaron a declarar independientes paulatinamente.
“Las historiografías nacionalistas del siglo XIX nos quisieron hacer pensar que todos queríamos ser independientes desde el día uno, pero mucha gente quería seguir siendo parte de la corona española. Lo raro hubiera sido lo otro. Si durante 300 años habíamos sido parte de ella, es natural que a la mayoría de la gente se le haga eso lo normal y diga ‘a mí no me importa seguir siendo parte de la corona española’. Lo anormal sería pensar que de un día para otro la inmensa mayoría de los americanos, de los españoles americanos, querían ser independientes”.
Así que, por una casualidad, y por un evento que sucedió fuera del continente, América Latina celebra ahora más de 200 años de independencia.