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Anatomía de Twitter
Columna
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Pelillos a la mar

Elon Musk ha decidido que ya es hora de devolver a Alex Jones, quien dijo en sus redes que la matanza de Sandy Hook nunca existió, uno de sus altavoces

Alex Jones
Alex Jones en una imagen de archivo.MIKE SEGAR (REUTERS)
Carmela Ríos

El 14 de diciembre de 2012, un veinteañero estadounidense irrumpió en una escuela primaria de Sandy Hook, en Newton (Connecticut), y asesinó a 20 niños y seis de sus profesoras. La matanza conmovió al mundo y reabrió por enésima vez el debate sobre la venta de armas en Estados Unidos, el mercado más grande y desregulado del mundo. La libertad siempre se encuentra en el camino a insólitos defensores, como sucedió en este caso. Alex Jones, dirigía desde 1999 el canal Infowars, la más influyente web estadounidense de extrema derecha, propagadora de muchas teorías conspirativas que han circulado por las redes sociales durante la última década.

Alex Jones inventó una teoría y se lucró con ella: la matanza de Sandy Hook nunca existió. Consiguió convencer a miles de estadounidense desde su púlpito digital de que aquel drama no había sido más que una puesta en escena preparada por los padres de los pequeños, un montaje cocinado por opositores a la libre circulación de armas en el país. “El FBI asegura que nadie fue asesinado en Sandy Hook” seguía manteniendo ante su numerosa comunidad de Twitter Alex Jones el 25 de septiembre de 2014. La mentira, alimentada con falsas pruebas, acabó convirtiéndose en un monumento a la desinformación. Algunos partidarios de Jones acosaron durante años a los padres de los pequeños asesinados con insultos por teléfono y amenazas de muerte. Una demanda colectiva por difamación llevó a juicio al conspiranoico de extrema derecha, que fue condenado en 2022 indemnizar a varias familias con 1.500 millones de dólares. Las principales redes sociales, incluida Twitter, suspendieron en 2018 sus cuentas por instigar al odio y promover la violencia con sus publicaciones.

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Cinco años después, el autodenominado “absolutista” defensor de la libertad de expresión ha decidido que ya es hora de devolver a Alex Jones uno de sus altavoces. Elon Musk ha decretado estos días un “pelillos a la mar” respecto a los pecadillos de Jones al plantear la celebración de una encuesta-plebiscito en Twitter para que los propios usuarios de la plataforma, y las inevitables legiones de bots y de cuentas falsas, decidieran si el intoxicador ultra merecía recuperar su cuenta de Twitter. “La voz del pueblo, la voz de Dios”, sentenció pomposamente el patrón de X en su cuenta oficial, dejando así en manos ajenas la responsabilidad de su propia decisión. Poner sobre la mesa la vuelta de Jones obligaba a Musk a comerse sus propias palabras. Hace un año sostuvo que no tendría “piedad de cualquiera que utilice la muerte de niños para obtener ganancias, razones políticas o fama”.

Alex Jones ha vuelto a Twitter con gran éxito de público. En cuatro días ha sumado 876.496 seguidores, y camina hacia los dos millones de adhesiones. Un macabro regalo navideño de Musk a las familias de las víctimas de Sandy Hook con un inesperado sobre sorpresa. Jones además recibió una bienvenida personalizada y fue, el pasado domingo, una de las estrellas invitadas a un encuentro digital en Twitter entre varios periodistas y políticos, liderado por el propio Musk. “Es genial” comentó el congresista republicano Matt Graetz sobre el regreso de Jones. Más de cuatro millones de visualizaciones lleva contabilizadas en Twitter la grabación de la charla que se prolongó durante tres horas. Los familiares de los niños asesinados han necesitado menos tiempo para comunicar su reacción ante lo sucedido: “Simplemente estamos horrorizados”.

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