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Cómo Björk convirtió los jerseys de mohair en un símbolo ‘indie’

La matriarca de la música experimental revolucionó el imaginario pop de los noventa envuelta en mullido mohair. Este tipo de lana es fruto de debate hoy. Algunas marcas lo prohíben y otras lo recuperan como tendencia, mientras la afición a hacer punto crece en el aislamiento. Tenemos que hablar de esto

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Una de las artistas femeninas más relevantes de la historia –aún en activo– publicó su primer disco en solitario en 1993 y lo llamó Debut. No necesitaba darle más vueltas al nombre: la fuerza estallaba nada más darle al play. La misma fuerza que emanaba de la portada, feroz en su humildad y delicadeza. Era una fotografía en blanco y negro de una joven acurrucada en un esponjoso jersey de mohair, con un toque de strass en los párpados inferiores que le confería cierto aire élfico. “Yo tenía 22 años y nunca había oído hablar de Björk. Me compré el CD solo por la portada. Se la veía tan triste y tan perdida como a mí mismo en ese momento. Quería abrazarla, sostener su cabeza entre mis brazos y decirle que todo saldría bien”, dice uno de los comentarios en YouTube al hilo de uno de los temas más inolvidables del álbum, Come to me. Se trata de una canción dedicada al amor protector, quizá romántico o quizá maternal: “Ven a mí. Te cuidaré. Te protegeré. Te calmaré…”.

Björk tenía –tiene– un aspecto frágil de manera natural, sí. Pero sus característicos jerséis y cárdigans de mohair contribuían a reforzarlo. Cortos u oversized, con cremallera o sin ella, grises, naranjas, amarillos o en prístino blanco. La acompañaron en multitud de fotos promocionales y eventos durante los noventa, evocando suavidad, una bruma sedante, una cama repleta de mantas en la noche. La islandesa se convirtió rápidamente en icono de moda con influencia palpable en la calle, antes de que su vocación experimental la llevara por derroteros estilísticos imposibles de emular. El famoso vestido de cisne que llevó a los Oscar en 2001 marcó el punto de inflexión.

La portada de ‘Debut’ (1993) presentaba a una Björk acurrucada en un jersey de mohair.
La portada de ‘Debut’ (1993) presentaba a una Björk acurrucada en un jersey de mohair.

Antes de ese momento, Björk había personificado el perfecto look noventero. Destartalado, raro y contradictorio, como toda la generación X que entonces conquistó los medios, desde Kurt Cobain hasta la menuda Winona Ryder, pasando por una chica andrógina que desentonaba entre la cohorte de perfectas súper modelos: Kate Moss. El estilo de Moss se definió como heroin chic. El de Björk no distaba mucho de ese concepto, si bien incorporaba extravagancias como su característico peinado de moñitos, delator de su afinidad con la escena electrónica del momento. Vestía rabiosamente cómoda pero sofisticada, con toques grunge, como la lana despeluchada, en contraste con pulcros vestidos de seda. El calzado, siempre tosco: zapatillas tecnológicas, plataformas y botas de treking, que combinaba alegremente con un vestido oriental para acudir a una gala.

Algunos de aquellos jerséis se los hacía ella misma. A Björk Guðmundsdóttir (hizo bien en omitir el apellido de su nombre artístico) le gustaba tejer. En el año 2015, al tiempo que el museo MOMA de Nueva York le dedicaba una exposición monográfica, ella seguía asistiendo a su club de punto cada miércoles en Reikiavik, según una entrevista concedida a The New York Times. En concreto, andaba ocupada con un jersey lila de mohair. El mohair, ese material considerado de lujo por una mayor suavidad y brillo que los de la lana de oveja. Porque Björk podía sorprender con un videoclip de amor robótico y luego reunirse con sus amigas para hacer bufandas, anticipando esa tendencia del Do It Yourself (hazlo tú mismo) que en los últimos años está embaucando a una juventud saturada de lo digital.

