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Lurdes Pires, cineasta timorense: “En la época actual, nadie debería vivir bajo el control de potencias coloniales”

La productora de ‘La guerra de Beatriz’, el primer largometraje de Timor Oriental, cree en el poder de contar historias para sanar las heridas de los pueblos

Lurdes Pires
La cineasta Lurdes Pires, visitando los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf como invitada del festival de cine FiSahara.ÓSCAR CORRAL
Alejandra Agudo

Como buena contadora de historias, Lurdes Pires (65 años, Timor Oriental) describe los grandes episodios de su vida sin ahorrar detalles. La activista, traductora y cineasta, contagiada por el ritmo pausado en los campamentos de refugiados saharauis, adonde acude en calidad de invitada al festival internacional de cine FiSahara, celebrado entre abril y mayo, relata la invasión indonesia de su país después de haberse liberado en 1975 de más de 500 años de colonización portuguesa. Pires, que entonces era una adolescente activista y militante de las juventudes del Frente Revolucionario de Timor Oriental Independiente (Fretelin), se tuvo que exiliar con casi toda su familia en Darwin, Australia, para sobrevivir.

Descalza, brillante por el sudor y sentada en el suelo de una vivienda del campamento de Auserd, en medio del desierto argelino, esta timorense se reconoce en la historia de los refugiados saharauis que huyeron a tierra ajena, también en 1975, cuando Marruecos se anexionó el Sáhara Occidental, que hasta entonces había sido una provincia española. “Si no fuera porque al salir, el paisaje es completamente distinto, diría que estoy en casa”.

A diferencia de sus anfitriones, ella pudo votar en un referéndum de independencia en 1999 y regresar a su país. Sin embargo, el sueño cumplido de un Timor libre no borraba la pesadilla de la opresión, ni cerraba las heridas de las violaciones, las ejecuciones, los abusos. Ella encontró el camino de la sanación en la justicia y el cine. Para no olvidar, para visibilizar el trauma de las víctimas. Y así fue como produjo el primer largometraje de su país en 2013, La guerra de Beatriz, dirigido por Luigi Acquisto y Bety Reis.

Pregunta. ¿Cómo consiguieron los activistas que Indonesia aceptara la celebración de la votación?

Respuesta. Mucha gente huyó a las montañas y continuaron luchando, pero la mayoría de los líderes de la guerrilla fueron asesinados, había hambre. Así que la resistencia tuvo que cambiar de estrategia y llevar la lucha a las ciudades, incluso al extranjero. Y creamos un movimiento de activistas. Llamábamos desde cabinas públicas a los medios para no ser detectados, contactábamos con estudiantes universitarios, pegábamos carteles en los aeropuertos metiendo pegamento en barras de labios… Y empezaron a producirse cambios en Indonesia, la gente joven comenzó a reclamar reformas. Un día (Yusef) Habibie llegó al poder, no era militar y necesitaba hacer algo bueno. Y eso fue levantarse un día y decir que estaba de acuerdo con un referéndum en Timor.

P. ¿Cómo recuerda aquel referéndum en 1999?

R. Volví clandestinamente para enseñar a la gente cómo votar. Mis amigos, mi hermana y yo recorrimos distintas partes del país para explicar, sobre todo a mujeres analfabetas que no sabían leer ni escribir, cómo votar por la independencia. Todos votamos. Gente como yo, activistas en Australia, pensamos que el país nos necesitaba y fuimos a votar. No había opción de no hacerlo. Y unos días después, nos evacuaron. Las milicias indonesias estaban matando a mucha gente, sobre todo activistas, y corría riesgo de que me asesinaran.

Para la cineasta timorense, las películas sirven para que los pueblos se cuenten a sí mismos y sanar sus heridas.
Para la cineasta timorense, las películas sirven para que los pueblos se cuenten a sí mismos y sanar sus heridas.ÓSCAR CORRAL

P. ¿Cómo recibió la noticia de los resultados?

R. Estaba muy feliz y triste a la vez. Algunas de mis amigas fueron asesinadas, violadas o torturadas. Pero otras fueron liberadas de la cárcel, donde habían pasado muchos años.

