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“Nuestras niñas en África están sufriendo una ola muy fuerte de violencia de género”

Martha Karua, exministra de justicia en Kenia y candidata a la presidencia, lamenta la situación de los menores que no han vuelto a las escuelas y exige poner el foco en el machismo que condena a jóvenes y mujeres a “una doble pandemia”

Martha Karua, exministra de Justicia en Kenia.
Martha Karua, exministra de Justicia en Kenia.EL PAÍS
Noor Mahtani

La violencia, los cuidados y el crecimiento económico. En estos tres ámbitos las mujeres salen perdiendo en África y el resto del mundo. “La pandemia solo ha empeorado lo que ya iba mal”, defendía María Teresa Fernández de la Vega, exvicepresidenta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, durante el seminario digital (webinar) titulado Atenuar el impacto económico de la pandemia sobre las mujeres africanas. Este acto virtual, celebrado a mediados de noviembre en el marco del Foro de Liderazgo y Gobernanza de Mujeres por África en colaboración con la Universidad de Yale, ponía el foco precisamente en el último de los tres apartados que citaba la política: la economía.

“Solemos echar la culpa siempre a los gobiernos, pero en Uganda hay una legislación muy garantista y mujeres en la toma de decisiones”, argumentaba Maria Kiwanuka, asesora financiera del Gobierno ugandés y una de las cuatro ponentes africanas del evento. “Tenemos que hablar de proyectos de subvenciones a emprendedoras y ayudar a las pequeñas empresas locales”. Para Martha Karua (Kirinyaga, Kenia, 63 años), exministra de justicia en Kenia y candidata a la presidencia en las próximas elecciones de 2022, la única forma de levantar su país pasa por “exprimir el talento de las mujeres”: “Ellas han sabido sobrevivir gracias a la resiliencia, pero con esto no basta”.

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Karua, veterana activista de los derechos humanos y el feminismo, confía en que en estas elecciones ganará su partido, NARC-Kenya, y que peleará por políticas igualitarias para “garantizar así el beneficio de toda la nación”. Crítica con el Gobierno y preocupada por las cifras de la pandemia en su país ―74.000 contagiados y unos 1.400 muertos―, teme que la segunda ola acabe de romper el deteriorado esqueleto sanitario y que abra más la brecha educativa por la que los niños y jóvenes de todo el país llevan casi un año sin colegio.

Pregunta: Durante el encuentro virtual se incidió mucho en que las normativas igualitarias ya existen “en el papel”, pero que falta llevarlas a la práctica. ¿Kenia cuenta ya con una legislación feminista?

Respuesta: No creo que las leyes en Kenia sean aún paritarias. Pero creo que hemos constituido un marco jurídico y legal bastante bueno para implementar los avances en igualdad por los que estamos luchando, para proteger a las mujeres de violencia de género y para construir una nación feminista en la que ellas puedan vivir al máximo de sus potenciales en todos los ámbitos. En lo que sí que coincido es en que el cambio tiene que empezar en las comunidades. Pero este proceso puede ser simultáneo, mientras la nación pone en marcha herramientas que impacten positivamente la vida de las mujeres. El cambio solo se consigue junto, dentro y fuera del papel.

P: En lo que va de pandemia, Kenia ha acumulado unos 74.000 contagios y 1.400 fallecidos. En comparación con otros países del continente y el resto del mundo, ¿le sorprenden las cifras tan bajas?

R: No podemos decir que son buenas cifras; hemos perdido a muchos. Ahora estamos pasando por la segunda ola y está dejando al descubierto que no estamos bien preparados para lidiar con esta pandemia. Nuestros hospitales rurales no cuentan con los equipos necesarios para tratar a los pacientes más críticos. Cuando hacemos cuentas y comparamos con Europa o América parece que lo estamos haciendo bien pero para un sistema sanitario tan deteriorado como el nuestro, es peligroso. Tememos que la segunda ola deje números aún más catastróficos.

Las mujeres de mi país han sabido sobrevivir gracias a la resiliencia, pero con esto no basta

P: Las cifras de la pandemia con respecto a la situación de la mujer en su país no son muy alentadoras. ¿A qué se debe?

R: El coronavirus las ha atacado desde varios ángulos. Ellas son las que están detrás de la economía informal, que ha sido golpeada sin precedentes y esto se ha traducido en que muchísimas mujeres, y con ello sus familias, han perdido o han reducido sus ingresos. Otro aspecto es el del sector de los cuidados: ellas son las que trabajan con los enfermos, con los positivos de coronavirus y con los mayores. Ellas lidian con todo ese peso y además se ha disparado una ola de violencia doméstica. Muchas no tuvieron recursos para confinarse en un lugar seguro, y otras muchas jóvenes están ahora embarazadas. Tendrán que dejar la escuela...

Tenemos algunas batallas que celebrar pero la guerra está aún pendiente. Las mujeres tenemos que estar alerta

P: ¿Cuáles han sido las políticas educativas, teniendo en cuenta que los centros escolares no han vuelto a abrir?

R: Llevan cerradas casi un año. Los menores no han tenido un espacio seguro como el que antes era el colegio. Muchos padres se han visto obligados a dejarlos solos mientras iban a trabajar. Esto tiene un impacto muy negativo en niños y adolescentes. Sin el control de sus padres y en casa, muchas jóvenes se han visto arrastradas a redes de abusadores sexuales con los que se topan en internet. La pandemia no les ha afectado mucho desde el punto de vista sanitario, pero nuestros niños han perdido un año. Y nuestras niñas están sufriendo una ola de violencia de género muy fuerte.

P: ¿Qué es lo que falla a la hora de conseguir la igualdad?

R: Claramente, nuestra Constitución defiende la igualdad entre hombres y mujeres. Pero no es suficiente. El Gobierno tiene que tomar medidas para que esto se cumpla. Que la Constitución recoja estos asuntos y que se implementen son dos cosas diferentes. En los últimos diez años, el Gobierno no ha demostrado interés político en materia de feminismo. Tenemos algunas batallas que celebrar, pero la guerra está aún pendiente. Las mujeres tenemos que estar alerta. Los fallos siguen siendo los mismos: la falta de conciencia y la implementación de las leyes ya existentes. Porque muchas de estas ya están; ahora falta que los hombres miren a sus mujeres como iguales. Esto solo ocurrirá cuando acabemos con el patriarcado y sabemos que no va a ser de la noche a la mañana. Es un trabajo en proceso.

P: ¿Es este su principal objetivo si alcanza la presidencia?

R: Cuando me convierta en presidenta, porque creo que lo seré próximamente, serviré a los ciudadanos de mi país: hombres y mujeres. Y para ello, garantizaremos que los recursos humanos sean aprovechados al máximo. Eso solo se conseguirá con la igualdad de género. Solo así se conseguirá extraer todo el potencial de mi país. Pero también queremos atacar la pandemia de corrupción que sufre y los grupos más vulnerables estarán en el centro de nuestra política.

P: ¿Habrá más mujeres tomando decisiones?

R: Las mujeres en África son centrales para conducir hacia la prosperidad y la buena gobernanza. Sí, las mujeres de África son fuertes e inteligentes y cada vez están más empoderadas. Mi continente, como el resto del planeta, está cambiando. Y ellas son el futuro. Necesitamos a hombres y mujeres y todo su talento. Solo así, lograremos transformar África.

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