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Xavier Le Clerc, escritor argelino: “Traduje mi nombre de nacimiento al francés para hacer frente a las discriminaciones”

En su nuevo libro, ‘Un hombre sin título’, el autor narra el proceso migratorio de su padre desde Argelia hasta Francia y la pérdida de su propia identidad

Xavier Le Clerc Paris
El escritor argelino Xavier Le Clerc, en enero en París.Cedida por la editorial Cabaret Voltaire

A Xavier Le Clerc (Argelia, 44 años) no le tiembla el pulso. Ni para contar la historia de su padre, Mohand-Saïd Aït-Taleb, ni para condenar el racismo y la crisis de identidad que aflora en Francia, uno de los países que hoy ya describe como casa. En su nuevo libro, Un hombre sin título, traducido al español de la mano de la editorial Cabaret Voltaire, Le Clerc sigue los pasos de su familia desde la Argelia del colonialismo francés hasta que la emigración a la Normandía de 1962. Su obra sumerge al lector en esta vida de desarraigo cultural y sacrificio, marcada por las paupérrimas desventajas de una generación de inmigrantes sin protección internacional.

El autor, nacido en Cabilia y criado en la ciudad francesa de Hérouville-Saint-Clair, a las afueras de la localidad de Caen (noroeste de Francia) vive actualmente en París, desde donde concede esta entrevista por teléfono. Sus pasiones se dividen entre la escritura y la industria de la moda. Con su nombre original, Hamid Ait-Taleb, del que, dice, se despojó para dejar atrás la discriminación identitaria, publicó los relatos Mazeltof y Requiem pour un pipeau, y su primera novela, De grâce, con su bisabuelo como protagonista, que aún no están traducidos al español.

Pregunta. ¿Qué es Un hombre sin título? ¿Qué significa ese título?

Respuesta. Un hombre sin título se refiere a mi padre y a su generación de inmigrantes que llegaron a Europa desde Argelia y otras excolonias. Solo tenían títulos de transporte y títulos administrativos precarios para quedarse, nunca ningún reconocimiento real de su contribución, ningún título de nobleza, ningún título de propiedad de una casa. Y, sin embargo, su dignidad les convertía en cierto modo en hombres nobles, incluso sin escudo de armas.

P. En el libro cuenta la historia de su familia, pero sobre todo la de su padre. ¿Por qué decidió contar su historia? ¿Es una declaración de amor y respeto?

R. Escribí este libro justo después de la muerte de mi padre, en 2020. Es, de hecho, un homenaje a él y un intento de articular nuestro legado poscolonial. Es tanto la historia de Europa como la mía personal. Mi padre, Mohand-Saïd Aït-Taleb, creció durante el hambre de los años treinta en Argelia y se trasladó a Francia en 1962, con 25 años, para trabajar durante décadas en una fábrica de acero en Normandía.

P. En su libro y otras entrevistas asegura que se ha cambiado el nombre. ¿Por qué? Como dice el escritor francolibanés Amin Maalouf, ¿las identidades pueden ser asesinas?

R. En efecto, traduje mi nombre de nacimiento al francés. La respuesta obvia es hacer frente a las discriminaciones a las que yo y tanta gente nos enfrentamos. Estoy muy orgulloso de mis raíces argelinas y espero que esto no sea necesario para las nuevas generaciones. Estoy de acuerdo con Amin Maalouf, las identidades no deben convertirse en dogmas, prefiero tender puentes hacia los demás. Nuestras diferencias no deben convertirse en muros ni ser fuente de conflictos.

“La historia de Francia es compleja, con partes oscuras, y es vital hablar de su legado colonial para educar, para apaciguar y, finalmente, para salir colectivamente del resentimiento”

P. Xavier proviene del euskera y significa “casa nueva”. ¿Dónde está hoy su casa?

R. Xavier es una casa nueva que me ha protegido de la discriminación. En la práctica, vivo tanto en Inglaterra como en Francia.

P. ¿La sociedad argelina es tan revolucionaria como la francesa?

R. Definitivamente sí, la independencia del país en 1962 es fruto de una revolución. Argel fue apodada “la Meca de las revoluciones” durante los años sesenta y hasta los setenta. Todos los movimientos revolucionarios del mundo estaban representados y financiados allí, desde los activistas españoles, portugueses, latinoamericanos, palestinos, vietnamitas, sudafricanos y etíopes hasta los Panteras Negras.

P. Ha mencionado que Francia es una de sus casas nuevas, ¿qué opina de las últimas protestas tras la muerte del joven Nahel por disparos de la policía?

R. Mi corazón sangra cada vez que pienso en estas tragedias. Hago un llamamiento a la paz, al respeto mutuo y al diálogo.

P. ¿Cuáles son las bases de estos movimientos sociales? ¿Cree que Francia es un país racista?

R. No soy político y no deseo alimentar las tensiones. El racismo es una enfermedad moral, al igual que la homofobia, el antisemitismo, el sexismo, etcétera. Todos debemos permanecer vigilantes para respetarnos mutuamente. Francia es lo que nosotros hacemos de ella. Su historia es compleja, con partes oscuras, y es vital hablar de su legado colonial para educar, para apaciguar y, finalmente, para salir colectivamente del resentimiento. Tanto la historia como los retos sociales no deben convertirse en armas contra nuestra posibilidad de vivir en paz.

P. Ahora, si vuelve la vista atrás, a su Argelia natal, ¿qué ha cambiado?

R. Argelia es un país maravilloso y demográficamente joven, veo mucha gente brillante allí y confío en que superarán los enormes retos a los que también nos enfrentamos en Europa en términos de identidad, libertad y economía.

P. Y en los próximos años, ¿qué cree que podría cambiar? ¿Cuáles son los mayores retos?

R. Espero una mayor colaboración entre Francia y Argelia, para dejar atrás el pasado, para iniciar una era de respeto y reconciliación. Esto también es esencial para resolver la crisis migratoria, alimentada por la ilusión de un El Dorado al otro lado del mar que ha costado trágicamente innumerables vidas.

P. Si solo pudiera leer un libro el resto de su vida, ¿qué libro elegiría?

R. El extranjero, de Albert Camus.

P. ¿Y Un hombre sin título, de Xavier Le Clerc?

R. Este libro permanecerá en mi mente el resto de mi vida.

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