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“Queremos romper la idea de que la cultura occidental es el centro del mundo”

El dúo musical beirutí Rust fusiona la herencia artística de Oriente Próximo con ritmos electrónicos recuperando sonidos árabes

Los integrantes del grupo musical libanés Rust, en la Casa Árabe en Madrid, el pasado junio de 2023.
Los integrantes del grupo musical libanés Rust, en la Casa Árabe en Madrid, el pasado junio de 2023.Jaime Villanueva
Paula Herrera

La gran explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020 fue la semilla que impulsó el surgimiento de Rust, uno de los proyectos musicales que intenta revolucionar la forma de hacer música en Líbano. Nadie, y mucho menos sus creadores, el productor musical Hany Manja (35 años, Damasco) y la cantante Petra Hawi (32 años, Líbano) imaginaban que un mes después de esta tragedia, que destruyó 77.000 viviendas en la capital libanesa, mató a dos centenares de personas e hirió a 7.000— se consolidaría un nuevo estilo de hacer música electrónica árabe. “Hemos aprendido a crear en medio de la crisis. Tras la explosión, mi banda se deshizo y yo sentí la necesidad de descubrir mi voz y mi melodía árabe. Antes solo tocaba música occidental”, cuenta Hawi.

En apenas tres años, esta pareja de artistas ha encontrado su estilo propio, a través de la fusión de ritmos originarios de Oriente Próximo con otros como el trip hop o el techno.Producimos música como la aramea, pero la transformamos con el sonido electrónico y las texturas”. Rust, explican, es una palabra en farsi —o persa— que significa óxido, nombre que hace alusión a su propuesta de recuperar los poemas y la música árabe tradicional “oxidada y olvidada por el paso del tiempo”, precisa Hawi. “El objetivo es volver a darles valor a través de un toque de actualidad”, agrega la cantante durante su visita a Madrid el 30 de junio. El dúo presentó en la capital española el Iwa Fest, festival de la diversidad de la cultura amazigh y del Mediterráneo, que se celebrará en Melilla el 29 y 30 de septiembre.

La pareja, que se mueve como pez en el agua en el madrileño escenario del Jardín Secreto de Casa Árabe, sabe bien lo que significa crear en medio de una crisis. Lo han hecho en un país que se posiciona en el tercer lugar a nivel mundial en tasas de inflación más altas, después de Venezuela y Sudán; y en donde su moneda, la libra libanesa, ha perdido más del 95 % de su valor anterior a 2021. También lo han logrado a pesar de los continuos cortes de electricidad. “Si vivir del arte es de por sí difícil, imagínate lo que significa hacer música electrónica sin electricidad”, afirma Hany Manja.

“Si vivir del arte es de por sí difícil, imagínate lo que significa hacer música electrónica sin electricidad”

Líbano vive actualmente con un promedio de una a tres horas al día de energía eléctrica, según el más reciente informe de Human Rights Watch. “Esta es la tierra de la incertidumbre. Si tienes electricidad, no hay agua. Si hay agua, no hay combustible para el coche. La inseguridad también es un problema. Todo esto afecta nuestra productividad”, comenta este joven economista, artista por convicción.


El sintetizador, el sonido del laúd, la voz y la recopilación de canciones árabes clásicas de principios del siglo XX son los pilares de Rust. “Podemos ser árabes sin someternos a la idea de no ser lo suficientemente buenos en un contexto global. Hay una tendencia a hacer música occidental porque se considera que es mejor. Queremos romper la idea de que la cultura occidental es el centro del mundo. No hay ningún centro. Todas las identidades son valiosas”, aclara Manja.

Y no ha sido fácil. El manejo de la voz, así como el dominio de los instrumentos, han sido sus principales retos. Para Petra Hawi, por ejemplo, intentar recuperar su voz árabe sigue siendo un trabajo de todos los días. Ella aprendió canto occidental desde los nueve años y ha perfeccionado su técnica vocal en el Conservatorio Superior de Música del Líbano, pero no fue hasta la universidad donde aprendió canto árabe. “Los maqams o melodías árabes son diferentes a las melodías occidentales. La escala maqam tiene más notas y una gama de sonidos mucho más amplia y flexible. Aquí la improvisación es fundamental”, explica. Hawi confiesa que sigue recibiendo clases particulares debido a la dificultad para encontrar academias especializadas en este tipo de música. “Es muy difícil y no puedes encontrarlas en ningún lado. Así que tienes que esforzarte, aprenderla, practicarla y escuchar música tradicional”.

Para Hany Manja, esta diferencia entre la formación musical occidental y la árabe ha sido aún más evidente. “Si vemos que nuestra cultura empieza a perderse en la memoria de nuestros padres o abuelos, lo sientes aún más a la hora de producir música con sintetizadores configurados con las notas y melodías occidentales”. Manja cuenta que imitar sonidos de instrumentos comunes de la cultura árabe en el sintetizador es muy difícil. “Se corre el riesgo de que suene exótico”, subraya. Por eso, explica, él ha dedicado mucho tiempo a encontrar un software que cambia el tono de cada nota, para que el sonido resulte lo más fiel posible a la escala árabe.

La pareja artística lo tiene claro, darle el toque de actualidad a lo tradicional trae consigo detractores. “Algunos lo ven como una falta de respeto, pero otros lo ven como algo nuevo y refrescante. Al final es imposible crear algo que guste a todo el mundo. Lo cierto es que intentamos producir música nueva utilizando la tradición, que es muy rica y profunda, y tenemos que aprender de ella. Pero nos gustaría expresarlo a nuestra manera”, finaliza Petra Hawi.

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