¿En qué me integro?
La alabanza a los inmigrantes que hablan catalán contiene un mensaje implícito: has escogido bien, te has integrado ‘com cal’


El inmigrante que llegue hoy a Cataluña se va a encontrar con una situación esquizofrénica. Las autoridades que expedirán su permiso de residencia y trabajo serán “españolas”, se encontrará con funcionarios estatales que le hablarán en castellano. Luego, dependiendo del barrio o el pueblo en el que aterrice, vivirá en un entorno castellanohablante o catalanohablante, aunque casi siempre será bilingüe. Tanto si aprende catalán como si no, a él le hablarán siempre en la lengua de Cervantes y puede llegar a la conclusión de que la de Espriu es una especie de código secreto que los autóctonos se guardan para sí y no comparten con nadie de fuera. Si tiene hijos descubrirá que la educación es en la “lengua propia” pero de nuevo cuando salgan del aula, aunque se sepan de pe a pa todas las combinaciones de pronoms febles, se encontrarán con que los catalanohablantes de nacimiento se les dirigirán en castellano, muy despacio y gritando, porque a pesar de que la inmersión hace décadas que existe, muchos de sus vecinos de ocho apellidos siguen sin tenerlo en cuenta y se sorprenden cada vez que algún chico más moreno les habla con perfecto acento de Girona. Lo mirarán como se mira una especie rara, un Copito de Nieve, y le felicitarán por lo bien que hablan una lengua que, en realidad, aprende en la escuela como todos. Por no mencionar a los adoptados o los hijos de parejas mixtas a quienes también se felicita por hablar la lengua de sus propios padres. La alabanza contiene un mensaje implícito: has escogido bien, te has integrado com cal. Si el chaval en cuestión aterriza en un barrio de mayoría castellanohablante, todos sus compañeros lo son y tiene pocas oportunidades de practicar el idioma escolar, será que ha escogido mal.
Otra cosa que supone un sinsentido es que los inmigrantes dedican todos sus esfuerzos a normalizar su situación administrativa, a acceder a la ciudadanía. La culminación de ese proceso es la adquisición de la nacionalidad española, que es un trámite administrativo pero también la asunción de una identidad compartida, un marco cultural, jurídico, legal. Lo que pasa en Cataluña es que a menudo el inmigrante recibe mensajes en contra de España, incluso se le llega a decir que los españoles son más racistas que los catalanes (saludos a Junts) y que tiene que ser independentista. Pero ¿cómo vas a querer independizarte del país cuya nacionalidad quieres obtener? Siento repetirme pero la cesión de competencias en inmigración es un gravísimo error.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
