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anatomía de twitter
Columna
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Javier Milei y la libertad

Las redes son así, la victoria del ultraliberal en las presidenciales argentinas desata euforia y desolación

Javier Milei
Javier Milei, presidente electo de Argentina.Natacha Pisarenko (AP/ LaPresse)
Francesco Manetto

Javier Milei, el economista de la motosierra, arrasa en las elecciones argentinas. Políticos y activistas de ultraderecha lo celebran en las dos orillas del Atlántico. La izquierda lo lamenta. Hasta aquí, todo sigue un guion previsible en X (antes Twitter) y fuera de la red social. Pero la realidad es más compleja. La preocupación y la desolación alcanzan a multitud de defensores de la democracia liberal, al margen de sus preferencias partidistas. Al mismo tiempo, la euforia invade a muchas figuras públicas que se autodenominan como liberales. El asunto gira aparentemente en torno a la idea de libertad. Pero en este caso es más pertinente hablar de su cortocircuito, una hipérbole desatada que se origina en el grito de “¡viva la libertad, carajo!”.

Con ese eslogan, repetido hasta la extenuación en campaña electoral y reproducido sin descanso por sus seguidores, el líder ultra culminó el domingo por la noche su discurso como presidente electo. Para entonces Milei ya había recibido la felicitación de Elon Musk, propietario de X. “Argentina tiene la prosperidad por delante”, dijo el magnate, mientras que Tucker Carlson, antigua estrella de Fox News, publicaba una foto de una reciente entrevista con el político bonaerense. Todos ellos recurren con frecuencia a la palabra libertad sin dotarla de contenido. Nadie sabe con precisión qué será la libertad de Milei, más allá de las recetas neoliberales con las que pretende enfrentar una inflación superior al 140% que, junto con la creciente aversión hacia el kirchnerismo, fue su principal aliada en las urnas contra Sergio Massa.

En las últimas semanas el economista de extrema derecha, que continúa presentándose como “libertario”, se esforzó en aparentar moderación. El pacto con la derechista Patricia Bullrich, eliminada en primera vuelta, y el expresidente Mauricio Macri desviaron el foco de propuestas como la dolarización, la prohibición del aborto o sus ataques a los consensos democráticos alcanzados tras la dictadura de Videla. El historiador Pablo Stefanoni señalaba la semana pasada que Milei emitía su último spot electoral “negándose a sí mismo para tratar de captar el voto de los indecisos que aún quedan”.

El viaje hacia una mayor serenidad política, sin embargo, duró poco. La profesora de Derecho y Relaciones Internacionales Paulina Astroza detectó en su primera intervención que el líder ultra no bajó su “tono confrontacional”, lo que supone una “gran tarea para Macri y Bullrich para tratar de moderarlo”. Y agregó que “si hay una promesa demagógica es prometer que se cumplirá con todo lo dicho en su programa: no tiene los votos en el Congreso”. La búsqueda de consenso, de hecho, será una obligación del presidente no solo para llevar a cabo algunas de sus medidas, sino para mantener un atisbo de gobernabilidad.

Mientras tanto, la victoria de Milei ha generado un caleidoscopio de interpretaciones a lo largo del continente. El exmandatario colombiano Iván Duque, un político que siempre ha sido percibido como más moderado que su valedor Álvaro Uribe, escribió: “Hoy triunfó la democracia y se venció el populismo, la demagogia y al Grupo de Puebla”. Mucho más sobrio, Uribe se limitó a desearle “éxito por el bien de Argentina”.

Xóchitl Gálvez, candidata del frente opositor en México, lanzó una frase insólita para ser la representante de una alianza que agrupa al PAN y al PRI, pero también al PRD, que fue el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador. “¡En Latinoamérica soplan vientos para mejorar nuestros países!”, aventuró. No aclaró Gálvez si fue mal asesorada, se pronunció con convicción o por desconocimiento. Después se vio forzada a matizar ligeramente, pero una de las lecturas más disparatadas del fenómeno Milei llegó de una representante republicana a la Cámara de Estados Unidos. A María Elvira Salazar, de origen cubano, le valía que el ganador no fuera “socialista”. “Queremos que Argentina sea uno de los primeros países del mundo. Un país que tiene de todo… Tiene soya, carne, minerales, tierra, agua, y una sola cultura, una sola religión y una sola raza”.



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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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