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Teddy Kossoko, el ingeniero que hace política en África con videojuegos

El emprendedor centroafricano desarrolla juegos para móvil pedagógicos y transformadores. Cree que pueden ser una herramienta para aumentar el conocimiento sobre el continente africano entre los jóvenes

Teddy Kossoko
Teddy Kossoko, creador centroafricano de videojuegos, en marzo de 2022.Lionel BONAVENTURE (AFP)
Carlos Bajo Erro

Para Teddy Kossoko, “los videojuegos permiten a la gente entrar en un entorno y quedarse con la sensación de haber vivido cosas; que es algo que resulta muy complicado, por ejemplo, en un libro o incluso en una película”. Por eso, este joven emprendedor (28 años, Bangui, República Centroafricana) decidió que ese era el canal adecuado para acabar con el desconocimiento sobre África. A través de los videojuegos unió sus dos pasiones, la informática y la historia, con un objetivo muy claro: empezar a equilibrar la cuenta pendiente de la infrarrepresentación del continente.

“En África, siempre hemos visto las historias a través de los ojos de otros. Son los americanos los que salvan el mundo, ¿por qué no puede ser un africano el que lo salve?”, se pregunta provocador este ingeniero informático especializado en el ámbito aeroespacial. Reconvertido en diseñador de videojuegos con enfoque pedagógico y transformador, Kossoko ha participado en el Emerging Valley, un encuentro que reunió a startups africanas e inversores en Marsella, donde atendió esta entrevista.

Llegó a Francia hace poco más de una década, para continuar sus estudios y en 2018, con su carrera recién terminada, apostó por su pasión. Su primera propuesta fue Kissoro Tribal Game, un videojuego para teléfono móvil que reproduce la mecánica de uno de los entretenimientos más tradicionales y extendidos del continente, con un tablero formado por huecos en el que hay que mover y distribuir semillas. Kossoko utilizó el nombre que el juego recibe en la República Centroafricana, kissoro, y que está emparentado con otras variantes como el awalé en Costa de Marfil, el adji en Benín, el wali en Mali, entre muchísimos otros. El joven desarrollador, además, revistió el videojuego de un trasfondo con reminiscencias africanas para poner en valor la cultura del continente y despertar el interés por su historia.

Ese primer lanzamiento fue muy bien recibido y apuntaló el objetivo de Kossoko: trabajar desde la industria del videojuego para aproximar y hacer visibles la tradición y las realidades africanas. “Para mí no tiene ningún interés hacer juegos sobre Alejandro Magno. Para mí, el interés es abrir la visión de la gente, ya sean africanos o europeos, sobre qué es África, más allá incluso del África de los 54 países que pueden conocer hoy. Mucha gente no sabe qué había antes, los reinos precoloniales, etcétera”, explica. Y en esa tarea se afana Masseka Game Studio, la empresa de desarrollo creada por Kossoko.

El joven centroafricano no deja de referirse a cómo los videojuegos han acercado y popularizado la cultura surcoreana o la vikinga. “Tenemos un conjunto de proyectos que intentan poner el acento en nuestras culturas para que la gente las puedas descubrir y tener esa visibilidad”, continúa este desarrollador de videojuegos poco convencional.

Después del éxito y la repercusión de Kissoro Tribal Game, el estudio Masseka lanzó otro videojuego con carácter propio. Golden George es un juego de fútbol diseñado para teléfonos móviles en el que el jugador se identifica con George Weah, el único futbolista africano que ha recibido el Balón de Oro, y actual presidente de Liberia. “Lanzamos ese juego con la intención de utilizar el deporte para transmitir valores de resiliencia, de espíritu de superación y de esperanza. Y hacerlo con referentes africanos”, explica Teddy Kossoko.

Las plataformas convencionales de aplicaciones pasan por el pago a través de tarjeta bancaria, pero la bancarización en el continente africano es muy débil, y más entre jóvenes, el público más numeroso de los videojuegos

En su inmersión en el prometedor universo de los videojuegos en África, este emprendedor se ha cruzado con otras dificultades y también ha decidido hacer su aportación: “La otra parte de mi trabajo en esta industria es ayudar a estructurar el ecosistema del gaming en África. Hoy es muy difícil generar recursos a partir de juegos producidos en el continente”.

La mayor parte del mercado de los videojuegos se apoya en el entorno de la telefonía móvil y las plataformas convencionales de aplicaciones pasan por el pago a través de tarjeta bancaria, pero la bancarización en el continente africano es muy débil, y más entre jóvenes, que son el público más numeroso de los videojuegos. Por este motivo, Teddy Kossoko ha impulsado la tienda online de juegos y libros electrónicos Gara, orientada a creadores africanos y adaptada a las particularidades del mercado del continente (por ejemplo, a través del pago mediante dinero móvil). Una de las dificultades es que los sistemas de dinero móvil acostumbran a tener un alcance nacional, de manera que los impulsores de Gara han generado una red de alianzas con operadores locales.

