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Por qué nos aparecen pequeñas verrugas con la edad y cómo quitarlas

Los profesionales explican la diferencia entre verrugas relacionadas con el Virus del Papiloma Humano y otras protuberancias como los acrocordones, la queratosis seborréica y la actínica

Por qué nos aparecen pequeñas verrugas con la edad, cómo evitarlas (y cómo acabar con ellas)
El cuello de una mujer lleno de verruguitas.Carlos Andres (Getty Images)

A partir de los 40 años con la caída de la producción de colágeno y elastina, la dermis se vuelve cada vez más seca, aparecen manchas, arrugas y líneas finas. Pero ahí no queda todo. A algunas personas les suelen aparecer verruguitas en torso, axilas, cuello, escote, cuero cabelludo o párpados. Lo primero que aclaran los dermatólogos es confundan ambos términos. “Con mucha frecuencia verrugas son lesiones producidas por la infección del Virus del Papiloma Humano (VPH) que provoca el crecimiento del tejido. Se contagian por contacto directo y hay que evitar tocarlas, rascarlas o andar descalzos”, afirma el Dr. Javier Pérez Diez de Clínica Premium Marbella. Se llaman verrugas vulgares y se deben tratar, aunque muchas desaparecen de forma espontánea. “Cuando el virus infecta la piel o las mucosas provoca crecimientos rugosos, ásperos, blancos, a veces de gran tamaño y con forma de coliflor o coral. En el fondo de la verruga se pueden apreciar puntos negros que corresponden a capilares trombosados y el paciente suele confundirlo con algún cuerpo extraño clavado, ya duelen si se presionan. Suelen aparecer en dedos, rodillas, palma de las manos, planta de los pies y mucosa oral o genital. Muchas de ellas se resuelven espontáneamente gracias a nuestro sistema inmune: hasta en un 30% en seis meses y el 40% a los 2 años. Se recomienda tratarlas para evitar diseminación y contagio a otras personas, explica el Dr. Pablo Fernández-Crehuet, dermatólogo del GEDET (Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica) de la AEDV.

Entonces, ¿qué son esas supuestas “verrugas” que aparecen con la edad realmente?

Las verruguitas finas que aparecen en la mediana edad suponen una de las principales causas de las visitas al dermatólogo y tienen su origen en el envejecimiento, la genética, los cambios hormonales o, en algunos casos, la exposición prolongada al sol. “No son verrugas porque no están producidas por ningún virus, ni se contagian ni se autoinoculan. Es importante que las revise un dermatólogo porque, aunque lo más habitual es que se trate de queratosis seborréica o acrocordones [pequeños trozos blandos de piel que sobresalen en un tallo delgado], debemos descartar que se trate de queratosis actínica”, explica a S Moda la dermatóloga Amparo Rodríguez, propietaria del Centro Dermatológico Amparo Rodríguez.

La diferencia entre ellas es importante. “La queratosis seborréica es un crecimiento de la epidermis, la capa más superficial de la piel, y forma parte del proceso normal de envejecimiento. No supone ningún riesgo porque es benigna, no se contagia y no maligniza. Su aspecto es como una pápula, mancha o lesión sobreelevada con los bordes muy bien definidos y una superficie rugosa que le da un aspecto de grasa (seborrea). Pueden adoptar muchas formas y tamaños, de un tinte más amarillento a uno más negruzco y a veces se descaman. Se encuentran en la zona de la cabeza, cuello y tronco. Nunca están en las palmas de las manos ni de los pies, y si aparece en la mucosa vaginal siempre debemos hacer un diagnóstico diferencial. Lo más importante es que son benignas. Surgen por el envejecimiento y existe predisposición genética, aunque, a veces, se relacionan con la exposición solar. En muchas familias aparecen a edades tempranas y en mucha cantidad sin diferencias raciales ni de sexo”, incide Amparo Rodríguez. Aunque no se pueden prevenir, conviene mantener la piel libre de aceites, suciedad y bacterias, además de protegerse del sol.

“No sabemos muy bien por qué aparecen, pero afecta la radiación solar y la predisposición genética. El diagnóstico es muy sencillo y, si tenemos dudas, utilizamos epiluminiscencia, que es una lámpara de alta resolución para poder ver que se trata de queratosis seborréica. En los casos más dudosos se recomienda realizar una biopsia”, dice Rodríguez.