La obsesión por las manualidades ha repuntado de forma indudable en la última década. Que se lo pregunten a We Are Knitters, la marca española que tanto tiene que ver con el resurgir de la afición por hacer punto. Pepita Marín y Alberto Bravo, sus fundadores, no fueron los primeros en vender kits para tejer (con ovillos, agujas, patrón e instrucciones adaptadas a diferentes niveles) pero sí han sido de los que mejor lo han hecho. Lo que empezó como una aventura emprendedora de dos amigos en 2011 es hoy una empresa de más de 30 empleados que facturó 13 millones de euros sólo en 2019. Disponen de dos almacenas en el extranjero para satisfacer la demanda internacional, que supone el 95% del total, siendo Estados Unidos su principal mercado.

¿Cómo ha afectado el confinamiento a sus ventas? “Solo en abril hemos crecido un 240% con respecto al año pasado, una cifra excepcional teniendo en cuenta que nuestra temporada alta es la de otoño-invierno”, dicen desde la compañía con sede en Madrid. “Las ventas han subido sobre todo en Estados Unidos, Italia, Francia y España”. Un vistazo a Google Ads –la herramienta que revela lo que la gente busca en Internet– lo confirma. En España, 18.100 personas buscaron ‘We Are Knitters’ en Google en los meses de marzo y abril, frente a las 8.100 que lo habían hecho en los dos meses anteriores, que además eran de temporada alta. La búsqueda de “cómo hacer punto” se ha duplicado desde el inicio del confinamiento, mientras que la de “kit para hacer punto” se ha quintuplicado.

Una de las propuestas de Miu Miu para esta temporada, primavera-verano 2020.
Una de las propuestas de Miu Miu para esta temporada, primavera-verano 2020.imaxtree

En el año 2020, el tipo concreto de lana llamado mohair está en el ojo del huracán, aunque la producción jamás ha vuelto a alcanzar los niveles de los años noventa. Por un lado, lo recuperan firmas como Miu Miu o la flamante marca de la influencer Jeanne Damas, Rouje, que propone este tejido esponjoso hasta para el verano. Por otro, desaparece de las tiendas de grandes cadenas como Inditex, H&M y Primark, que en 2018 anunciaron que prescindirían de esta materia prima. ¿La razón? Un escalofriante vídeo de PETA que denunciaba el maltrato animal en granjas de Sudáfrica, el mayor productor mundial de mohair. Esta lana no se obtiene de ovejas, sino de las cabras de Angora, originarias de Turquía. Se las esquila dos veces al año, para lo que es necesario inmovilizarlas, y el proceso no se puede hacer rápido de forma inocua.

¿Quiere esto decir que desaparecerá el mohair de nuestros armarios? No necesariamente. Es probable que se haga más exclusivo con una producción controlada. “A raíz del vídeo, Textile Exchange y la industria de Sudáfrica crearon protocolos de trato animal responsable que se acatan de manera general desde entonces”, dicen desde We Are Knitters, que incluyen mohair de calidad extra en algunos de sus ovillos, muy apreciados entre su clientela. Incluso se ha creado el nuevo certificado RMS (Responsable Mohair Standard). Una firma nada sospechosa de connivencia con la crueldad animal como es Stella McCarntey, que trabaja solo con cuero vegano, vende prendas que incorporan mohair. En su web explican lo siguiente: “Obtenemos nuestra lana de un pequeño grupo de granjas que han sido cuidadosamente elegidas en base a su compromiso con el bienestar animal y el medio ambiente”.

La lana se considera aún un material sostenible por su eficiencia. Es aislante, repele el agua, resiste al fuego y tiene propiedades antibacterianas que permiten lavarla poco. Una buena prenda de lana dura una vida, vaya. Y un jersey de mohair se puede comprar de segunda mano. No es el momento de vestirlo por el calor, pero quizá sí de recordarlo y acariciarlo. ¿E incluso de empezar a tejer? Mimarse resulta ahora más importante que nunca.

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