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Franco Sassi: “Necesitamos mantener incentivos muy poderosos para que la industria alimentaria reformule sus productos”

El profesor de Economía y Política Sanitaria Internacional alerta de que los niños procedentes de entornos deprimidos tienen un mayor riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad

Franco Sassi
El profesor Franco Sassi, experto en obesidad infantil, en el aeropuerto de Palma de Mallorca, el jueves 17.FRANCISCO UBILLA

La epidemia silenciosa de este siglo, la obesidad, no entiende de edades. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 29% de los niños de 7 a 9 años en Europa presenta sobrepeso u obesidad. Este porcentaje se dispara hasta el 39% en el caso de los niños españoles que, junto con los niños de Grecia e Italia, presentan los peores datos del continente. Se trata de un problema de salud pública sobre el que se estudian factores de riesgo y soluciones, pero al que todavía nadie ha conseguido poner freno de forma efectiva. Para tratar el asunto, la pasada semana se organizó en Palma de Mallorca una reunión de alto nivel sobre obesidad infantil con expertos llegados de todo el mundo, que han participado en diversas ponencias para poner en común los programas contra la obesidad infantil que se aplican en diversos países, los estudios acerca de los factores de riesgo o las posibles políticas a aplicar en el futuro.

Entre los expertos que han participado en la reunión se encuentra Franco Sassi, profesor de Economía y Política Sanitaria Internacional en el Imperial College de Londres y director de un consorcio que se encarga de desarrollar un proyecto sobre la aplicación de la ciencia y tecnología en las políticas de obesidad infantil. El trabajo de Sassi (Milán, 1966) tiene como objetivo evaluar los impactos de las políticas públicas para abordar las principales enfermedades crónicas y sus factores de riesgo. Junto con otros expertos internacionales, se embarcará durante los próximos cinco años en un proyecto europeo que pretende analizar y estudiar los riesgos de la obesidad en cada etapa de la vida.

Pregunta. ¿Es la obesidad la epidemia más importante del siglo XXI?

Respuesta. Sí, la obesidad es una de las mayores epidemias en salud pública alrededor del mundo. Es una epidemia por dos razones; la primera porque afecta a mucha gente, y la segunda, porque se expande como un virus, sobre todo socialmente, porque la gente toma elecciones como consumir comida poco saludable o tener un estilo de vida sedentario, y otros se ven influidos para hacer lo mismo. La obesidad se expande como un virus. Es una epidemia preocupante, la más grave y seria para la salud pública en este momento, porque el tabaco está en descenso y, aunque el consumo del alcohol todavía sigue siendo alto en muchos lugares, sobre todo en muchos países de la región europea, la obesidad está creciendo alrededor del mundo con una escalada que nunca hemos visto antes.

P. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en España el 39% de las niñas y el 38% de los niños de 7 a 9 años presentaba sobrepeso u obesidad. Junto con Grecia e Italia, España tiene las peores cifras, alejadas de las que arrojan países del norte como Dinamarca. ¿Qué ha pasado con la dieta mediterránea?

R. La dieta mediterránea, desafortunadamente, es hoy un mito. Ha cambiado completamente. La gente come comida que es poco saludable y esta comida va en aumento porque tiene detrás campañas de marketing muy fuertes de las compañías que la producen. Es muy poco lo que nuestros niños pueden hacer para resistir ese marketing.

P. Menos de la mitad de los niños en España consumen fruta fresca diaria y la mitad de ellos hace menos de dos horas de deporte a la semana. ¿Cuál de estos dos factores, la mala alimentación o el sedentarismo, dispara antes el riesgo de sufrir obesidad o sobrepeso entre los más pequeños?

R. Los dos son muy importantes, diría que igual de importantes. El problema es que podemos hacer mucho más para mejorar la dieta que para mejorar la actividad física de los niños. Desafortunadamente es muy difícil renunciar a las pantallas y los dispositivos digitales. Lo intentamos, pero es muy difícil cambiar el nivel de actividad física que hacen los menores, podemos cambiarlo en cierta medida, pero no en gran medida. Es en la parte de la alimentación donde podemos hacer mucho más, porque las razones por las que los niños no comen fruta y verdura son porque no han sido educados para comerlas. También hay otros factores importantes, como el hecho de que son alimentos mucho más caros que otros que cuentan con un marketing mucho más intenso, que tienen precios más baratos y que son menos saludables. Así que, si sólo hiciéramos publicidad sobre alimentos saludables y utilizásemos el sistema fiscal para que los alimentos nutritivos sean más convenientes que los alimentos procesados, podríamos incentivar la dieta adecuada de una forma más intensa.

P. ¿Son efectivas las políticas para tasar los alimentos procesados o las bebidas azucaradas?

R. Funcionan, la respuesta corta es que sí, hay evidencias muy fuertes. Hay recomendaciones de los organismos internacionales para la aplicación de tasas para las comidas y bebidas azucaradas. Hay decenas de estudios que analizan precisamente los efectos de estas bebidas azucaradas y que respaldan consistentemente las consecuencias de esos impuestos a los refrescos, con una reducción del 10% en su consumo por cada 10% de incremento del precio de las bebidas.

