Netanyahu: solo en el mundo
El horror sistemático del militarismo expansionista y agresivo del primer ministro, ha generado poderosas alarmas y señales de reacción en el mundo: claras reglas y estándares del derecho internacional atropellados
Luego de casi un año de iniciada la guerra de Netanyahu contra Gaza, el resultado y balance no podía ser más trágico y triste. Para la paz mundial y regional, para los miles de muertos y desplazados en Gaza y otros territorios palestinos, y para el derecho internacional, que se ha visto jaqueado y atacado como no se veía desde hace décadas.
Hay varios asuntos que destacar, dentro de los que resaltan dos.
Primero, las vidas humanas perdidas. No por una supuesta y abstracta “guerra en Gaza” sin culpables ni responsables. Sino por la sistemática agresión del ejército de Netanyahu contra la población civil que habita en ese territorio palestino, así como la campaña militar recién iniciada contra el sur del Líbano en nombre de atacar a Hezbolá. No ha sido pues, -ni lo es- una guerra “en” Gaza, sino una “contra” Gaza, impulsada y dirigida por Netanyahu.
Luego de casi un año de iniciada la guerra contra Gaza, se da cuenta ya de 43,000 personas fallecidas, de las cuales 41.431 eran palestinos. Entre ellas 134 periodistas y más de 220 trabajadores humanitarios, incluyendo 179 empleados de la agencia de Naciones Unidas para Refugiados de Palestina (UNRWA).
El Comité de Derechos del Niño de la ONU, por su lado, acusa al Ejército israelí de cometer violaciones “masivas” sin precedentes. Entre el 7 de octubre de 2023 y el 10 de setiembre de 2024, solo en la Franja de Gaza han sido muertos, por la acción militar de las unidades militares de Netanyahu, 16.756 niños. A ello se añade que al menos un millón de niños han sido desplazados, 21.000 están dados por desaparecidos, 20.000 han perdido a uno o ambos progenitores y 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias.
Segundo tema: la agresión en curso por las fuerzas militares israelíes. Que merece ser designada, propiamente, como la “guerra de Netanyahu” pues, a fin de cuentas, pesa mucho en ello su tortuosa agenda personal. En su furor militarista, el extremista Netanyahu ha logrado desviar la atención de las investigaciones por corrupción que tenía que afrontar en su país y de las protestas masivas contra las serias amenazas a la independencia judicial en Israel el año pasado.
La masiva oposición de la sociedad israelí el 2023 fue la respuesta al impulso del gobierno de Netanyahu para algo presentado como “reforma judicial” pero que apuntaba a demoler las funciones y atribuciones de la independiente Corte Suprema con facultades para revisar la constitucionalidad de decisiones tanto del gobierno como del legislativo. Las masivas protestas el 2023 contra esa amenaza a la independencia judicial han sido las mayores protestas en Israel desde su independencia en 1948. El ataque terrorista del 7 de octubre le dio a Netanyahu el pretexto para cambiar la agenda emprendiendo su guerra contra Gaza.
El mundo: aislando a Netanyahu
Hay varias señalas poderosas que indican que el mundo está dejando solo a Netanyahu y su guerra de agresión. Teniendo un telón de fondo delicado y sensible, como fue el terrible ataque terrorista contra civiles israelíes el 7 de octubre del año pasado, hecho que generaba lógica solidaridad con las víctimas. Pero, así las cosas, la temperatura del mundo no acompaña más a Netanyahu.
De hecho, el horror sistemático del militarismo expansionista y agresivo de Netanyahu, ha generado poderosas alarmas y señales de reacción en el mundo. Claras reglas y estándares del derecho internacional atropellados y un mundo que empieza a reaccionar contra la dinámica de horror, agresión y muerte lideradas por Netanyahu.
En varios espacios Netanyahu se va quedado sin piso. Empezando por varias decisiones trascendentes en el sistema universal.
La más reciente y contundente ha sido la resolución aprobada el 18 de setiembre por la Asamblea General de Naciones Unidas. Por una votación abrumadora de 124 votos a favor y solo 14 votos en contra (y 43 abstenciones), el mundo ha dejado claramente establecido -de nuevo- que Israel debe retirarse de todos los espacios de tierra y aire palestinos que indebidamente empezó a ocupar desde la guerra de Yom Kippur en 1967.
