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diario de campaña

Los vinos heterodoxos

Tenía que ser en Cádiz donde se reunieran todos los cabezas de lista ¿Cómo se cuenta el presente en una tierra que guarda miles de años?

Eva Díaz Pérez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de campaña celebrado en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de campaña celebrado en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera. Román Ríos (EFE)

Un yacimiento histórico puede ser también un yacimiento político. Cádiz se tragó a los candidatos a las elecciones andaluzas y quién sabe si se perdieron por el agujero negro de la desmemoria o en el fondo antiquísimo de un ánfora romana. Cádiz fue el escenario de los mítines del fin de semana y aún no ha despertado del shock. Tantas palabras, palabras y palabras lanzadas en pocas horas colapsaron el tráfico del puente de la Constitución de 1812, que es un balcón al Atlántico y al abismo acerado del confín de Europa.

Estuvieron Pedro Sánchez y Susana Díaz con mitin en unas bodegas de Chiclana donde se crían finos y moscateles. También vinagres y palos cortados, que son los vinos heterodoxos que nacieron para ser olorosos y en el camino se convirtieron en amontillados. El susanismo y el sanchismo reposando en barricas de siglos de crianza. No sabemos si de este encuentro forzado por las circunstancias políticas salió un dulcísimo moscatel, un vinagre amargado o un rebelde palo cortado, pero podemos sospecharlo.

Tenía que ser en Cádiz donde se reunieran todos los cabezas de lista. Esta provincia ha sido encrucijada de la historia de España. ¿Cómo se cuenta el presente en una tierra que guarda miles de años? Aquí bajo las piedras se encuentran por azar recuerdos fenicios, griegos y romanos. Y de Gades a Cádiz pasan los siglos con huidiza elegancia hasta que llegan los viajes de ultramar con los galeones del Nuevo Mundo. Este Cádiz elegido como fondo de campaña fue la capital cosmopolita del siglo XVIII y la patria de la Constitución de Cádiz. Ciudadanos aprovechó esta circunstancia para entroncar su historia adánica con el pasado solariego de la cuna del constitucionalismo. Albert Rivera e Inés Arrimadas barrieron para casa anunciando como héroes proféticos que en Cádiz arrancará el cambio histórico de Andalucía mientras Juan Marín, el candidato de Ciudadanos a la Junta de Andalucía, asentía creyéndose el cuento legendario.

Faltaba el PP de Pablo Casado y del candidato Juanma Moreno en esta provincia donde baten las olas de la historia. Y aparecieron en Algeciras y en Jerez cumpliendo así con un perfecto círculo gaditano. Pero cuidado porque en esa frontera del continente azotan las noticias negras que acechan siempre en los lugares abismales, en el borde de los precipicios del tiempo. “Gibraltar español”, pidió Pablo Casado. Gibraltar español que suena a pasado, pero no a historia. Ya se sabe que la política actual no mira con sentido histórico sino con la miopía del corto plazo y los réditos inmediatos. Palabras, palabras, palabras que suenan a nada en un escenario donde se ha criado durante siglos la solera de la memoria de España.

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