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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El perro y la rabia

Es habitual identificar deducción con beneficio fiscal. Sin embargo, una partida deducible no es más que una partida que se resta

Es habitual identificar deducción con beneficio fiscal. Sin embargo, una partida deducible no es más que una partida que se resta. Las deducciones pueden ser consideradas como un beneficio fiscal, porque algo que no debería restar, efectivamente resta de lo que un contribuyente tiene que pagar. Sin embargo, hay beneficios fiscales que no son deducciones, como las cuantías exentas; y, viceversa, deducciones, partidas a restar, que son imprescindibles para que un contribuyente pague por su capacidad económica y no por otra cosa.

Casi todo el mundo está de acuerdo en que en España los impuestos, sobre el papel muy elevados, recaudan poco. Esto no sólo se debe a la crisis económica, que ha hecho mella en la renta de los españoles, ya que España ha tenido la mayor caída recaudatoria de los países desarrollados. Además, nuestra conciencia fiscal que ya era laxa, se ha visto debilitada por los continuos escándalos con dinero público y por una lamentable amnistía fiscal. Otra razón es la falta de medios en la lucha contra el fraude fiscal: España invierte proporcionalmente menos en lucha contra el fraude que los países de nuestro entorno.

Una última razón de la poca recaudación es la defectuosa regulación de nuestros impuestos, compleja, sometida a continuos cambios, y que tiene tipos elevados y muchos beneficios fiscales. Ante este panorama, el Gobierno siguiendo las “recomendaciones europeas” ha nombrado una comisión de expertos para realizar una reforma integral del sistema impositivo. Los objetivos del comité, para el ministro Montoro son obtener recaudación, favorecer el crecimiento, y, por último, distribuir equitativamente la carga tributaria. Fijar estos objetivos es tanto como reconocer que esto no se cumple.

“España vuelve a situarse, desde el punto de vista fiscal, como uno de los lugares más hostiles”

Recaudar equitativamente y favorecer el crecimiento pueden parecer objetivos contradictorios, y de alguna forma lo son, por lo menos a partir de un nivel de recaudación muy elevado. La eliminación de deducciones parecería la forma de cuadrar este sudoku. Sin embargo, cuando se anuncia esta reforma, el FMI nos pronostica un crecimiento menor, derivado precisamente de los ajustes fiscales. Coincido con el análisis, porque sin inversión no hay crecimiento económico ni creación de empleo. El impuesto que más afecta negativamente a la inversión es el impuesto de sociedades. Pues bien, aunque el debate fiscal se está centrando en la necesidad de bajar impuestos, la realidad es que en medio de una recesión gravísima, en los últimos tiempos se han subido de forma drástica todos los impuestos, entre ellos el de sociedades.

Esto se ha hecho mediante la eliminación de partidas deducibles. Sin embargo, aunque se ha acabado con beneficios fiscales injustificables, como la libertad de amortización, también se han limitado la deducción de gastos reales como los financieros, o recientemente, las pérdidas en empresas participadas. Estas permitían ingenierías fiscales que debían cortarse. Pero en lugar de buscar normas técnicamente precisas, como las de otros países, incrementando el control de la Inspección, se ha optado por el planteamiento de “muerto el perro, se acabó la rabia”. Esto permite recaudar más, pero en algunos casos implica que las empresas paguen por beneficios que no tienen. Además, se ha hecho por sorpresa y con efectos retroactivos. Esto incide negativamente en la inversión, el crecimiento y finalmente recaudamos menos: se nos muere el perro.

Por otra parte, estamos en un Estado de excepción fiscal. Con unos tipos impositivos disparatados en el IRPF, entre los más altos del mundo. En el impuesto de sociedades, se limitan la compensación de pérdidas o la amortización de las inversiones. España vuelve a situarse, desde el punto de vista fiscal, como uno de los lugares más hostiles del mundo. Esto se puede admitir una temporada, pero prorrogarlo hasta 2015 no es una buena idea. Si queremos una fiscalidad equitativa y crecimiento, hay que cambiar el rumbo: debemos recortar gastos y no exigir una recaudación que no podemos obtener sin grave merma del crecimiento económico. Además, hay que recortar tipos y eliminar deducciones, cuando son beneficios fiscales injustificados pero nunca gravar beneficios que no son reales. Por encima de todo, hay que acabar con un Estado de excepción fiscal, sino queremos que, inevitablemente, se prorrogue el Estado de excepción económico. Ambas cuestiones están ligadas. Hay que acabar con la rabia, pero sin matar al perro.

Francisco de la Torre Díaz es inspector de Hacienda del Estado.

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