Los acocordones vs. las queratosis actínicas

Otro tipo de lesiones que aparecen con la edad son los acrocordones o fibromas. “No son verrugas porque no son infecciosos. Se trata de pequeños tumores benignos elevados de superficie irregular, que se forman habitualmente en las zonas del cuerpo con pliegues como cuello, axilas, ingles y párpados. Son muy parecidos a las queratosis seborréicas, pero se dan en las zonas con pliegues”, aclara el Dr. Pérez Diez.

Sin embargo, las queratosis actínicas son diferentes. “Son lesiones displásicas precancerosas que aparecen en zonas de exposición solar crónica durante años sin la debida protección. Suelen aparecer en rostro, cuero cabelludo, cuello, el escote y el dorso de las manos y son la manifestación de los estadios previos al cáncer de piel. Las queratosis actínicas son ásperas, duras al tacto, blanquecinas o de color carne y sangran con facilidad. Al retirarlas se regeneran y vuelven a aparecer. Deben valorarse por un dermatólogo ya que, aunque de forma lenta, podrían derivar en cáncer cutáneo no melanoma”, indica el Dr. Pablo Fernández-Crehuet.

¿Conviene eliminar las queratosis seborréicas?

Esta decisión siempre es muy personal. “Al ser una lesión benigna se tratan solo si el paciente quiere porque le molestan, pican o sangran. Si están en sitios de roce, como la zona submamaria, se maceran son muy incómodas. Normalmente la resolución espontánea, a no ser que sean muy pequeñitas y con el rascado las eliminemos, es muy rara. Por tanto, si no las queremos hay que sacarlas. Además, las queratosis van creciendo con la edad, cosa que hay que valorar”, afirma Amparo Rodríguez. En el rostro, las queratosis seborréicas pueden causar complejos. “Normalmente son más oscuras que la piel de alrededor y, en ocasiones, pueden aparecer en un gran numero constituyendo una entidad propia denominada dermatosis Papulosa Nigra, como las que presenta el actor Morgan Freeman”, dice Javier Pérez Díez, de Clínica Premium Marbella.

Métodos para eliminarlas

Las queratosis seborréicas pueden eliminarse mediante crioterapia, electrocoagulación, cirugía, y terapia láser, entre otros. El método más adecuado depende de la ubicación, tamaño y características de la verruga, así como de las preferencias del paciente o la experiencia del médico. Lo primero que aconsejan los dermatólogos es huir de los remedios caseros como aplicar cinta adhesiva, apósitos, ácido salicílico o demás preparados en forma de cremas o líquidos cosméticos. “No son recomendables por el riesgo de infección, dolor o cicatrices que pueden dejar. Además, suelen descamarlas pero no logran eliminarlas, al contrario, suelen dejar marcas”, apostilla Amparo Rodríguez. Expertos dermatólogos nos dan los métodos más seguros y efectivos.

· Crioterapia: La crioterapia consiste en congelar la verruga utilizando nitrógeno líquido (-192 ºC) para destruir las células afectadas. “Es un procedimiento rápido y sencillo que se realiza en el consultorio. Después, puede quedar una herida durante unos días hasta que la lesión cae en una o dos semanas, no es algo instantáneo”, explica el Dr. Dr. Antonio Carvajal, médico estético con clínica homónima en Oviedo. No se aconseja hacerlo en verano porque puede dejar una híper o hipopigmentación residual.

· Láser: “El uso de láseres ablativos de CO2 y Erbio: YAG en modos pulsados y ultrapulsados (con repeticiones de muy corta duración) eliminan capa a capa con gran precisión. Tras la sesión queda una costra fina durante una semana, luego cae y deja la zona un poco rojiza, pero poco a poco adquiere su color normal sin dejar ninguna marca ni cicatriz; por eso es la mejor solución. Después es importante proteger la zona del sol”, advierte el Dr. Javier Pérez Diez de Clínica Premium Marbella.

· Electrocoagulación: Consiste en eliminarlas con un bisturí eléctrico. “se pone anestesia local en la zona a tratar y se ‘quema’ la zona con un bisturí eléctrico. No suele quedar cicatriz, pero la agresión al tejido es mayor que con el láser, y existe más riesgo de dejar algo de marca. En zonas pequeñas se puede realizar en verano si después se protege bien del sol con factores altos”, describe Amparo Rodríguez.

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