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Columna
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Los amigos cuarentones de Pedro Sánchez

De lo que está harto parte del 44% de los varones españoles es de las homilías con forma de chiste de las nuevas Bertines y Arévalos

Una mujer participa en una de las convocatorias del pasado 8-M en Madrid.
Una mujer participa en una de las convocatorias del pasado 8-M en Madrid.Fernando Sánchez (Europa Press)
Ana Iris Simón

En la campaña de las generales, Pedro Sánchez le dijo a Alsina que en nuestro país había “hombres de 40 y 50 años” que se habían sentido incómodos no tanto por las políticas, pero sí por ciertos discursos feministas. A Irene Montero le debió doler, porque en su despedida del ministerio le deseó a Ana Redondo que “tuviera valentía para incomodar a los amigos de 40 y 50 años del presidente”.

Unos meses después, la ironía se le ha vuelto en contra: resulta que el 44% de los varones españoles deben de ser colegas de Pedro Sánchez. Es el porcentaje de los que creen que “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”, según el CIS. En el caso de las mujeres, la cifra se reduce al 32%.

El dato ha caído como un jarro de agua fría en el movimiento feminista, y algunas de sus caras visibles, como la exsecretaria de Estado de Igualdad, ya han emitido su juicio: cuatro de cada diez españoles son “cuñados machirulos incels”.

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Yo, sin embargo, sospecho, como el presidente, que detrás del desencanto con “la promoción de la igualdad” ni siquiera hay a veces un rechazo a las políticas feministas, muchas de las cuales son muy cuestionables, como el sí es sí o la ley trans, y han sido criticadas incluso por parte del feminismo. Lo que hay es una hartura por chascarrillos como el de Ángela Rodríguez Pam.

De lo que está harto parte de ese 44% no es tanto de la discriminación positiva en oposiciones, sino de los discursos a brocha gorda o de las homilías con forma de chiste de las nuevas Bertines y Arévalos, que ya no se explayan en cintas de gasolinera, sino en podcasts donde se ríen de los heteros básicos que se mosquean cuando pierde el Atleti. De lo que están hartos no es tanto de las subvenciones públicas al empleo femenino, sino de la monserga de la nueva masculinidad, que ahora nos viene con que los hombres también lloran, como si no lo supiéramos como mínimo desde la Ilíada.

A algunos les gustaría pensar que ese 44% de españoles ―y ese 32% de españolas― son o malos o idiotas, machistas y negacionistas de la desigualdad entre hombres y mujeres. Pero no: al preguntar por todo lo anterior, el CIS se ha encontrado con que una amplísima mayoría reconoce las desigualdades entre sexos a la hora de ascender laboralmente, conciliar o en las tareas de cuidados. Y, si bien es cierto que hay un sesgo a la derecha entre los que creen que la igualdad de género se ha retorcido, el 22% de los votantes del PSOE también lo piensa.

Más allá de izquierdas y derechas, los que sin duda suscriben la tesis no son los cuarentones, sino los jóvenes: es la opinión del 51% de ellos. Hay quienes han estado al borde del telele al descubrirlo, quizá porque piensan que aún estamos en 1968, en la Movida o en el 8-M de 2000. Y no: los jóvenes se rebelarán contra todo sistema que dure lo suficiente, y el feminismo hace tiempo que ha sido fagocitado por las élites, la casta o como quieran llamarlo. Al final, les va la vida en ello: les interesa que pensemos que las mujeres desahuciadas están en el mismo barco que las directoras de los bancos que las desahucian. Y las madres palestinas que lloran a sus hijos muertos, en el mismo lado de la historia que Golda Meir, que en su día dijo que el pueblo palestino ni siquiera existía.

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Sobre la firma

Ana Iris Simón
Ana Iris Simón es de Campo de Criptana (Ciudad Real), comenzó su andadura como periodista primero en 'Telva' y luego en 'Vice España'. Ha colaborado en 'La Ventana' de la Cadena SER y ha trabajado para Playz de RTVE. Su primer libro es 'Feria' (Círculo de Tiza). En EL PAÍS firma artículos de opinión.
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