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Cómo recuperar estas vacaciones el deseo sexual perdido

El deseo ni aparece por arte de magia ni desaparece sin aviso. Y, como el amor, hay que trabajarlo todos los días si queremos conservarlo.

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La creencia popular es que en verano a todo el mundo le apetece tener más sexo. Que si el calor, que si llevar menos ropa, más tiempo libre, conocer a más gente o tener más tiempo en pareja. Sí, es cierto, esa es la realidad para algunas personas. Pero no de todo el mundo. Hay gente que, por mucho que lo intente, no consigue que su deseo sexual entre en la maleta en vacaciones.

“Las expectativas sobre el sexo y el verano tienden a ser elevadas y no siempre se cumplen. Son diferentes los factores que pueden estar detrás, como la fatiga del calor, los viajes vacacionales con toda la familia o el cansancio acumulado a lo largo del año, por mencionar algunos posibles motivos”, señala la sexóloga Sonia García.

Asumámoslo, ese es otro de los grandes mitos. El deseo ni aparece por arte de magia ni desaparece sin aviso. Y, como el amor, hay que trabajarlo todos los días si queremos conservarlo.

Lo aclara la también sexóloga Inma Ríos: “El deseo tiene dos maneras maravillosas de encontrarnos”. Por una parte, estaría el deseo activo, “que es el que se despierta en nosotros instintivamente”. Esas ganas que entran solas. Pero después estaría el deseo reactivo, “que es el que responde a una estimulación previa, externa o interna”. Sin embargo, hay algo en lo que ambos coindicen, y es que los dos necesitan de “alimento”. Así, la experta recuerda que “si no estamos atentos a qué es lo que nos motiva sexualmente, si no lo buscamos y fomentamos, ningún deseo vendrá a nuestra puerta”.

Entonces, ¿pueden ser las vacaciones un buen momento para reencontrar esa motivación sexual? Si así lo decidimos, estas son algunas ideas para despertar ese deseo ‘dormido’.

Tener una cita contigo misma: Cabría pensar que para despertar el deseo hace falta conectar con otras personas. Pero quizás el primer paso es conectar con una misma, para desconectar de todo eso que nos está bloqueando nuestras ganas. “Una idea es tener citas con una o uno mismo para dedicarse tiempo de calidad y mimar la propia sexualidad. Por ejemplo, darse un baño con calma mientras se siente el agua en la piel”, apunta Sonia García. Otra idea es que, si nuestra “cita” se pone interesante, en vez de ir al grano, intentemos pasar de la masturbación rápida y directa para descargar, al llamado autoerotismo, lento y con mimo, por ejemplo, “dedicando más tiempo a las autocaricias”.

Cambiar alguna de nuestras lecturas o series para el verano: Reconectar con nuestro deseo requiere en primer lugar volver a pensar en el sexo. Eso sí, hacerlo de una forma estimulante, que nos atraiga, que nos haga dejarnos llevar. Algo que puede funcionar con un buen libro, aunque quizás no tanto con un ensayo histórico o una novela de terror. “Leer literatura erótica siempre es un buen recurso para alimentar nuestras fantasías eróticas. Además, podemos hacerlo mientras estamos tumbados en la playa, por ejemplo, de manera que vaya poniéndonos a tono para cuando lleguemos a casa”, aconseja la sexóloga Ester Álvarez. De la misma forma, en pareja, quizás podemos aprovechar algunas de esas noches tranquilas de verano para ver alguna película o serie subida de tono que nos ayude a romper el hielo.

Hacerse pasar por desconocidos: Una de las claves el aumento del deseo sexual en verano es precisamente que salimos de nuestras rutinas. Otra ciudad, otro ambiente, otros horarios. Pero al final con nuestra pareja acabamos por hacer siempre lo mismo. Por eso es importante romper nuestra rutina sexual. ¿Siempre lo hacéis por la noche cuándo estáis más cansados? Probad en la hora tonta de la siesta. ¿Siempre lo hacéis en la cama? Probad unos juegos de manos en la ducha. Para los más atrevidos, estos cambios de rutinas también pueden pasar incluso por un cambio de roles. “Podéis jugar a ser personas diferentes. Este rol actúa de disfraz, permitiéndote ser lo que quieras ser y perder la vergüenza”, apunta Inma Ríos. De hecho, un juego de roles no siempre implica disfrazarse. A veces es tan sencillo como quedar en un bar y hacerse pasar por desconocidos o interpretar a otras personas, para volver a seduciros de nuevo.

Irse de compras: Cuando llega el buen tiempo apetece renovar un poco el armario y comprarse algún capricho. Quizás también podamos renovar nuestro repertorio de lencería o juguetería erótica. Tanto si es para pasar un rato seduciéndonos a nosotras mismas como si es para seducir a alguien más, la idea es sentir el gusanillo de esa novedad. “Buscar con nuestra pareja un nuevo juguete o producto erótico y experimentar siempre hace ilusión y puede servir de aliciente para nuestra libido”, insiste Ester Álvarez.

Explorar los cinco sentidos: Una de las desventajas del calor es que el cuerpo a cuerpo puede ser más agobiante que cuando nos metemos debajo de las mantas en invierno. Pero también tiene sus ventajas, como aprovechar que no vamos a coger frío para untarnos, pringarnos y restregarnos con todo lo que nos seduzca (y no nos haga daño). Prescribe algunas ideas Inma Ríos: “Con este calor puede jugarse con los cambios de temperatura. Incluir hielo, cera de velas especiales para este fin, aceites y lubricantes con efecto frío-calor. Igualmente, los juegos con comida, donde nuestro cuerpo se pringue y poder acabar con un baño o ducha en pareja pueden ser muy excitantes y divertidos”.

Sentir el verano: Por último, si hay algo que nos trae el verano es el reconectar con el momento, en vez de estar pensando siempre en lo que queda pendiente por hacer. Y no hay nada que ayude más al deseo que estar presente y no con la cabeza en otra parte. Así lo resume Sonia García: “Es el mejor momento para conectar con el propio cuerpo en diferentes situaciones veraniegas: cómo se siente el roce de las olas del mar en el cuerpo, el sabor de ese mojito bien fresquito, ese escalofrío al pasarse un hielo por la nuca, cómo el sol acaricia la piel… Las posibilidades son variadas y cuanto más se conecte con el cuerpo más estaremos trabajando nuestro deseo sexual”.

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