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Tribuna
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La economía de la India tiene a tiro alcanzar a China

El país más poblado del planeta necesita implementar reformas y abrirse a la competencia extranjera para superar a Pekín en 2050

El primer ministro indio, Narendra Modi, presenta el manifiesto de su partido de cara a las elecciones que celebra el país, en un acto del BJP el pasado día 14 en Nueva Delhi.
El primer ministro indio, Narendra Modi, presenta el manifiesto de su partido de cara a las elecciones que celebra el país, en un acto del BJP el pasado día 14 en Nueva Delhi.Adnan Abidi (REUTERS)

Si me hubieran preguntado hace diez años si la India habría podido superar a China en términos de tamaño económico, mi respuesta hubiera sido muy clara: imposible. La economía china es ya entre cinco y seis veces mayor que la india y durante los últimos años la única comparación posible para la economía china era la de Estados Unidos. De hecho, el propio presidente Xi Jinping, antes de la pandemia, auguró que la economía china alcanzaría a la de EE UU en 2027.

Desde el final de la pandemia las cosas han cambiado mucho. No solo la economía china ha empezado a divergir de la americana, hasta el punto de que ya mucho piensan que nunca llegará a ser más grande, sino que también la India crece mucho más rápido que China. Además, no hay expectativas de que esta tendencia vaya a cambiar próximamente, puesto que China se encuentra en un proceso de desaceleración estructural que difícilmente podrá parar. Sería como desafiar la gravedad, ya que cualquier economía con la renta per cápita que ya tiene China —de casi 13.000 dólares—, un proceso de urbanización casi finalizado y un rápido envejecimiento pasa por ese proceso de desaceleración. Esto significa que, a menos que la economía india experimente una gran crisis, seguirá convergiendo en tamaño con la china hasta muy probablemente alcanzarla para 2050.

No cabe duda que cualquier previsión a 30 años vista está llena de incertidumbres. De todas ellas, la velocidad de la desaceleración estructural de China es probablemente la menos difícil de predecir. Desde 2010, la tasa de crecimiento del país ha ido descendiendo desde más del 10% hasta apenas un 5%. Todos los factores del crecimiento potencial se están ralentizando en China, desde la contribución de la mano de obra y la productividad, hasta la contribución de la inversión (aún sobredimensionada en un 40% del PIB) y su rendimiento en descenso desde hace 10 años y ahora en niveles similares a los de cualquier economía desarrollada.

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En las circunstancias actuales, es decir, sin grandes reformas estructurales, la tasa de crecimiento de China se situará en el 2,4% en 2035, pero seguirá desacelerándose a un ritmo mucho más rápido a partir de entonces a medida que la tasa de urbanización de China, actualmente en el 60% de la población total, alcance la de las economías desarrolladas, en torno al 75%. A medida que las grandes ciudades chinas empiecen a despoblarse, el crecimiento del PIB de China se desacelerará hasta el 1% anual, similar al ritmo actual de Japón.

La India, por su parte, debería mantener el crecimiento actual, cercano al 7% en la última década, dado que está aún en los primeros pasos de un largo proceso de urbanización que se antoja imparable (su tasa de urbanización es todavía del 35%). Otro factor que apoya su crecimiento estriba en la demografía, con una población mucho más joven que la china. Por último, su papel de bisagra en el pulso que mantienen EE UU y China y la posibilidad de convertirse en un imán para la inversión extranjera en el sector manufacturero, ante la búsqueda de alternativas a Pekín por parte de los inversores internacionales, juega claramente a su favor. La India tiene un papel central en el Indo-Pacífico, por el tamaño tanto de su población como de su PIB, lo que mantendrá el interés de Estados Unidos por apoyar al país. Lo mismo puede decirse de la Unión Europea, aunque por una razón diferente: su creciente rivalidad económica con China como uno de los dos mayores motores exportadores del mundo.

La incertidumbre más importante respecto a la posibilidad de que la economía india alcance a la china para 2050 está en la propia India y en sus políticas. De hecho, la economía india era tan grande como la china en 1950, pero la excesiva planificación, una política industrial muy costosa y sin señales de mercado, y la falta de una reforma agraria acertada condujeron a una tasa de crecimiento decepcionante durante muchos años, que desembocó en una grave crisis económica en 1991. La India ―como China en sus mejores años de crecimiento― tendrá que profundizar en su denominada agenda de Reforma y Apertura, que sigue siendo una gran interrogante. Aunque la Administración de Narendra Modi parece haber captado el mensaje, especialmente en su segundo mandato, sigue habiendo dudas sobre si un ―cada vez más probable― tercer mandato conducirá a más, o menos, reformas y apertura a la competencia extranjera. Las campañas de “La India primero” son persistentes, con un claro tono de autosuficiencia, especialmente en lo que respecta al sector industrial. Otros interrogantes proceden de la agenda social, en particular sobre el grado de inclusión religiosa.

Con todo, la India parece dispuesta a convertirse en una economía tan grande como China a mediados de este siglo. Y, lo que es más importante, la pelota para lograrlo está en su campo. Eso sí, tener el balón no garantiza ganar el partido, como cada vez más parece estar mostrando China.

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