P. Y decidió regresar de nuevo.

R. Volví con las fuerzas de paz australianas. Todo estaba destruido. Olía a muerte, había muchos cadáveres sin identificar, semanas después de la votación. Y siempre alguna mujer lloraba junto a los cuerpos. Había muchas personas refugiadas en el complejo de las Naciones Unidas, estaban traumatizadas, y trabajé allí como intérprete. Después me uní al equipo que iba a investigar los crímenes para llevar a los responsables ante la corte internacional. Recuerdo ver muchas imágenes de cadáveres y escuchar los testimonios de cómo y por qué fueron asesinados. Las mujeres contaban historias de violaciones y abusos.

P. ¿Cómo acabó en el mundo del cine?

R. En el 2000, trabajaba de fixer [productora o guía] para periodistas para obtener un salario extra y Abracadabra Films buscaba una intérprete. Estaban grabando Timor Oriental, el Nacimiento de una nación; una de las historias era de una mujer rural y cómo enfrentaba su vida con sus niños allí, otra era sobre una de las líderes de mi partido… Era mi historia, la de mi gente, mi pueblo. No teníamos actores. Así que tuvimos que formarles. Y me di cuenta de que necesitaba contar las historias de las mujeres que representaban a todo el país.

P. ¿Cree que contribuyó a cerrar heridas?

R. Sí. Muchos timoreses no sabían que sus vecinos estaban pasando por las mismas dificultades que ellos. Desconocían lo que sucedía en la aldea de al lado. Y empezaron a verlo, a hablarlo. Las mujeres que veían la película La guerra de Beatriz comenzaron a contar cómo ellas habían sido violadas y torturadas. Juntos, reconstruimos la nación. Volvimos a usar nuestro idioma.

P. Usted asegura que ha sufrido estrés postraumático, ¿se siente recuperada?

R. No me he curado del todo, pero la película me ha ayudado en el sentido de que sé qué hacer cuando ocurre un suceso salvaje, sé que otras personas tienen la misma historia y puedes compartirla. No olvidas, pero te recuperas, cuentas la historia y luego sigues adelante.

Todos somos políticos, todos somos activistas. Todos tenemos que saber cómo contar las historias, y educar a los niños, a los amigos… Y ellos lo harán con otros. Así se cambian las cosas

P. Timor es frondosa y los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf están rodeados de desierto. Sin embargo, dice que se siente en casa.

R. Ambos pueblos fuimos traicionados. Para nosotros, lo que funcionó para cambiar el sistema fue trabajar con otros países y con la juventud de Indonesia. Mi objetivo aquí es hacer que su historia se conozca fuera y estar conectados. Tengo una nueva familia ahora y tengo contactos para tratar de cambiar la situación de las mujeres.

P. ¿Cree entonces que el conflicto del Sáhara Occidental solo se resolverá si se involucran las mujeres y la juventud marroquí?

R. Definitivamente. Si convences a la gente, su percepción será distinta. Y para ello, el resto del mundo se tiene que involucrar, no olvidar. Esa es nuestra función.

Pires quiere contribuir a que las mujeres saharauis cuenten su propia historia y llevarla a otros países para que la conozcan.
Pires quiere contribuir a que las mujeres saharauis cuenten su propia historia y llevarla a otros países para que la conozcan. ÓSCAR CORRAL

P. ¿Se refiere a los cineastas?

R. Todos somos políticos, todos somos activistas. Todos tenemos que saber cómo contar las historias, y educar a los niños, a los amigos… Y ellos lo harán con otros. Así se cambian las cosas.

P. ¿En qué está trabajando ahora?

R. La traducción me paga las facturas. A veces voy a Timor como intérprete. Pero tengo aficiones como hacer películas. Ahora estoy trabajando en una llamada Clandestina, una ficción sobre la resistencia de una mujer que desde el exilio maneja un sistema de comunicación por radio.

P. ¿Qué contaría en una película sobre los refugiados saharauis?

R. Precisamente he pensado que [los cineastas que hemos venido al FiSahara] podríamos contar nuestra experiencia aquí. Pero creo que las mujeres necesitan relatar su propia historia. Yo no podría hacerlo, pero me gustaría ayudarlas a contarla y mostrarla fuera.

P. ¿Por eso es importante el cine?

R. Sí, es muy importante porque [los pueblos] pueden verse a sí mismos. En la época actual, nadie debería vivir bajo el control de potencias coloniales; nadie debería ser asesinado por querer tener su propia nación y ser libre.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM
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