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Olas de calor
Tribuna
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Olas de calor urbanas y salud: aprendiendo de la población inmigrante de El Raval en Barcelona

Los análisis de mortalidad atribuible al calor extremo que se han hecho en España para el verano de 2022 estimaron entre 5.300 y 6.600 personas fallecidas por esta causa

Algunos participantes del proyecto de ciencia ciudadana, realizado en El Raval (Barcelona), 'Fotovoz'.
Algunos participantes del proyecto de ciencia ciudadana, realizado en El Raval (Barcelona), 'Fotovoz'.Edgar Melo
Manuel Franco

Imagínate por un momento una ola de calor en tu ciudad, en tu barrio. Imagínate un día de calor tras otro, una ola tras otra… A estas alturas seguro que ya has vivido olas de calor en algún momento en tu ciudad. El verano del 2022 tuvo tres olas de calor en Barcelona. Del 13 al 20 de junio, del 10 al 20 julio y del 10 al 15 agosto. 22 días y 22 noches en tres olas diferentes que hicieron la vida muy difícil para sus habitantes.

Según la Agencia Española de Meteorología, el mes de julio fue el más caluroso en toda España desde 1961. La temperatura media en julio fue 2,7 °C, superior a la media histórica de ese mes y agosto también fue de 2 °C por encima de la media histórica. Los análisis de mortalidad atribuible al calor extremo que se han hecho en España para el verano de 2022 estimaron entre 5.300 y 6.600 personas fallecidas por esta causa.

A nivel mundial, un análisis de datos de 732 lugares en 43 países durante el período 1991-2018 mostró que en todos los países del estudio el 37% de las muertes relacionadas con el calor del verano se podían atribuir a la crisis climática, con un aumento de la mortalidad evidente en todos los continentes.

Y las olas de calor, definidas como temperaturas anormalmente altas y mantenidas durante días en un mismo sitio, no tienen un efecto igual sobre nuestras ciudades, sobre nuestras poblaciones. Analizando los diferentes distritos de Madrid vimos cómo el nivel de ingresos, la disponibilidad de aire acondicionado y el porcentaje de población mayor de 65 años modularon el impacto de las olas de calor de los años 2010 a 2013 sobre la mortalidad diaria en Madrid. Y también en Madrid, datos sin publicar todavía, hemos analizado cómo el calor extremo influyó sobre la incidencia de un primer evento cardiovascular también de manera desigual, afectando de manera desproporcionada a los hombres, a la población inmigrante y los más desfavorecidos económicamente.

Así que es necesario seguir investigando cómo afectan las olas de calor a las poblaciones en nuestras ciudades, y sobre todo a aquellas personas que no tienen vacaciones, que no tienen o no pueden pagar el aire acondicionado que necesitarían en sus viviendas para poder llevar un día a día “normal”, para poder dormir, para descansar.

Para ello hemos trabajado en El Raval en un proyecto fotográfico participativo que es parte de la Bienal de Ciencia y Ciudad que este año se celebra en Madrid y en Barcelona. Este estudio sigue la línea de investigación de Panagiota Kotsila del Laboratorio de Barcelona para la Justicia Urbana y la Sostenibilidad (BCNUEJ) en colaboración con la Universidad de Alcalá.

El Raval es un barrio céntrico de Barcelona con una población de 47.000 residentes muy joven, media de edad de 33 años, con un 50% de población inmigrante que procede de 128 nacionalidades distintas.

Y hemos tenido la oportunidad de trabajar, escuchar y aprender de diez residentes del barrio, siete mujeres y tres hombres de seis nacionalidades diferentes. Y les planteamos una serie de preguntas ¿Cómo vivieron los vecinos inmigrantes de El Raval las olas de calor? ¿Qué factores y lugares determinaron sus peores momentos durante las olas de calor? ¿Qué localizaciones y situaciones ofrecieron algún alivio durante las olas de calor?

