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CAFÉ CON... BELÉN DEL VALLE

“Los fiscales no son máquinas de acusar”

La primera mujer fiscal de España asegura que siempre fue "uno más" entre sus compañeros

Del Valle asegura que nunca se arrepintió de una sola decisión.
Del Valle asegura que nunca se arrepintió de una sola decisión.PACO PAREDES

La primera mujer fiscal de España, Belén del Valle, acaba de jubilarse tras casi 39 años de ejercicio. Lo hace con la convicción de que ahora podrá hacer muchas más cosas —“las personas no solo servimos para trabajar”— y con la seguridad de haber cumplido con su profesión bajo tres premisas: “La Justicia es necesaria”, “los fiscales no son máquinas de acusar” y “lo importante es hacer bien tu trabajo”.

Belén del Valle (Cangas de Onís, Asturias, 1943) es una mujer campechana y nada ceremoniosa. Desde la cristalera de una cafetería cercana al Palacio de Justicia de Oviedo, la sede en la que en los últimos 10 años ejerció como teniente-fiscal de Asturias, contempla sin nostalgia el que ha sido su centro de trabajo: “Hay que dejar sitio a los jóvenes, que llegan muchísimo mejor preparados que nosotros”.

Da la impresión de ser una mujer con fuerte personalidad, pragmática y acostumbrada a ser resolutiva. Y lo confirma cuando esboza su concepción del Ministerio Público. “Un fiscal no está solo para acusar sino para aplicar la ley. Y cuando un fiscal ve que no hay pruebas, retira la acusación porque es su obligación. Un gran jurista, Adolfo de Miguel, decía que el Ministerio Fiscal es la magistratura del amparo”. Y cuando la sentencia es contraria a la posición de la acusación pública, el fiscal, afirma, tampoco debe sentirse “derrotado”. “El fiscal siempre puede recurrir, pero para esto hay que tener base”. Ya cuando preparaba la oposición aprendió que “los asuntos se defienden como propios y se pierden como ajenos”.

En 1974 fue “normal” que una mujer quisiera ser fiscal: “la sociedad estaba abierta a ello” 

Ahora, tras casi cuatro décadas de ejercicio, se va con la conciencia tranquila: “Nunca me arrepentí de ninguna decisión. Es un trabajo de responsabilidad, pero también el de un médico, que tiene la vida del paciente en sus manos. Si lo haces bien, con la ley en la mano, y actúas de corazón, no hay motivo para ello. Eso sí, el trabajo hay que hacerlo bien”. Mientras toma un café solo —jamás con leche, pese a ser de tierra de pastos y ganado, al pie de los Picos de Europa—, Del Valle (la primera mujer en acceder a la Escuela Judicial, en 1973, y la primera en convertirse en fiscal, en 1974) asegura, tras su paso por las fiscalías de Tenerife, Orense, Oviedo, de nuevo en Tenerife y otra vez en Oviedo, que jamás su condición de mujer afectó a su trabajo. “Nunca recibí un trato diferente. Yo era uno más. Y la relación con mis compañeros siempre fue maravillosa”. Hoy, sostiene, hay muchísimas mujeres en la fiscalía y en la judicatura —en la cafetería acaba de saludar a dos juezas—, pero cuando ella empezó, en 1974, también se vio como normal porque la sociedad española, asegura, “estaba abierta a ello”. Solo recuerda el caso de un acusado al que le oyó decir: “¡Díos mío, me ha tocado una mujer!”. “Creo que pensó que, por ser mujer, iba a ser más dura. Pero no hay diferencia. Se trata de interpretar el Derecho y para eso lo que se precisa es estar preparado”.

Las lecturas no jurídicas, los viajes, la cocina (sobre todo, su especialidad: la sopa de pescado), “estar en casa”, “no madrugar”, “salir de copas” y estar más tiempo con su familia serán desde ahora algunas de sus ocupaciones. Seguirá formando parte de la Academia Asturiana de Jurisprudencia y no faltará a la cita anual con sus excompañeros de la 21ª promoción de la Escuela Judicial. “Yo no me aburro nunca”, confiesa al despedirse.

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