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El matrimonio que ni la muerte pudo separar

Una anciana de A Coruña fallece de un infarto al despertar y descubrir a su marido sin vida a su lado

Josefina Martínez Balseiro y Teodoro Díaz Martínez, flanquean a María Balseiro Martínez, en su 102 cumpleaños. Con jersey rojo, Alfonso Emilio Balseiro, alcalde de Mañón (Galicia). Imagen tomada en Ribeiras do Sor en 2015.
Josefina Martínez Balseiro y Teodoro Díaz Martínez, flanquean a María Balseiro Martínez, en su 102 cumpleaños. Con jersey rojo, Alfonso Emilio Balseiro, alcalde de Mañón (Galicia). Imagen tomada en Ribeiras do Sor en 2015.Ana Fernández Cuba | 'La Voz de Galicia'

Josefina Martínez Balseiro no pudo superar el impacto de la muerte inesperada de su esposo, Teodoro Díaz Martínez. Cuando despertó el pasado martes, sobre las siete de la mañana, lo encontró sin vida a su lado. La impresión fue tan grande que dos horas después fallecía ella de un infarto.

La pareja, de 85 y 87 años, llevaba seis décadas sin separarse. “Era un matrimonio como los de antes, de esos que duraban toda la vida”, comenta un vecino de su parroquia, Ribeiras do Sor, en el municipio de Mañón, en la comarca coruñesa de Ferrolterra.

No solo no se separaron en la vida y en la muerte sino que esta les llegó en el domicilio de su única hija, en la ciudad de A Coruña, a donde habían ido a pasar unos días. Teodoro necesitaba hacerse algunas pruebas: llevaba una temporada un poco flojo. Nada grave, según los familiares.

Esquela publicada en 'La Voz de Galicia'.
Esquela publicada en 'La Voz de Galicia'.

A comienzos de año había fallecido, al mes escaso de cumplir 106 años, la madre de Josefina, María Balseiro, a la que el matrimonio había cuidado durante las últimas décadas.

Apodada La Abuela de Ortegal, la mujer mantuvo plena lucidez hasta el último momento. En las entrevistas que le hicieron los periodistas para celebrar su longevidad, María Balseiro recordaba su pasado con un marido fallecido 30 años antes que ella: “Éramos pobres como ánimas, pero no envidiamos nunca a nadie. No teníamos nada, pero lo teníamos todo: amor”, afirmó en una ocasión en el diario La Voz de Galicia. Sus cuidadores la han sobrevivido apenas nueve meses.

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“Cuando Josefina se despertó el martes y vio a Teodoro fallecido a su lado en la cama, no pudo asimilarlo. Avisó a la hija y al yerno, que se preparaban para ir a trabajar, y estos llamaron a una ambulancia que acabó trasladándola a ella al hospital para intentar reanimarla del infarto que había sufrido por la impresión, pero fue ya imposible”, cuenta Alfonso Emilio Balseiro, primo de la mujer y alcalde de Mañón desde hace 32 años; uno de los más veteranos regidores de Galicia.

Desde que María Balseiro empezó a superar la centena, añadiendo cuentas al rosario largo de su vida, su sobrino, el alcalde, acudía a felicitarla con una tarta colosal de chocolate, rematada con las velas de los tres mágicos dígitos. “Ella esperaba ya siempre ansiosa que llegara yo con la tarta”, afirma el sobrino.

Y allí, junto a La Abuela de Ortegal, posaban invariablemente para los fotógrafos Josefina y Teodoro. Siempre a ambos lados de ella, amparándola; siempre discretos y pendientes.

Alfonso Emilio Balseiro explica el impacto que ha causado en el municipio la noticia de la muerte, con escasas dos horas de diferencia, de sus familiares, transcurrido menos de un año de la muerte de la abuela: “Es algo insólito; no se suelen dar, al menos en Galicia, estos casos en los que los dos miembros de un matrimonio, después de toda una vida juntos, mueren también juntos. Aquí está todo el mundo impresionado”.

Teodoro Díaz y Josefina Martínez intentaron la vía de la emigración poco después de casarse en la veintena, aunque tras dos años en Suiza regresaron a su casa, a Mañón, a ejercer los oficios que habían aprendido: él, como zapatero —“no solo arreglaba zapatos, sino que además los hacía él mismo, artesanalmente”, puntualiza el pariente regidor—, y ella, a enseñar a coser a las mujeres del pueblo. Ahí sacaron ambos adelante a su hija Montserrat y cuidaron de la abuela centenaria.

Este miércoles fueron enterrados, juntos, en el cementerio de Ribeiras do Sor, en su universo de Mañón.

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