Kossoko cree que un país solo no consigue construir un mercado y un ecosistema sólidos en la industria del videojuego. “Hay que utilizar la fuerza del número para hacer que los proyectos sean viables, para que los marroquíes puedan vender en Senegal, que los senegaleses puedan vender en Zimbabue, que los zimbabuenses puedan vender en Tanzania...”.

Una herramienta política

“Tengo una relación particular con los videojuegos”, confiesa el responsable de Masseka Game Studio. “Los veo como una herramienta, porque, en realidad, yo no soy un gamer (jugador), no tengo tiempo”, bromea. Ve los juegos, subraya, con enfoque histórico y político. Una herramienta con potencial. Y advierte que todo en los videojuegos está cargado de mensajes subliminales, desde un mensaje en un muro, hasta cómo se caracterizan los personajes, pasando por la música o los escenarios.

También le interesa el impacto que generan, la capacidad para interiorizar y hacer sentir: “Son la condensación de diversos lenguajes e industrias: la animación, el diseño, la música, el texto, la lectura… Para mí es la industria creativa-cultural más perfecta que existe y utilizándola de la manera correcta puede conseguir objetivos políticos y transformar a la gente”. Para Kossoko esos objetivos políticos son, en sus palabras, “contar África y deconstruir las imágenes del continente integradas en la mentalidad de la gente”.

“Queramos o no, tenemos en nuestras mentes un conjunto de construcciones que no necesariamente son hechos históricos. Hay también manipulaciones, condicionamientos, en un mundo que viene directamente de un largo periodo de trata esclavista, seguido por la colonización”, advierte este joven. Contra la “pereza intelectual” generalizada, señala, se le ocurrieron dos opciones, usar los videojuegos o montar un partido político. “Pero no podía hacer un partido político a escala planetaria”, ríe. He ahí otra de las fortalezas que encuentra en la industria creativa en la que se ha zambullido: “A través de esa herramienta puedo llegar a muchas personas en todos los rincones del mundo”.

La mayor parte de los jóvenes africanos conocen mejor Europa que África. En el colegio estudian las dos primeras guerras mundiales, la Revolución Francesa y otras cosas que no tienen nada que ver con sus propias historias

Este emprendedor centroafricano es consciente de que el cambio de mentalidades y del imaginario que rodea a África es necesario entre el público del Norte Global, al que es necesario acercarle unas realidades históricas y culturales que desconoce; pero también entre los propios africanos. “La mayor parte de los jóvenes africanos conocen mejor Europa que África. En el colegio estudian las dos primeras guerras mundiales, la Revolución Francesa y muchas otras cosas que no tienen nada que ver con sus propias realidades, con sus propias historias. Sin embargo, cuando hablamos, por ejemplo, de los movimientos de la descolonización, a menudo nos quedamos en un plano superficial”, se lamenta el joven desarrollador de videojuegos.

Apasionado por la historia, cree que hay poco conocimiento del periodo precolonial y de los grandes reinos, pero también de algunas de las cosas que pasaron en los primeros momentos de las independencias: “Nuestro reto es explicar a los africanos el África anterior a la llegada de los europeos”.

De esta manera, los proyectos en los que trabaja su estudio combinan la visibilidad de las realidades africanas con otros que pretenden llamar la atención sobre periodos históricos poco conocidos. Mientras que en Africars están desarrollando un juego de carreras de coches con los vehículos habituales y característicos de las principales ciudades africanas y con circuitos que tienen el sabor del continente; La leyenda de Mulu es un juego pensado para integrarse en la plataforma The Sandvox, uno de los entornos virtuales de juego pionero en el ámbito del metaverso, y reproduce escenarios africanos. La protagonista de este proyecto es una heroína que visita pueblos pigmeos construidos en los árboles, aldeas masáis, asentamientos dogones, o campamentos peuls, de los que extrae conocimientos ancestrales para cumplir su misión de salvar a su pueblo y a su mundo de los brujos.

“Hay una diferencia entre los videojuegos puramente comerciales y los que tienen una visión política”, señala Teddy Kossoko. E insiste: “Para mí, los videojuegos en África hoy tienen que ser educativos-políticos. Podemos combinar entretenimiento y política para hacer llegar el mensaje. Si conseguimos hacerlo, será genial, como cuando tienes un buen profesor de Matemáticas con el que lo entiendes todo rápidamente, sin darte cuenta de la dificultad”.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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