Ocupación territorial ilegal
Desde que en 1967 Israel ocupó Cisjordania y Gaza, de hecho ha tratado esos territorios ocupados como si fueran propios. Desoyendo Israel, sistemáticamente, las múltiples resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de que debe regresar a las fronteras establecidas por la ONU cuando creó Israel en 1948. Allí están, sin embargo, los colonos israelíes ocupando Cisjordania (el llamado “West Bank”) con el apoyo entusiasta -e ilegal- de Netanyahu.
Cuando Israel ocupó ese año territorios palestinos y los Altos del Golán en 1967 no solo nunca los devolvió, sino que instauró en ellos un “apartheid” contra los palestinos junto con la creciente proliferación de asentamientos israelíes fuera de las fronteras israelíes. Particularmente en la Cisjordania ocupada.
Actos de ocupación reiteradamente condenados por Naciones Unidas, desde el mismo año de la ocupación, sin que las resoluciones sean cumplidas por Israel. Todas las resoluciones adoptadas desde 1967 (por ejemplo la 242/1967) han sido incumplidas/ignoradas por el Estado invasor/ocupante. Es la ocupación territorial de más extensión temporal en los siglos XX y lo que va del XXI.
El mundo va abandonando a Netanyahu
Dos sentencias recientes de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el órgano judicial de la ONU, han repercutido en el aislamiento geopolítico de Netanyahu. En enero, una sentencia provisional estableció que Israel estaba cometiendo actos de genocidio (caso independiente de las acusaciones ante la Corte Penal Internacional). En julio del año pasado, la CIJ emitió una opinión consultiva según la cual la ocupación israelí de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza era -y es- ilegal.
Mientras, continúa imparable la guerra de agresión de Netanyahu contra Gaza -y ahora contra el Líbano-, cada vez son más los países que marchan a un ritmo nada favorable a esa dinámica belicista. Así, varios países europeos van tomando firme distancia de Israel. Por ejemplo, dando pasos claros para reconocer a Palestina como Estado. Lo hicieron este mes de mayo, por ejemplo, Irlanda, Noruega y España.
También podría alentar algo medular: más embargos de armas a Israel. Como el parcial ya impuesto este mes por Gran Bretaña.
No es nada irrelevante, por ello, que Alemania -la más importante fuente de provisión de armas a Israel después de EE.UU.- marque distancias frente a Netanyahu. Con un indicador como el siguiente: hace pocos días el embajador de Alemania en Israel Stefen Selbert expresó públicamente varios asuntos medulares en nombre de Berlín. Primero, que Alemania “no apoya los asentamientos de colonos” israelíes en Cisjordania. Segundo, que los “actos terroristas cometidos por esos colonos merecen condena”. Enfatizó el embajador Selbert, contundentemente, que Alemania no sólo no apoya esos “asentamientos”, sino que él es “embajador ante Israel en concordancia con sus fronteras del 67. No soy un embajador fuera de la ‘franja verde’”.
Sobran comentarios. Hora de que el mundo reaccione.
Mientras ….
Han sido semanas de sucesivos desastres diplomáticos para Netanyahu. Además, cada vez más cuestionado en su propio país. Y su pueblo parece haberse hartado de tanta corrupción, arrogancia y de su ineptitud para obtener la liberación de los rehenes secuestrados desde hace casi un año (7 octubre 2023).
En el plano internacional las cosas dejan varias obligaciones jurídicas como “pendientes”. Entre otras, las órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa dispuestas por Karim Khan, fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI). También responder a las muy serias sindicaciones por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) a la que Sudáfrica ha pedido disponga que Israel cese sus operaciones militares.
Y no es irrelevante que se esté “desmadejando” lo que parecía ser el bloque europeo. No va más. Menciono sólo la repercusión que puede tener en el plano “operacional” (el militar) que la poderosa Alemania “tome distancia” frente a Netanyahu. Mientras, las elecciones en marcha en los EE.UU. dejan en stand by, por el momento, cualquier nueva decisión estratégica y de mediano plazo que pudiera adoptar Washington para reforzar el belicismo sin freno de Netanyahu.
Si bien las resoluciones de la asamblea general de la ONU no son, en sí mismas, vinculantes, si son, conceptualmente, de obligatorio cumplimiento. Tema, pues, para las próximas semanas y meses. La reciente resolución insta a los países a imponer embargos de armas a Israel; restringir el comercio de productos procedentes de asentamientos judíos; e imponer prohibiciones de viaje y congelación de activos contra “personas físicas y jurídicas” que mantengan la ocupación israelí.
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