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TRIBUNA
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La insensibilidad moral de la izquierda

Más que nunca, necesitamos la solidaridad de los progresistas de todo el mundo, en forma de un llamamiento inequívoco contra la violencia indiscriminada hacia la población civil de Israel y Palestina

Edificio destruido por los bombardeos israelíes sobre Gaza.
Edificio destruido por los bombardeos israelíes sobre Gaza.MOHAMMED SABER (EFE)

En relación con los debates sobre los recientes acontecimientos en nuestra región:

Nosotros, académicos, líderes de pensamiento y activistas progresistas afincados en Israel y comprometidos con la paz, la igualdad, la justicia y los derechos humanos, estamos profundamente entristecidos y conmocionados por los recientes acontecimientos en nuestra región. También estamos hondamente preocupados por la respuesta impropia de algunos progresistas estadounidenses y europeos en relación con los ataques contra civiles israelíes por parte de Hamás, una respuesta que refleja una tendencia preocupante en la cultura política de la izquierda mundial.

El 7 de octubre, Hamás lanzó un ataque sin precedentes que incluyó el asesinato en masa de civiles inocentes en sus casas, violencia indiscriminada contra mujeres, ancianos y niños y secuestros masivos de ciudadanos israelíes. En esta carnicería, aniquilaron a familias completas, mutilaron cadáveres, masacraron a niños y comunidades enteras quedaron reducidas a cenizas. Es imposible exagerar el daño causado por estos acontecimientos, tanto a nivel personal como colectivo. Los traumáticos acontecimientos de aquel sábado de octubre dejarán una huella imborrable en nuestros corazones y recuerdos.

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Como era de esperar, en respuesta a las acciones de Hamás, el Estado de Israel ha lanzado una operación militar masiva en Gaza. Aún no podemos calcular el número de víctimas mortales de estos ataques, pero es probable que sea superior a todo lo que hemos presenciado hasta ahora. Este ciclo de agresiones socava gravemente nuestra larga lucha contra la opresión y la violencia y la búsqueda de plenos derechos e igualdad para todos los residentes de Israel-Palestina. En este momento, más que nunca, necesitamos el apoyo y la solidaridad de la izquierda mundial, en forma de un llamamiento inequívoco contra la violencia indiscriminada hacia la población civil de ambos bandos.

Muchos de nuestros homólogos de todo el mundo han expresado su firme oposición al ataque de Hamás y han ofrecido un apoyo inequívoco a sus víctimas. También destacadas voces del mundo árabe han dejado claro que no hay ninguna justificación para el asesinato sádico de personas inocentes. Sin embargo, para nuestra consternación, algunos en la izquierda mundial, individuos que hasta ahora eran nuestros socios políticos, han reaccionado con indiferencia ante estos horribles sucesos y hasta han justificado en ocasiones los actos de Hamás. Algunos se han negado a condenar la violencia, alegando que los extranjeros no tienen derecho a juzgar las acciones de los oprimidos. Otros han restado importancia al sufrimiento y al trauma, argumentando que la sociedad israelí se ha buscado esta tragedia. Muchos se han protegido de la turbación moral mediante la racionalización y las comparaciones históricas. Incluso hay algunos —no pocos— para quienes el día más oscuro de la historia de nuestra sociedad fue motivo de celebración.

Esta variedad de respuestas nos ha sorprendido. Nunca imaginamos que gentes de izquierdas, defensores de la igualdad, la libertad, la justicia y el bienestar social, harían gala de una insensibilidad moral y una temeridad política tan extremas. Seamos claros: Hamás es una organización teocrática y represiva que se opone vehementemente al intento de fomentar la paz y la igualdad en Oriente Próximo. Sus compromisos básicos son incompatibles con los principios progresistas, por lo que la predisposición de algunos izquierdistas a reaccionar positivamente ante sus actos resulta completamente absurda. Es más, no hay nada que justifique la matanza de civiles en sus casas; no hay nada que racionalice el asesinato de niños delante de sus padres; nada que normalice la persecución y ejecución de jóvenes que salen de fiesta.

Legitimar o excusar estos actos equivale a traicionar los principios fundamentales de la política de izquierdas.

Insistimos: no hay contradicción entre oponerse firmemente a la subyugación y ocupación de los palestinos por parte de Israel y condenar inequívocamente los brutales actos de violencia contra civiles inocentes. De hecho, todo izquierdista consecuente debe mantener ambas posturas simultáneamente.

El 7 de octubre es un día oscuro en la historia de Israel-Palestina y en la vida de los pueblos de esta región. Quienes se niegan a condenar las acciones de Hamás causan un daño inmenso a las perspectivas de que la paz se convierta en una opción política viable y relevante. Debilitan la capacidad de la izquierda para ofrecer un horizonte social y político positivo, convirtiéndola en una fuerza política extrema, estrecha de miras y alienante. Instamos a nuestros homólogos de la izquierda a que vuelvan a una política basada en principios humanistas y universales, adopten una postura clara contra el abuso de los derechos humanos de cualquier tipo y nos ayuden en la lucha por romper el ciclo de violencia y destrucción.

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