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El manual para saber cómo ordenar nuestra vida antes de morir

Hablamos con Margareta Magnusson, autora de ‘El arte sueco de ordenar antes de morir’, un libro que ahonda en la importancia de dejarlo todo en orden antes de pasar a mejor vida y que está pensado para cualquier lector mayor de 40 años.

“La única cosa que sabemos que nos va a ocurrir con toda certeza en la vida es que un día vamos a morir. Hay personas que no son capaces de aceptar la muerte y dejan un caos detrás de sí. Es mejor tenerlo todo en orden antes”. La artista sueca Margareta Magnusson se muestra así de tajante porque sabe de lo que habla. “He practicado el arte sueco antes de morir durante los últimos 40 años. Me he ido desprendiendo de lo innecesario –de sus propias pertenencias, pero también de las de otros, su marido fallecido incluido– de manera constante, y he disfrutado de ello”.

Magnusson se suma así al tirón planetario que despertó el fenómeno editorial La magia del orden de Marie Kondo, añadiendo una connotación más macabra, es cierto, pero no menos importante: ¿Quién mejor para resolver qué debemos hacer con las pertenencias de una persona fallecida que ella misma para así ahorrarle a los que sobreviven tener que hacerse cargo de todo?

Magnusson, artista sueca graduada en el Beckman’s College of Desingn de Estocolomo, que afirma tener una edad comprendida “entre los 80 y los 100 años” y ha expuesto en lugares tan variopintos como Singapur o Hong Kong, explica que el suyo no es un libro solo para octogenarios o personas que, de alguna manera, tengan la sospecha de que la muerte puede llegar antes de lo esperado. “En cualquiera de estos dos casos escribir un testamento es la prioridad número 1”, avanza. Y, por ejemplo, recomienda dejar escrito si queremos que nos entierren o incineren. “No es plato de buen gusto para un familiar tener que decidirlo por ti”.

A partir de los 40

Ella tiene su propia opinión sobre la muerte: “A la mayoría de la gente le asusta todo lo relacionado con la muerte. Hay que hablar de ella de un modo constructivo. También para hacérselo más fácil a los que nos sobreviven. Hablar de ello hace que sea más fácil afrontarlo. El Döstädning no ayuda a morir mejor, pero sí a vivir más satisfactoriamente”

Y aconseja su manual para cualquier persona mayor de 40 años. “No es que sea prioritario ordenar pensando en la muerte a los 40, pero sí hay que empezar a pensar en los hábitos de acumulación, y a los 40, sin duda, todos deberíamos empezar a tener las cosas organizadas. Desalojar el sótano de todo lo que no se necesita, cosas que podrían agobiar a los seres queridos o personas de tu entorno. Heredar cobertizos y sótanos que limpiar no es plato de gusto para nadie”.

Sentido común

A pesar de los duros y fríos inviernos, los escandinavos tienen un alto nivel de vida, una alta longevidad y un buen índice de felicidad. Y quiza es eso lo que les lleva a ver según qué temas con más claridad. El Döstädning (Dö= muerte. Städning= limpieza, orden) no es otra cosa que una guía para mantener la casa organizada. “Consiste en no tener más cosas de las que sean realmente necesarias o puedas usar. Yo conozco a una mujer que tenía doce ralladores de queso. Nadie necesita doce ralladores de queso. Döstädning te enseña a desprenderte de once de ellos para disponer de más tiempo y espacio para hacer cosas diferentes a clasificar esos ralladores…”, explica la autora de El arte sueco de ordenar antes de morir (Reservoir Books).

Puestos a ser prácticos en el orden de nuestras pertenencias, le preguntamos a la autora cuál es el primer equipaje vital que, sin ninguna duda, hay que tirar a la basura. “Todo lo innecesario”. Parece obvio. “Cualquier objeto que usas cada día es necesario. Las cosas feas no lo son”, dice, y lo confirma sin ironía. ¿Y lo último de lo que desprenderse? “Si hay un objeto con un valor sentimental que nos haga recordar momentos felices no debemos perderlo de vista bajo ningún concepto”.

