Haz un pantallazo y denuncia: qué hacer si tu foto debajo de la falda acaba en una web porno
El caso del hombre que ha grabado a 555 mujeres sin su consentimiento expone la problemática frente a depredadores de este tipo. El ‘upskirting’ está tipificado con penas de cárcel en el Reino Unido o Australia, pero la falta de un marco legal ha provocado que en Corea del Sur miles de mujeres se hayan manifestado.
El hombre de 55 años arrestado ayer por la Policía Nacional había grabado las partes íntimas de más de 555 mujeres en el metro de Madrid, la red de Cercanías y en varios supermercados. En esos escenarios había conseguido hasta 283 vídeos. Clips que editaba en su casa añadiendo canciones o ralentizando escenas. Si conseguía sus caras, mejor. Según ha informado el cuerpo policial, grababa a sus víctimas –sin importar su edad, hay dos menores en los vídeos– todos los días, en los trayectos a su trabajo, de forma «compulsiva» y sin que ellas fueran conscientes de ello. Del análisis de los vídeos, los agentes han determinado que había repetido y perfeccionado su forma de operar: tenía el móvil escondido en un pasamontañas dentro una mochila que colocaba bajo las piernas de las mujeres. Se había creado un perfil en una página web porno que contaba con 3.519 suscriptores, 84.594 visitas y un total de 1.367.999 visualizaciones de sus publicaciones.
El arrestado no es el único que se dedica a grabar por debajo de las faldas de las mujeres. Basta con teclear Upskirt en Google. Casi 300.000 resultados con multitud de webs que alojan vídeos de aspecto amateur o robados donde se graban las partes íntimas de las mujeres sin que éstas se den cuenta. El término anglosajón upskirting describe la acción tomar una fotografía con connotación sexual de forma intrusiva por debajo de la falda de una mujer y sin el consentimiento de ésta. Los depredadores que lo practican lo suelen hacer en el transporte público, discotecas o aprovechan multitudes para que la víctima no sea consciente de que le están tomando la foto.
España se encuentra con su primer caso de alta magnitud mediática respecto a esta práctica voyeurística que atenta contra la intimidad de las mujeres, una ofensa más que arraigada a escala global. En Reino Unido es un delito criminal desde el pasado mes de abril, después de que la activista Gina Martin presionara a la Cámara de los Lores para que quedase tipificado en la ley. Martin pilló a un tipo grabando debajo de su falda en un festival, fue a denunciarlo a la policía y allí le dijeron que no existía delito ninguno. Veinte meses después, se aprobó la conocida como ley del Upskirting, que permite a la policía poder detener en el momento a aquellos sospechosos de practicarlo. Los depredadores se podrán enfrentar hasta una pena de hasta cinco años.
Cómo actuar si nos hacen ‘upskirting’
Más allá del avance de Reino Unido en este ámbito o de Escocia, Australia y Nueva Zelanda, que también lo tienen tipificado como delito en sí, la indefensión de las mujeres sin un marco legal específico para estos casos según el país en el que suceda es latente. La abogada Paula Ibañez remite al artículo 197 del Código Penal, donde se especifica que si «se vulnera la intimidad de otro» con «artificios de grabación o escucha» el acusado puede ser enfrentarse a la cárcel, «castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses».
Tal y como recordaba Lara Sánchez de Aba Abogadas aquí, si encontramos esa imagen en unos de estos infinitos foros de internet, Sánchez recomienda hacer pantallazo y denunciar, porque la policía puede rastrear la IP y dar con el mirón en cuestión. En este caso, según la abogada, se podría aplicar una condena de hasta cinco años por lo penal, por el delito de revelación y descubrimiento de secretos. También se podría demandar por lo civil, como intromisión a la intimidad, y demandar una compensación económica. Por su parte, Consuelo Abril, abogada especialista en violencia de género, indica que frente al caso español que ha trascendido se podría actuar de tres formas: «en un primer momento, se está atentando contra la intimidad de la víctima; en segundo, se difunde su imagen sin su consentimiento y, en tercero, se prueba después que se hace de forma reiterada».
El consumo normalizado de este tipo de vídeos ha propiciado su expansión más allá de los servidores pornográficos. En Reddit son tradición desde hace años y sin solución aparente los hilos de ‘creepshots’: fotos de féminas publicadas en la red, robados sin permiso o conocimiento de causa, en los que las protagonistas suelen aparecer en minifalda o en los que se intuye su ropa interior. Uno de los más populares fue el caso de un usuario que denunció cómo un profesor de instituto llegó a colgar un álbum de sus alumnas, menores, en minifalda sin ser penalizado.
En España, las resoluciones judiciales respecto a estos tipos de casos son ambiguas, según recogía la Cadena Ser en 2014, un hombre fue detenido en en Covelo, un municipio de Pontevedra, por grabar a las mujeres por debajo de la falda cuando caminaban por la calle. Al igual que el depredador arrestado hoy, escondía el teléfono en un bolso que acercaba disimuladamente a las víctimas. El hombre fue imputado por un delito contra la intimidad de las personas, aunque el juez determinó que se trataba de una falta y no un delito, al no verse dañada la imagen de las mujeres por no poder vérseles la cara. Sin embargo, sí que se ha sido condenado con tres delitos contra la intimidad al trabajador del Tribunal Económico de Toledo que grababa a sus compañeras. En el caso del dueño del bar que grabó a 326 mujeres, el fiscal solicitó una condena de 333 años de prisión por 98 delitos contra la intimidad (descubrimiento y revelación de secretos) y 22 delitos agravados contra la intimidad, puesto que esas 22 víctimas eran menores edad, pero el juez calificó todos los delitos dentro del denominado “concurso ideal homogéneo”, al entender que si bien se lesionó la intimidad de una pluralidad de personas, lo hizo con una sola acción.
El asedio sexual a la mujeres en este ámbito está globalizado. El verano de 2018, en el centro de Seúl, capital de Corea del Sur, más de 40.000 mujeres se manifestaron en contra de la pornografía difundida y grabada con cámaras ocultas que las captan en los baños públicos, en las escaleras mecánicas o mientras pasean. Con pancartas como «Mi vida no es tu porno» o «Corea del Sur, nación de la spycam«, las coreanas se plantaron contra la epidemia de cámaras ocultas pornográficas para grabarlas sin su consentimiento. Según recogía El Periódico a través de Korea Exposé, entre el 2012 y el 2017, de los casi 30.000 sospechosos denunciados ante la policía, menos del 3% fueron arrestados por la policía. No solo pasa en Asia: el pasado mes de mayo, el propietario de un bar de Navarra fue condenado a cuatro años de cárcel por haber colocado una cámara oculta en su baño donde había grabado a 326 mujeres. La Audiencia Provincial de Toledo condenó a un año y medio de prisión a un trabajador del Tribunal Económico-Administrativo de la ciudad por grabar, también, a sus compañeras de trabajo cuando iban al baño.
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