P. ¿Son adoptadas cada vez más por los países? ¿Pueden servir para ayudar a romper el ciclo?

R. Es un tipo de política que están adoptando cada vez más países, el problema es que no podemos pararnos ahí. Las bebidas azucaradas son importantes en las dietas de los niños, pero no son la única causa de la obesidad infantil. Así que necesitamos extender las políticas fiscales a otro tipo de comida.

P. ¿Es el factor socioeconómico de las familias el que marca de forma determinante el riesgo de sufrir obesidad?

R. El nivel socioeconómico es sin duda un factor muy importante. Los niños que viven en entornos más deprimidos, en entornos de bajos recursos, quedan expuestos a una influencia mucho más fuerte de alimentos poco saludables. Andan por el vecindario y solo ven tiendas de comida rápida, solo ven establecimientos que venden comida poco saludable y es para ellos difícil encontrar comida sana a precios asequibles. Están sobreexpuestos al marketing de comida poco saludable y, por supuesto, tienen una menor habilidad para discriminar entre las comidas poco adecuadas y las nutritivas. Así que los niveles socioeconómicos bajos hacen que los niños estén más expuestos a esta epidemia.

Franco Sassi
El profesor Franco Sassi.FRANCISCO UBILLA

P. ¿Cómo pueden las políticas públicas contribuir para romper este ciclo?

R. No hay sola una política que pueda resolverlo. Hace falta que los gobiernos apliquen varias políticas porque toda medida que se aplique en solitario tendrá una menor efectividad, ya que el problema es muy grande y hace falta actuar desde muchos frentes para marcar la diferencia. La política principal para los niños se tiene que aplicar en los niveles educativos, es una edad crítica, sobre todo en primaria. No queremos que los niños desarrollen obesidad en la escuela primaria porque la edad critica para el futuro llega después, en la adolescencia. Un niño de 13 o 14 años con obesidad tiene muchas posibilidades de ser obeso en su vida adulta y queremos prevenir eso. Por esta razón hay que actuar en la escuela primaria, también con las familias para crear condiciones que les permitan llevar una vida saludable, tener acceso a una comida adecuada que les permita tener el peso óptimo y enseñar a los niños una vida sin obesidad.

P. ¿El control de la alimentación en los comedores escolares es una medida que puede contribuir a reducir el problema?

R. Hay dos tipos de políticas en este nivel. Una es la comida que hace la escuela y la otra es como crear un ambiente que conduzca a los niños a comer de forma saludable, con porciones pequeñas, priorizando la comida nutritiva y pensando en la disposición de los alimentos en la cantina. Sabemos perfectamente que la distribución de la comida influye en las elecciones de los niños, así que dependiendo de dónde pongamos la comida y las bebidas, si al principio o al final del pasillo, las elecciones serán completamente diferentes. Necesitamos utilizar este tipo de medidas también.

P. ¿Qué peso tienen las enfermedades derivadas de la obesidad en los sistemas públicos de salud?

R. Los problemas derivados de la obesidad tienen un peso enorme en los sistemas de salud. Los niños que se convierten en adultos obesos acarrean una mayor posibilidad de desarrollar diabetes, problemas cardiovasculares, cáncer y otro tipo de trastornos que afectan a la productividad y a las habilidades para participar activamente en la producción económica, necesitando cuidados médicos que pueden ser largos. Especialmente ahora, con la disponibilidad de tratamientos efectivos para la obesidad, la probabilidad de que las personas sean complacientes con su estilo de vida y luego acaben necesitando medicamentos o incluso cirugía es muy alta, y son tratamientos que cuestan una fortuna que los sistemas sanitarios no están capacitados para soportar a largo plazo.

P. No sé si conoce el Plan Estratégico para la Reducción de la Obesidad Infantil aprobado por el Gobierno de España. ¿Qué opinión le merece?

R. No lo conozco en detalle, conozco alguna de las medidas. Una de las políticas que hemos estado discutiendo en esta jornada de trabajo son los incentivos a las empresas para reformular sus productos, creo que es una política muy importante. Necesitamos mantener incentivos muy poderosos para que la industria reformule sus productos. Una de las herramientas que se ha utilizado en el Reino Unido es que se han tasado las bebidas y comidas dulces, un impuesto que desaparece con la reformulación de los productos. El contenido de azúcar en las bebidas en el Reino Unido se ha reducido en dos años en un 40% debido a los incentivos proporcionados por el impuesto. Así que lo mismo se puede hacer en España. Es importante fijar objetivos, especialmente los obligatorios, pero también se necesitan incentivos, de tipo monetario y fiscal, para empujar a la industria a reformular sus productos.

P. ¿Qué detalles puede ofrecer acerca del macroproyecto en el que se embarcarán especialistas de varios países durante cinco años para el estudio de los factores que contribuyen a desarrollar la obesidad?

R. Con el proyecto OBCT (Obesidad: riesgo biológico, sociocultural y ambiental) esperamos ser capaces de desvelar los factores que influyen en la obesidad y cómo podemos identificar los principales desencadenantes en las distintas etapas de la vida, para identificar las soluciones y las políticas que se pueden aplicar para revertirlos.

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