“A las militares se nos ha mirado con lupa”
Patricia Ortega, primera coronel del Ejército español, habla de la integración de la mujer en las fuerzas armadas
Desde junio pasado, Patricia Ortega García (Madrid, 1963) luce es sus galones tres estrellas de ocho puntas. Con antigüedad de octubre de 2015, es la primera, y hasta ahora única, coronel de las Fuerzas Armadas españolas. En seis años podría convertirse en la primera general de la historia del Ejército español, aunque antes de que llegue ese día, si es que llega, tendrá que superar muchos obstáculos y ella prefiere explayarse sobre su última obra en la Dirección de Infraestructuras del Ministerio de Defensa: el Centro Militar de Farmacia, que ha ejecutado con un 43% de baja sobre el presupuesto inicial. Un ahorro que exhibe con indisimulado orgullo.
Lo que no le gusta es hablar de su condición de mujer. Teme que algún compañero varón le achaque afán de protagonismo y, meticulosa como es, se lamenta de no estar preparada para enfrentarse a la prensa. Lo asume por disciplina, consciente de que su papel de pionera conlleva una responsabilidad añadida: servir de espejo en el que otras militares se miran y reflejar ante la sociedad la integración de la mujer en los cuarteles, que ella inauguró hace 28 años.
“Al principio había muchísima presión. Te sentías muy observada, estabas siempre bajo lupa. Entrabas en la cantina y se giraban todas las cabezas. Se daban situaciones embarazosas. Entre nosotros hay que ceder el paso al superior jerárquico. Pero el militar lleva a gala su cortesía. Así que me veías a mí, una alférez, disputando con un general por ver quién pasaba delante. Al final, hallé la forma de salir airosa: ‘Si usted no lo ordena general, yo no paso primero”.
Nieta, hija y hermana de militares, tenía clara su vocación y, tras graduarse como ingeniero agrónomo en la Universidad Politécnica de Madrid, aprovechó la primera ocasión para alistarse: fue en 1988, cuando las Fuerzas Armadas entreabrieron por primera vez sus puertas al sexo femenino, aunque solo a determinados cuerpos y escalas.
Única mujer de su promoción del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos, ha servido involuntariamente como conejillo de indias para situaciones que nadie había previsto. “Es verdad que hicieron lo posible por afrontar la situación. Ahora resulta entrañable imaginarse a un montón de militares debatiendo cómo debía ser el sujetador de campaña o el bolso de paseo. Pero el proceso fue muy acelerado y hubo que resolver los problemas sobre la marcha. Yo me quedé embarazada y no había uniformes adecuados. Se lo planteé al coronel y me dijo: ‘Queda relegada de llevar uniforme hasta que su estado físico sea compatible con la dignidad del mismo’. No concebía que una mujer embarazada recibiera como capitán de cuartel las novedades con la tropa formada”.
La coronel asegura que el Ejército se ha adaptado a la presencia de la mujer. “Creo que podemos sentir orgullo. ¿Hay alguna sombra? Obvio. Somos el reflejo de la sociedad y en las Fuerzas Armadas hay cabestros, como en todas partes. Pero institucionalmente se han tomado medidas para que determinadas cosas no pasen y, si pasan, se corrigen”.
Aunque la situación se ha normalizado, reconoce que, “si un hombre hace algo, lo ha hecho Zutano, y no se juzga al colectivo masculino por una actuación individual. En el caso de las mujeres no es así. Si alguna de nosotras hace algo bueno o malo, generalmente lo segundo, nos salpica a todas. Pero eso sucede allá donde hay una minoría y la mujer lo sigue siendo en las Fuerzas Armadas”.
Pregunta. ¿Se ha sentido alguna vez discriminada? A favor o en contra.
Respuesta. Positivamente, nunca.
Opuesta a las cuotas, lo que más le molesta es que alguien pueda pensar que se le ha favorecido en el ascenso a coronel por ser mujer. “El proceso ha sido completamente aséptico. Se ha seguido el método habitual de evaluación de las Fuerzas Armadas, en base a unos baremos objetivos que dan una clasificación. Es verdad que la ley permite aplicar un coeficiente discrecional de hasta el 15% para reordenar la promoción. Pero en nuestro caso la junta ha sido exquisita en extremo y no ha aplicado ese coeficiente de discrecionalidad. Hemos salido ordenados con el número que nos dio la clasificación prevista en la Ley de la Carrera Militar, en que se valora el mérito y la capacidad”, se explaya.
P. ¿Cómo pudo conciliar tener tres hijos con su carrera?
R. Malamente, como todos. No es que la idea de la conciliación no estuviera en las Fuerzas Armadas, es que no estaba en la sociedad. Para cualquier mujer, en cualquier ámbito, tener hijos es un obstáculo y, aunque no lo fuera objetivamente, se va a percibir así en su entorno laboral. Eso es lo que hay que cambiar.
P. ¿Existe un estilo de mando femenino?
R. No. Yo creo que eso es un tópico a desterrar.
P. ¿Se considera feminista?
R. ¿Considera usted que es feminismo decir que habrá igualdad el día que haya tantas mujeres mediocres como hombres mediocres en altos cargos?
P. Sí.
R. Pues el feminista es usted.
Una de cada seis soldados y una de cada 13 oficiales
Una de cada seis soldados o marineros (el 16,6% del total) de las Fuerzas Armadas españolas es mujer. En cambio, no llegan a una de cada 13 los oficiales de sexo femenino (7,3%). Su presencia de mujeres sigue siendo mucho más abultada en los escalones más bajos que en la cúpula de una institución jerárquica en la que se asciende por antigüedad. El menor porcentaje se da entre los suboficiales (4,3%).
El empleo más alto ocupado por una mujer es el de coronel (Patricia Ortega). Le siguen 92 tenientes coroneles o capitanes de fragata; 267 comandantes o capitanes de corbeta; y 468 capitanes o tenientes de navío.
El Ejército con más porcentaje de mujeres es el Aire (13,6%), seguido de la Armada (12,5%) y Tierra (11,8%). En cuerpos comunes (Sanidad, Jurídico, Intervención) llegan al 23,4%. En total hay 14.981 mujeres; lo que supone el 12,5% de los efectivos de las Fuerzas Armadas, frente al 87,5% de varones. En cambio, en las misiones en el exterior son el 7,6% de los efectivos y en los puestos operativos el 9.8%.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.