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Los grupos informales de voluntarios sudaneses, último salvavidas humanitario en la batalla final por Darfur

Las unidades de respuesta de emergencia, con una fuerte implantación local, alivian la grave crisis que asola El Fasher ante las grandes dificultades a las que se enfrentan las organizaciones internacionales

El Fasher Sudán
Dos miembros de una unidad de respuesta de emergencia distribuían productos básicos, como jabón, agua, baldes y esterillas, en El Fasher (Darfur Norte, Sudán)Unidad de emergencia de Al Salam
Marc Español

El Fasher, la capital histórica de Darfur, es desde mayo el escenario de una de las mayores batallas que han asolado Sudán desde el estallido de la guerra civil entre el principal grupo paramilitar del país y el ejército regular, hace más de un año. Para los primeros, que ya dominan casi todo el resto de Darfur, se trata del combate final por la subyugación de esta región; para los segundos, que han aunado fuerzas con múltiples movimientos armados locales, la última oportunidad para frenar el empuje paramilitar en el flanco oeste del país.

Las Fuerzas de Apoyo Rápido lanzaron en abril su ofensiva sobre el vasto Estado de Darfur Norte, uno de los cinco en los que se divide Darfur y el único que no controlan del todo, con un ataque contra varias localidades cercanas a El Fasher. Después de cerrar un cerco prácticamente total alrededor de su populosa capital, los paramilitares se abalanzaron sobre la ciudad a mediados de mayo, poniendo a prueba las reforzadas defensas locales.

En medio, atrapadas, quedaban alrededor de un millón de personas, incluidas muchas que habían huido previamente del rápido avance de las Fuerzas de Apoyo Rápido por el resto de Darfur a finales del año pasado. Estaban sin apenas protección ni vías de salida, y con recursos limitados tras meses de aislamiento y un asedio que solo se ha podido burlar de forma esporádica. Desde el inicio del asalto contra El Fasher, al menos 260 personas han muerto y más de 1.600 han resultado heridas, según datos de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Desde el inicio del asalto contra El Fasher, al menos 260 personas han muerto y más de 1.600 han resultado heridas
Médicos Sin Fronteras (MSF)

La guerra de Sudán ha provocado una de las crisis humanitarias más graves y de más rápido deterioro del mundo. Hoy, al menos 25 millones de personas —más de la mitad de la población— necesita ayuda humanitaria urgente, y una cifra similar sufre altos niveles de hambre. La declaración de hambruna es cuestión de tiempo. Además, los desplazados, dentro y fuera del país, superan los 10 millones; el 65% de la población no tiene acceso a la sanidad; y 19 millones de niños no van a escuela. No hay recuento preciso de muertes.

Como ha ocurrido por todo Sudán desde el inicio de la guerra, el colapso del Estado y las grandes dificultades a las que se enfrentan las organizaciones humanitarias han colocado en el centro de la provisión de servicios y suministros de primera necesidad a iniciativas locales de ayuda mutua. Las más destacadas son las unidades de respuesta de emergencia, formadas en muchos puntos del país con grupos que tienen una gran implantación local. Aunque las ONG y las agencias humanitarias y de desarrollo internacionales se han mostrado hasta ahora cautas a la hora de canalizar fondos hacia estas unidades por su poca institucionalización, algunas lo han empezado a hacer, sobre todo sottovoce, debido a que su autonomía e implantación local las hace muy efectivas.

“[Nuestra] unidad de emergencia se formó dos semanas después del estallido de la guerra y ha continuado su labor hasta ahora pese a las dificultades a las que nos enfrentamos los voluntarios”, explica un miembro del grupo en el campo de desplazados de Abu Shouk, en el noroeste de El Fasher, que prefiere que no se publique su nombre por seguridad.

En El Fasher, estas unidades están intentando cubrir, a pesar de los enormes desafíos que existen, todas las aristas de la crisis humanitaria que asola la ciudad, según explican, por separado y por teléfono, miembros de tres de estos grupos. Esto incluye el apoyo a centros de salud, el suministro de medicamentos y material sanitario, la organización de cocinas comunitarias, la preparación y el reparto de cestas de comida y la provisión de agua. Su labor es especialmente determinante ante los estragos de la guerra y la falta de ayuda exterior. Como parte de su asalto, los paramilitares han llevado los combates a lugares críticos para la vida en El Fasher como su mercado central, pese a que la ciudad es una de las zonas de Sudán con los niveles de hambre más altos, según el último informe sobre inseguridad alimentaria en el país de un grupo de expertos apoyado por la ONU.