Estas diez personas participantes discutieron estas preguntas a través de un proceso de ciencia ciudadana denominado Fotovoz. A lo largo de dos meses y diferentes sesiones, los participantes realizaron y recopilaron fotografías y discutieron en profundidad estas preguntas. Y lo hicieron desde sus experiencias y las de sus amigos, vecinos y familiares.

Varios participantes del proyecto de ciencia ciudadana Fotovoz reunidos en una de las sesiones.
Varios participantes del proyecto de ciencia ciudadana Fotovoz reunidos en una de las sesiones.Edgar Melo

A lo largo de las diferentes sesiones y pasos de esta metodología identificaron diferencias y problemas relacionados con las olas de calor del excepcional verano del 2022 en relación con su vida diaria, a su bienestar y a su salud.

Los temas sobre los que coincidieron y que destacaron fueron: La vivienda y el calor, la falta de espacios verdes, los diferentes tipos y fuentes de estrés provocados por el calor, la adaptación al calor y el efecto del turismo.

Una discusión recurrente fue cómo la vivienda no está preparada para el calor, cómo tener aire acondicionado es un lujo, es prohibitivo, como es imposible dormir y cómo tu propia casa se convierte en un lugar insufrible. “Yo cocino todo en mi casa. Mi cocina no tiene ventanas al exterior, se vuelve un infierno en verano”, Souad El Kaissi, vecina del barrio desde hace 20 años.

Otra discusión destacada fue sobre los espacios verdes, paseos, bancos, espacios con sombra. Y en una ciudad como Barcelona, cómo poder sobrevivir en la playa sin sombra y con chiringuitos para turistas. O el hecho de no poder ir a una piscina pública porque son caras y/o están muy lejos“. En el Ágora conseguimos un espacio verde y con sombra para nosotros. En verano, organicé una piscina y los niños estaban muy contentos”, cuenta Ana María da Silva, residente de El Raval desde hace 18 años

“Terminas haciendo vida social durante la noche, a las tantas. Yo he hecho barbacoas en la playa con mis amigos, incluso he dormido allí para pasar el calor”, se queja Alexandra Vargas, que lleva 22 años en la zona.

Así, a través de sus propias fotos y experiencias, estos científicos ciudadanos pudieron describir y proponer una serie de mejoras para disminuir los efectos negativos de las olas de calor en las ciudades;

Junto con las personas participantes del proyecto Fotovoz El Raval, presentamos los resultados en ese mismo barrio, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). El CCCB es un conocidísimo centro cultural de nivel e impacto internacional, donde en palabras de Judit Carrera, su directora, “la ciencia tiene que interactuar con otras esferas del conocimiento”.

La evidencia científica resalta la necesidad urgente de desarrollar estrategias de mitigación y adaptación que sean ambiciosas y que puedan minimizar los impactos de las olas de calor en la salud de nuestras poblaciones. En este caso, han sido residentes de El Raval las personas que han aportado su conocimiento profundo de la vida en la ciudad para desarrollar estrategias que tengan el mayor impacto posible en nuestra salud.

En muchas ocasiones, escuchar a la ciudadanía, discutir profundamente sobre la realidad, el día a día que vivimos y sufrimos, es fundamental para unirlo al conocimiento científico y a las decisiones políticas. Parece simple, parece una tontería, pero es importante escuchar a las personas para tomar y desarrollar las medidas efectivas y adecuadas, y muchas veces se nos olvida escuchar. Y siempre se nos olvida escuchar a las personas que tienen menos oportunidades de tener una voz, de tener una fotografía.

La salud va por barrios es una sección que explica en tono sencillo y amable los conceptos y avances de la investigación en Salud Urbana, un área de la Salud Pública necesariamente interdisciplinar. La investigación en Salud Urbana tiene como objetivo mejorar nuestras ciudades para mejorar la salud de los millones de personas que habitamos las complejas y desiguales ciudades que hoy caracterizan la vida en nuestro planeta.

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Sobre la firma

Manuel Franco
Es profesor e investigador en Epidemiología y Salud Pública en las universidades de Alcalá, España y Johns Hopkins en Baltimore, EE.UU. Sus proyectos de investigación se centran en la Salud Urbana y la Epidemiología Social.

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