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¿Alguien le dice a Bob Dylan que se retire de una vez? Madonna y la misoginia del pop

El misterioso suceso que ha obligado a Madonna a aplazar su gira mundial demuestra que los prejuicios dirigidos a las mujeres artistas maduras son muy diferentes de los preconceptos sobre los hombres rockeros.

Madonna en la última Semana de la Moda de Nueva York.
Madonna en la última Semana de la Moda de Nueva York.Lexie Moreland (WWD via Getty Images)

Por primera vez desde que el pasado 28 de junio Guy Oseary informara que tuvo que ser ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos a causa de una infección bacteriana grave, Madonna ha dado señales de vida en sus redes sociales. Además de agradecer a sus fans y al público el apoyo y amor recibido, informaba de que su gira mundial no se cancela definitivamente: solamente se pospone.

En cualquier caso, la situación se ha manejado con sumo secretismo. Dos de sus mejores amigas, las actrices Rosie O’Donnell y Debi Mazar, desvelaron después del susto inicial que se encontraba bien y recuperándose en su apartamento del Upper East Side neoyorquino. El pasado domingo la podcaster Lauren Conlin compartió en TikTok unas instantáneas de la cantante caminando por su propio pie por las calles de Nueva York. Después vino su propio comunicado.

Sin embargo, el silencio de Oseary y Madonna estas últimas semanas ha propiciado un sinfín de titulares sin contrastar, a cada cuál más alarmista. Mientras que el británico Daily Mail publicó que su círculo más cercano se temió lo peor y hasta hubo una videollamada grupal vía Zoom para decidir los siguientes pasos en el supuesto de que falleciera, The Sun no tardó en rememorar el trágico final de Michael Jackson. TMZ, aparte de revelar que arrastraba una ligera fiebre desde hacía un mes, aseguró que tras el alta apenas podía moverse de la cama. Page Six, el medio que se marcó el tanto de la exclusiva, afirmó que al menos estuvo una noche entubada en la UCI y que su cuerpo se debilitó por culpa de meses ensayando 12 horas diarias. Y, hace escasos días, la web Radar Online difundió que, al encontrársela inconsciente en casa, los paramédicos la revivieron con una inyección de Narcan (un medicamento usado para superar las sobredosis de drogas) debido a que la infección había derivado en una sepsis.

En la era del clickbait no sorprende que ninguna de estas informaciones citara el nombre de una sola fuente. Ni tampoco que, siendo una de las artistas más fotografiadas de la historia, prácticamente todos los medios nacionales e internacionales decidieran ilustrar la noticia de su hospitalización con una imagen muy poco favorecedora de su última aparición en los Grammy, que parecía apoyar de forma sibilina todos los rumores.

Cuando este mismo diario se hizo eco del comunicado de Oseary, los comentarios en Facebook, Twitter e Instagram del artículo se llenaron de lindezas como las siguientes: “se vio a un espejo y cayó al suelo”, “Leviatán ya quiere cobrar la factura”, “el relleno se le ha infectado”, “abuela, ya es hora de colgar los guantes”, “cómo no la van a ingresar si cada vez quiere estar más joven”, “vete a saber lo que se ha metido”, “es momento de sacrificar a Madonna” o “fue y será, pero mejor que se retire”.

Incluso, en el último post que subió a Instagram cuatro días antes de terminar en el hospital (con el premonitorio mensaje de “La calma antes de la tormenta”), puede leerse: “Chica, por favor, acepta que estás envejeciendo”, “suficiente cirugía estética”, “tienes que aceptar tu edad antes de descomponerte psicológicamente”, “nadie quiere besar a alguien de 60 años”, “¿pagar por verla romperse la cadera en el escenario?”, “muerta cerebral” o “en serio, mejor que te retires. No has hecho nada bueno o interesante en años. Sólo tú sigues pensando que eres relevante”. La célebre humorista Kathy Griffin, (que fue despedida de la cadena estadounidense CNN tras protagonizar una fotografía sujetando una cabeza decapitada del presidente Trump y que de cancelaciones y acoso en redes sabe bastante) denunció que Madonna es víctima del edadismo y la misoginia más que sus pares masculinos dentro de la industria y más que otras mujeres del espectáculo. ¿Por qué?

La inquina viene de lejos: Madonna lleva contrariando al público más conservador desde 1984, cuando se revolcó por el suelo y mostró su ropa interior mientras entonaba Like a Virgin en la primera edición de los MTV Video Music Awards. Un lustro más tarde, levantó ampollas en la Iglesia por besar a un santo negro en el vídeo de Like a Prayer. Poco después, el Vaticano trató de impedir que su icónico Blond Ambition World Tour recalara en Roma porque simulaba una masturbación sobre el escenario. En 1992, justo en la cúspide de su carrera, fue nombrada la enemiga número uno de Estados Unidos por posar desnuda y salir en defensa del colectivo LGTBIQ+ (entonces estigmatizado por el VIH) en el libro Sex. Y, en la actualidad, es denigrada porque libremente ha decidido pasar por el quirófano, sobreexponerse en Instagram y abusar de los filtros faciales como si fuera una centennial más, solo que no lo es: es una mujer de 64 años.