“La situación humanitaria es realmente mala debido al asedio de la región y a que todos los mercados, excepto el de ganado, están fuera de servicio a causa también de los ataques de artillería”, señala Ahmed Eissa, el director de programas de la unidad de respuesta de emergencia de un distrito del sur de El Fasher. “Esto ha obligado a algunas personas a tener que mendigar y ha provocado que muchas pierdan sus casas y sus trabajos”, apunta.

La situación humanitaria es realmente mala debido al asedio de la región y a que todos los mercados, excepto el de ganado, están fuera de servicio
Ahmed Eissa, director de programas de la unidad de respuesta de emergencia de un distrito del sur de El Fasher

Además, solo uno de los tres hospitales principales de El Fasher sigue hoy parcialmente operativo. De los otros dos, uno quedó dañado ya a mediados de mayo en un ataque aéreo del ejército a poca distancia, y el otro fue atacado varias veces y tuvo que cerrar a inicios de junio después de ser asaltado y saqueado por los paramilitares, según MSF, que siguen apoyando el único hospital de la ciudad con capacidad quirúrgica y para atender a heridos.

La situación en los centros de salud es igualmente crítica. “Todos están fuera de servicio porque se hallan en zonas de combates, excepto [uno] en el sector sur y [otro] en el norte”, apunta Eissa, que lamenta que incluso el último hospital que continúa en funcionamiento “fue bombardeado [recientemente] con artillería, lo que provocó la destrucción de su farmacia y la muerte de la farmacéutica que trabajaba en su interior”.

Situación crítica para los desplazados

Una de las zonas de El Fasher donde la situación es más grave es el campo de desplazados de Abu Shouk, donde ha habido fuertes combates y se están registrando altos niveles de desnutrición, dificultades para conseguir agua, y falta de alojamiento y de acceso a la atención sanitaria y a medicamentos, según una evaluación de la unidad de respuesta de emergencia local. “La situación está totalmente colapsada”, admite uno de sus miembros, que nota que su centro de salud depende de donantes y de la organización comunitaria.

La presión sobre los pocos recursos disponibles en El Fasher se está viendo asimismo aumentada por el creciente número de desplazados que está provocando el avance de los paramilitares. La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios estima que en los últimos tres meses más de 140.000 personas se han tenido que desplazar. Muchas de ellas se han trasladado a partes de la ciudad alejadas del frente, mientras que, quienes han podido, han huido principalmente hacia el sur, en dirección a las pocas zonas de Darfur que siguen fuera de control paramilitar, o hacia Chad y en menor medida Libia.

“La situación de seguridad es muy complicada”, manifiesta un miembro de la unidad de emergencia formada en el distrito norte de la ciudad, que actualmente cubre también parte del oeste. “En la mayoría de los barrios de El Fasher se produjeron desplazamientos como consecuencia de los fuertes ataques y bombardeos dirigidos contra civiles por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido, pese a que sabían que no había defensas ni cuarteles militares en las zonas atacadas, y muchas casas fueron dañadas e incendiadas”, agrega.

En la mayoría de los barrios de El Fasher se produjeron desplazamientos como consecuencia de los fuertes ataques y bombardeos dirigidos contra civiles por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido
Un miembro de la unidad de emergencia formada en el distrito norte de El Fasher

Los combates en la ciudad, y sobre todo los ataques indiscriminados de los paramilitares, están dejando una gran destrucción. En menos de dos meses, se estima que casi 20.000 estructuras, sobre todo en barrios del sur y del este de El Fasher, han resultado dañadas o destruidas por las hostilidades, que se están desplazando hacia el interior, según un análisis del centro de satélites de la ONU (UNOSAT). También por incendios provocados.

“La mayoría de gente se marcha en sus propios coches o en carros; algunos no tienen más remedio que irse [montados] en sus animales, incluidos caballos y burros; otros se van en tuctuc. Se marchan cargados de tristeza, llanto y miseria, con una imagen desgarradora escrita en sus rostros”, desliza el mismo activista del norte de El Fasher.

Con todo, Eissa, de la unidad de respuesta de emergencia del distrito del sur de la ciudad, afirma que el centro de salud que gestionan ellos cubre ahora 12 barrios y sus alrededor de 100.000 personas, mientras que los ocho centros de acogida que apoyan pueden recibir a unas 10.000. El miembro de la unidad formada en el distrito norte de la ciudad señala que con todas sus acciones y una veintena de voluntarios llegan a cerca de 9.000 personas.

Los tres voluntarios entrevistados coinciden en señalar que la comunidad internacional dispone de herramientas y vías para intentar frenar la crisis en El Fasher. La principal es aumentar la presión sobre las partes beligerantes para que se materialice un alto el fuego, se termine la guerra y llegue ayuda exterior. En paralelo, apuntan que, mientras tanto, se deberían considerar transferencias de fondos directas a iniciativas locales que siguen activas para, como mínimo, intentar salvar la actividad social y económica que queda.

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