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Lo que Melania Trump puede aprender del abrigo de Nancy Pelosi

La líder demócrata dio una lección de moda y política con su Max Mara descatalogado a su salida de la (tensa) reunión con Trump (y sin la necesidad de poner un mensaje en su espalda). El furor por la prenda ha provocado que vuelva a las tiendas.

Nancy Pelosi abandona la Casa Blanca con el abrigo más viral del año.
Nancy Pelosi abandona la Casa Blanca con el abrigo más viral del año.Getty (The Washington Post/Getty Images)

¿Puede Twitter provocar que un abrigo descatalogado se vuelva producir por una simple secuencia de fotos virales en internet? Sí, se puede. Lo que pasó ayer con el abrigo de Max Mara de Nancy Pelosi es un caso digno de estudio tanto entre los especialistas del marketing como los que apasionados de la estrategia y simbología política. Los primeros, porque una simple mujer ha conseguido que una prenda, descatalogada por ser de una colección de 2013, vuelva a ponerse a la venta por el furor y admiración que se desplegó hacia ella en redes. Los segundos, porque esa prenda gritaba mucha más cosas que la funcionalidad –abrigarse del frío diciembre de Washington– con la que supuestamente se mira normalmente a un abrigo.

Pongámonos en situación: Nancy Pelosi –líder de los demócratas en el Congreso– protagoniza una tensísima reunión con Trump que se escenifica ante las cámaras para asombro de los periodistas y que incluye amenazas del cierre de la administración. Tras el rifirrafe a lo Gran Hermano, la política sale de la Casa Blanca abrigada y se pone unas gafas de sol con una media sonrisa –carne de viral a lo #thuglife en redes–. Internet enloquece. En un mundo en el que las imágenes transforman sus narrativas en redes y adoptan simbolismos poderosos, el abrigo de Nancy Pelosi se convirtió en la deidad a la que admirar.

En el transcurso de unas pocas horas, se crearon dos cuentas de Twitter en honor a él (I am Nancy Pelosi’s Coat y Nancy Pelosi Coat), se indagó sobre su origen y hasta Barry Jenkins, el director de la oscarizada Moonlight, cayó rendido. «¿Quién necesita una armadura cuando tienes un lanzallamas de lana?», escribía sobre la potente simbología de la prenda Vanessa Friedman en The New York Times. El abrigo, según apuntó la periodista, es el mismo que se puso en la segunda toma de posesión de Obama en 2013. «La elección esta vez servía para recordar a Trump su longevidad en los asientos del poder y una pista de dónde se encuentra realmente su lealtad». Una potente elección efectista, sin necesidad de tener un mensaje a sus espaldas como otro abrigo viral del año, aquel de Zara que se colocó Melania Trump y que decía La verdad es que a mí no me importa, ¿a ti? para visitar a niños migrantes. «Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo vistiendo ESE abrigo en ESTE día saliendo de ESA habitación, poniéndose ESAS gafas ASÍ: Esto es diplomacia en movimiento. El poder ‘blando’ se usa como un machete a través del diligente  y decisivo acto de vestir», sentenciaba el director de Moonlight.

Max Mara ha confirmado que el abrigo volverá a ponerse a la venta en 2019. Todo por la fiebre viral que provocó una política #badass en redes.

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