Nadie te quiere, Perro Sanxe
La mentira del veto de Macron al presidente español en una cena convocada por el presidente del Consejo Europeo era demasiado golosa para no tragársela y ni siquiera grandes hombres de las ondas pudieron resistirse
Les voy a contar un cuento. El presidente del Consejo Europeo, el liberal belga Charles Michel, anunció el 8 de noviembre que organizaría, para dar continuidad a los debates de la cumbre de Granada, varias cenas con los líderes nacionales. En lugar de juntarlos a todos en Bruselas las haría en distintas capitales y a cada una invitaría a un pequeño grupo. El objetivo de las cenas era el de hablar con tranquilidad sobre la Agenda Estratégica europea, y principalmente de la eventual futura ampliación de la Unión y sus consecuencias. En reuniones a 27, si cada uno toma la palabra dos minutos se va casi una hora. Michel no dio a conocer entonces quiénes irían a cada una de las cenas, ni siquiera las fechas.
La primera se celebró el 13 noviembre en Berlín y fueron convocados los líderes de Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Grecia, Hungría y Lituania. Al día siguiente cenaron juntos en Copenhague los de Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Letonia y Suecia. Un día después, en Zagreb se reunieron con Michel los de Croacia, Italia, Malta y Polonia. Y este martes en París los de Estonia, Francia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal. No convocan quienes ponen la mesa (por ahora el alemán, la danesa, el croata y el francés) sino el propio Michel, que es quien decide a quiénes invita.
Ni los servicios del Consejo Europeo ni los de la presidencia francesa comunicaron si Pedro Sánchez estaba invitado a la cena del martes, pero el Gobierno español dijo más tarde que había declinado la invitación por motivos de agenda. Así, por esas cenas faltan por pasar el presidente español y los líderes de Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y República Checa. Tampoco se sabe todavía si habrá una quinta cena para ellos.
La fachosfera pensó que el lío era difícil de explicar y como cree que sus lectores son muy cortitos de entendederas también piensa que se tragan cualquier cosa. Dejaron pasar las cenas de Berlín, Copenhague y Zagreb, pero la de París era demasiado jugosa para no montar un bulo. Patricia Poncini escribió en La Razón que Sánchez era “el gran ausente en la cena organizada por Macron para tratar el futuro de Europa”. Y si ese titular tenía un pase, el de Joan Guirado en Okdiario ya empezaba a desbarrar: “Macron deja a Sánchez fuera de una cena con primeros ministros de la UE este martes en el Elíseo”. En El Debate, Jesús Urdiola tituló que “Macron deja fuera a Sánchez de una reunión para fijar la ‘agenda estratégica’ de la Unión Europea”. En ABC Juan Pedro Quiñonero dijo que “Sánchez, ausente en la reunión de Macron sobre el futuro de Europa”. Y en Periodista Digital Paul Monzón fue un poco más allá y se inventó que “Macron veta a Sánchez”. Así había decenas de titulares falsos, porque algunos medios se copian unos a otros.
El balón ya estaba camino del punto de penalti para la llegada al remate de los columnistas y los grandes nombres del periodismo patrio, que agarrados al bulo se pusieron a explicar las razones de la negativa de Emmanuel Macron a invitar a Pedro Sánchez, a pesar de que ni Macron invitaba ni había vetado a nadie. Carlos Herrera, estrella de la COPE, dijo que “o es un despiste de mi Emmanuel [ustedes no lo saben, pero a los niveles en que se mueven nuestros personajes mediáticos se trata con esa familiaridad a los jefes de Estado] o es que no tenía muchas ganas de verle”. Pero Macron no convocaba nada ni decidía quién iba. Herrera es un señor demasiado listo para comerse un bulo que se desmonta con ir a la web del Consejo Europeo, con hacer un poquito de periodismo y comprobar antes de hablar, pero llega incluso a saber por qué no va Sánchez: “Porque quién quiere a este tipo después del papelón que ha hecho en Israel”. Ya calentito, Herrera siguió: “Mentira, no te han llamado”, dirigiéndose a Sánchez. La trola del veto de Macron a Sánchez era demasiado golosa para no tragársela y ni siquiera grandes hombres de las ondas, como Herrera, pudieron resistirse, aunque tenga cierta gracia llamar mentiroso a alguien agarrándose a otra mentira.
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