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Prada o el valor de la sencillez en tiempos complejos

La casa milanesa ha presentado su colección para la próxima primavera con un video rodado en su Fundación y dirigido por cinco artistas distintos

prada
Prada / Juergen Teller

El desfile que nunca ocurrió. Así, de esta forma tan literal, ha titulado Prada su colección para la próxima primavera. Parece que ha pasado un siglo de aquel domingo de febrero, con Italia a punto de confinarse, cuando Miuccia se sentó junto a Raf Simons para anunciar que Prada sería un dueto creativo.

A pesar de que la mano de Simons aún no ha podido notarse de forma explícita(su debut en la casa milanesa será en Septiembre) su trabajo ya está, de algún modo, presente. No solo por el rigor estético que se desprende del vídeo, también porque uno de los cinco capítulos está filmado por su mano derecha en términos de imagen, el fotógrafo Willy van derPerre. “Queríamos grabar la colección de un modo honesto, desligado de los envoltorios típicos de la moda”, ha explicado el artista de su trabajo, que refleja el movimiento de los modelos en sobrios trajes negros.

El segundo capítulo, dirigido por Juergen Teller, explora las contradicciones propias de Prada, una firma que basa su celebrada estética en la fusión de códigos opuestos. Los modelos posan y pasean por una fábrica (en realidad son los entresijos de la Fundación Prada) con prendas que juegan a no ser lo que parecen: chaquetas que podrían ser sobrecamisas industriales, vestidos de nylon que podrían ser monos de trabajo o conjuntos monocromáticos (blancos o negros) tan minimalistas que podrían pasar por uniformes.

“En tiempos complejos las prendas deben convertirse en algo poco ostentoso, casi herramientas para la acción y el movimiento”, afirma Miuccia en la nota de prensa. De ahí que también el resto de capítulos que componen este show que nunca ocurrió sean también una especie de reflexión sobre el acto mismo de vestirse: la parte dirigida por Joanna Piotrowska se enfoca en los detalles que emergen del cuerpo vestido en movimiento; el capítulo de Martine Syms dialoga con las texturas (del tratamiento cinematográfico antiguo a la ‘estética’ de la pantalla del móvil) y el de Terence Nace juega con los reflejos que devuelven los espejos de la fachada de la Fundación. Esta vez el edificio, actual sede de sus desfiles ‘analógicos’ no se ha decorado con una temática específica, pero sus salas, del teatro al sótano, han dado pie a cinco escenas muy distintas para una misma colección. Multiplicidad en la simplicidad, complejidad en el minimalismo, tanto en las escenas como en las prendas, que son una vuelta a los códigos que encumbraron a Prada en los noventa: sobriedad, funcionalidad y obsesión por los detalles ‘contradictorios’(zapatos Oxford con cierre de velcro, lazos en vestidos con cremalleras, faldas ampulosas confeccionadas con tejidos técnicos….). Ropa aparentemente fácil para afrontar lo difícil.

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