“Sale con hombres 30 y 40 años más jóvenes que ella. Va a discotecas y baila toda la noche. Se sube a la mesa de Jimmy Fallon y se exhibe ante su público. Pero lo hace con sentido del humor, sabiendo muy bien que ya no se parece a la deslumbrante joven que fue y siendo consciente de lo que dirán los que la odian por intentar supuestamente ‘recuperar la juventud’. Madonna siempre ha explorado el significado de lo que implica ser sexual, ser sexualizada y sexualizarse a sí misma. Y ahora está explorando lo que todo eso significa como mujer mayor, el último tabú para muchas personas que creen que las mujeres mayores simplemente deberían desaparecer”, expuso Nancy Jo Sales, autora del libro American Girls: Social Media and the Secret Lives of Teenagers, en una columna de The Guardian que abordaba la controversia que genera su sola presencia en las redes sociales.

En realidad, la suma de edadismo y misoginia es algo distintivo del pop, un género que glorifica lo nuevo y degrada la veteranía en pro del enésimo producto de usar y tirar. “En el soul, seas hombre o mujer, se considera positivo seguir en activo pasados los setenta porque representa que tienes muchas tablas y la voz más curtida. Y en el rock pasa lo mismo. No oirás a nadie decir que Joan Jett o las L7 están mayores porque lo que les importa a sus fans es que sigan ‘rockeando’. La edad no es un hándicap”, afirma Joan S. Luna, redactor jefe de la revista Mondo Sonoro. Siendo más mayores que Madonna, leyendas como Bruce Springsteen (73 años), Bob Dylan (82), Iggy Pop (76), Rod Stewart (78), Paul McCartney (81), Mick Jagger (79), Peter Gabriel (73) o Roger Waters (79) continúan actuando en vivo sin que nadie ponga en entredicho sus capacidades, critique su aspecto o desee su inminente jubilación. Ni siquiera Elton John (76), quien este fin de semana se despidió de los escenarios, va a desaparecer del foco mediático: ya ha avanzado que tiene intenciones de grabar nuevas canciones. Pero no parece justo decir que es solamente una cuestión del género musical: por mucho que sea una rockera, los comentarios sexistas y degradantes han acompañado por ejemplo con frecuencia a mujeres como Debbie Harry. “Hasta el momento ningún estudio ha analizado la media de edad en la que se retiran los artistas dependiendo de si son hombres o mujeres”, asevera Maria Fuster desde el departamento de comunicación de la escuela de música Taller de Músics, “pero sí existen datos que recalcan el trato discriminatorio que reciben las mujeres de la industrial musical por cuestiones tan banales como su físico o su fecha de nacimiento”.

Este el caso del estudio internacional Be The Change: Women In Music in 2022, que después de encuestar a 952 miembros que trabajan en la industria musical (en concreto, 631 mujeres, 267 hombres y 54 personas con otras identidades de género), radiografió el problema. El 67% de las mujeres creadoras entrevistadas precisó que con frecuencia han sido testigo de cómo se presiona a las demás artistas para que “tengan buen aspecto”, un 50% confirmó que, asiduamente, presenciaron algún tipo de trato discriminatorio por la edad. En cuanto a géneros musicales, el 79% de las mujeres que se dedican al pop confesó que el edadismo está entre sus mayores preocupaciones. El siguiente género donde la cuestión de la edad es un tormento femenino es el hip-hop.

La propia Madonna parece ser perfectamente consciente de las críticas feroces y crueles que se le hacen por ser una mujer mayor que no quiere retirarse y que interviene en su físico como le da la gana: “Nunca me he disculpado por ninguna de las elecciones creativas que he hecho, ni por la forma en que me veo o me visto, y no voy a empezar ahora. He sido degradada por los medios desde el comienzo de mi carrera, pero entiendo que todo esto es una prueba y estoy feliz de ser una pionera para que todas las mujeres detrás de mí puedan tenerlo más fácil en los años venideros». Esto mismo ya lo había dicho con motivo de la reedición de Sex, el libro de fotografías eróticas que realizó en colaboración con Steven Meisel que en su día generó una enorme controversia y ahora es considerado una obra de arte. «Con ganas afronto más años de subversión, de empujar los límites enfrentándome al patriarcado y, sobre todo, disfrutar mi vida”, fue uno de sus últimos mensajes aunque, afortunadamente, no el último.

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