Pedir ayuda

A familiares, amigos, vecinos. Es uno de los consejos de Magnusson. “Hay que contarle al entorno lo que estás haciendo. Así no les sorprenderá si les preguntas si quieren un jarrón o un cuadro”. Sobre las prioridades en el orden es mejor no ir con prisas ni dejarse liar por los recuedos: “Haz del proceso un tiempo de reflexión. Empieza con artículos grandes y voluminosos, sentirás que progresas más, y acaba con cosas pequeñas, como cartas y fotografías. Por supuesto, hay reglas básicas: “No recopiles ni guardes cosas para regalar a la próxima generación si no estás 100% seguro de que alguien lo quiere. Uno solo debe quedarse con las cosas que re-al-men-te quiere para sí”. Si tienes una biblioteca que a ti te parece estupenda pero que tu hijo no necesita, es mejor alejar de tu cabeza la ilusión que te haría enviarle las 50 cajas de libros. La solución es dársela a alguna biblioteca u organización benéfica o incluso intentar venderla. “No regales nunca nada a nadie que no lo quiera. Punto”. La experta por supuesto, tiene un lema: “Si no te gusta, no lo guardes. Si no lo usas, no lo guardes”.

Hay historias tristes de hermanos que riñen por objetos de sus padres. Ella heredó el brazalete de su madre y, antes de que generara un problema entre sus hijos decidió venderlo: “Con el dinero que me dieron nos fuimos todos a esquiar a Noruega. Y ahora tenemos un gran recuerdo familiar”.

Manifiesto contra la acumulación

“Hoy, en los países desarrollados la gente tiene mucho más de lo que necesita y eso se convierte en un problema”. Magnusson tiene tres reglas al respecto: “Hay que comprar menos, reutilizar más y acostumbrarnos a regalar las cosas que ya no usamos y que otras personas pueden necesitar”. Las tres reglas pueden aplicarse, por ejemplo, a la ropa que guardamos en nuestro armario. “Si lo pensamos detenidamente, seguro que hay muchas cosas que pensamos que ne-ce-si-ta-mos y no es verdad”. La ropa es una de ellas. “Hoy tenemos más pantalones de los que podemos usar y suficientes chaquetas para un invierno siberiano. Hoy cualquier pieza es más barata, a menudo tiene poca calidad y las tendencias cambian a menudo… Cuando yo era joven nos poníamos la ropa hasta la saciedad, no existía el concepto de marca, ni el logo. Teníamos lo que necesitábamos”.

La herencia online

La artista, que ha ido vendiendo o regalando su obra al tiempo que la producía, no se pronuncia acerca de la herencia online. “Honestamente, yo me siento mayor para preocuparme sobre estas cosas”, dice. Pero tiene claro que, todo lo que sea un secreto, debe seguir siéndolo. Lo deja bien claro en su libro: “Puede que el abuelo guardase ropa interior de mujer en algún cajón y que la abuela tuviera un vibrador en el suyo, ¿qué importa eso? Quizá hayas conservado cartas, documentos o diarios que contienen información o historias familiares con las que no querrías abochornar a tus descendientes. Aunque parece que vivimos en una cultura en la que todo el mundo se cree con derecho a conocer cualquier secreto que le plazca, yo no estoy de acuerdo. Si consideras que ese secreto causará algún daño o entristecerá a tus seres queridos, asegúrate de destruirlo”.

Puestos a ordenar por ordenar, habría que ahondar en sus beneficios. Incluso Leonard Cohen dejó constancia sobre el tema en The New Yorker: “Poner tu casa en orden, si tienes la posibilidad de hacerlo, es una de las actividades más reconfortantes que haya, y sus beneficios con incalculables”. Pero, ¿esta limpieza nos hará más felices? “El acto de ordenar y limpiar en sí mismo no, a pesar de que conozco a gente que disfruta desempolvando y aspirando –bromea Margareta–. Pero cuando se realiza una limpieza exhaustiva, descubres que dispones de más tiempo para hacer las cosas que realmente te gustan, en lugar de ocuparte de otras innecesarias y andar corriendo buscando las llaves”.

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